T2 Capítulo 20

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Aunque es de noche - ROSALÍA

Su origen no lo sé, pues no lo tiene
Mas sé que todo origen de ella viene
Aunque es de noche

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Cuando la piel está sometida al calor, la misma se derrite en capas. Primero los vellos de los brazos, luego la primera capa de la epidermis hasta avanzar más hacia abajo, desgarrando, achicharrando, hundiendo. El aire se impregna de un olor a hierro y carne quemada, el humo sale entre la sangre vertiéndose y al final de todo no hay nada más que el pellejo carbonizado.

Lisa conocía el proceso muy bien, más que todo porque había estado durante horas con un hierro ardiendo entre los dedos. Balanceándose, burlándose cada vez que estiraba el brazo hacia adelante y marcaba una parte del cuerpo de Wilson que no había tocado o al contrario, una que había tocado antes y miraba como la sangre se exprimía.

El artefacto de hierro tenía un solo símbolo, o más bien... Una letra. J. La misma que ella tenía tatuada con un cuchillo en su pecho, su tatuaje más hermoso.

Ya que ella estaba marcada por vida por esa maravillosa mujer, a Lisa le pareció adecuado que Wilson también tuviera un recordatorio de la misma mujer a la que intentó matar cuando estaba en el vientre de su madre.

Wilson le debía muchas cosas a Jennie y aún sí Jennie no quería verlo, Lisa estaba disfrutando haciéndolo pagar.

Aunque... El rostro de Wilson estaba torcido y sí estaba gritando no se oía nada más que un jadeo. La gitana estaba segura de que en algún punto Wilson había sufrido algún tipo de ACV o algo que hizo que la mitad de su rostro se endureciera.

Suspendido de las muñecas, con el cuerpo desnudo lleno de surcos y formas extrañas, jotas entrelazadas entre sí, pedazos de carne sacados con cuchillos y la cabeza guindando anormalmente. Lisa pensaba que parecía uno de esos muñecos de los que tenía Rosé cuando era niña, de los que se doblaban anormalmente y siempre iban desnudos y no tenían un sexo específico entre las piernas.

Bueno, Wilson ya no tenía un miembro reproductor así que también daba esa impresión.

—¿Sigues vivo? —preguntó Lisa en voz alta.

No la oía, no podía hablar, no podía verla porque Lisa le había arrancado los ojos con sus propios dedos.

—¿Lo estás? —repitió Lisa más en un susurro más para ella.

El hierro caliente expandía el calor hacia sus dedos, pero incluso haciéndose daño a sí misma Lisa no podía soltar el hierro con la letra de su esposa. La expresión de su rostro, completamente flemática haría que a cualquiera se le dispararan los pelos de todo el cuerpo.

A Chiquita le pasó justo eso cuando miró el espectáculo deplorable en que se había vuelto el hombre que una vez había considerado su padre. Lisa no giró para verla, tenía la mirada perdida en el suelo y la mano tensada alrededor del hierro. Murmuraba algo para sí misma, algo que la teniente no podía comprender.

Esta última se acercó con cuidado, ignorando el golpe de olor putrefacto que las rodeaba. Las heces de Wilson se apilaban en el suelo que sus pies no tocaban. Estas últimas semanas había sido alimentado a la fuerza con una manguera en pequeñas porciones para que aguantara un poco más, pero ahora parecía haber llegado a su límite.

—Lisa.

La gitana la miró por el hombro, el color verde y el azul se mezclaron en una mirada que decía demasiado. Chiquita estaba más preocupada por su hermana que por todo lo demás.

Juro que (JENLISA G!P) [Parte 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora