Siempre juntos

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Al llegar a casa, Lynn y Amelia entraron por la puerta, dejando atrás las preocupaciones de la escuela y el entrenamiento. El día había sido largo, pero ahora estaban juntas, y eso era lo único que realmente importaba. Se despojaron de sus mochilas y zapatos, luego se dirigieron directamente a la habitación de Lynn, donde se tumbaron en la cama, compartiendo una paz silenciosa que solo existía cuando estaban cerca la una de la otra.

Lynn se acomodó sobre las almohadas, con una mano en el cabello de Amelia, mientras esta se acurrucaba a su lado. El ambiente era cómodo y cálido. Amelia sonrió y cerró los ojos, disfrutando del momento de calma.

—¿Te sientes mejor? —preguntó Amelia suavemente, mirando a Lynn con una expresión llena de ternura.

Lynn suspiró, sintiendo el peso de la tensión del día desaparecer.

—Sí, mucho mejor ahora que estoy contigo. Aunque... tengo que admitir que me dio un poco de celos la chica del entrenamiento —confesó Lynn, con una sonrisa tímida, como si se sintiera un poco avergonzada de admitirlo.

Amelia levantó la cabeza para mirarla, sonriendo con comprensión.

—Lynnie, sabes que no hay nada que temer. Y además, me encanta que seas tan protectora, pero no tienes que preocuparte —respondió Amelia, acariciándole la mejilla con suavidad. —Solo tú me interesas.

Lynn sonrió, sintiendo su corazón latir un poco más rápido, como siempre lo hacía cuando Amelia la miraba de esa manera. Se abrazaron, disfrutando del silencio que las rodeaba.

Sin embargo, la tranquilidad se rompió cuando el sonido de una llamada interrumpió el momento. Lynn se estiró hacia la mesa de noche y levantó el teléfono. Era Jace. Sus ojos se entrecerraron en una mezcla de curiosidad y confusión.

—¿Qué querrá Jace ahora? —murmuró Lynn antes de contestar.

—¿Qué pasa, Jace? —dijo con una sonrisa, sabiendo que cualquier cosa que él estuviera por decir probablemente sería interesante.

La voz de Jace sonó llena de entusiasmo, pero también un poco nerviosa.

—¡Lynnie! Necesito tu ayuda, y también la de Amelia, claro. Estoy... en una encrucijada y no sé qué hacer. ¿Puedo contar con ustedes? —preguntó Jace, con un tono de urgencia.

Lynn levantó una ceja, intrigada.

—¿Qué pasa, Jace? ¿Por qué tan urgente? —preguntó, sentándose en la cama.

—Es sobre Marco —respondió Jace, con un tono que dejaba claro que el asunto era algo serio. —Necesito saber cómo pedirle que sea mi novio. ¡No sé cómo hacerlo, y estoy demasiado nervioso!

Amelia, al escuchar esto, se sentó junto a Lynn, mirando el teléfono con interés. Ella también se sorprendió, pues nunca había imaginado que Jace fuera tan serio en sus sentimientos.

—¿Qué? ¡Jace, no sabía que ibas tan en serio con Marco! —dijo Amelia, sorprendida pero sonriendo.

Lynn sonrió con picardía, sintiendo una mezcla de diversión y simpatía por su amigo.

—¿No sabías, Amelia? Creo que Jace está bastante decidido a hacerlo funcionar, ¿verdad? —bromeó Lynn, riendo suavemente.

Jace se escuchaba más nervioso ahora.

—¡Sí, lo sé! Pero es que no sé cómo pedirle que sea mi novio. Estoy pensando que podríamos hacerlo de una manera especial, algo que lo haga sentir único. ¿Qué me sugieren?

Lynn se quedó en silencio por un momento, pensativa, antes de responder.

—Bueno, yo diría que deberías ser directo, Jace. No tienes que hacer un gran evento, pero sí algo que sea significativo para ambos. Tal vez escribirle algo sincero o sorprenderlo con una pequeña cita, algo que sea personal para los dos —sugirió Lynn, con una sonrisa confiada.

Amelia asintió con entusiasmo.

—¡Eso suena genial! Y podrías agregarle algo que a él le guste, como un detalle pequeño, como su bebida favorita o un lugar especial que haya mencionado alguna vez. La clave está en mostrarle lo que sientes, no en hacer algo grandioso —dijo Amelia, abrazando a Lynn mientras hablaba.

Jace pareció aliviado por los consejos.

—¡Gracias, chicos! Ahora siento que puedo hacerlo. De verdad, me siento mucho más preparado. ¡Ojalá salga bien! —exclamó Jace, con una risa nerviosa.

Lynn y Amelia intercambiaron una mirada cómplice y sonrieron.

—Seguro que todo irá bien, Jace. ¡Tú tienes esto! —dijo Lynn, dándole ánimos.

De repente, Jace cambió de tema.

—Oigan, ¿y qué tal si todos nos vamos al parque un rato? Ya que estamos en plan de ayudar con esto de la cita, ¿por qué no relajarnos un poco? Tal vez hasta se nos ocurran más ideas, ¿no? —sugirió Jace.

Amelia asintió rápidamente.

—¡Eso suena perfecto! ¡Una tarde de diversión nunca viene mal! —dijo, levantándose de la cama, buscando su mochila.

Lynn también estaba de acuerdo, ya que pasarse el día entero en la cama no era tan divertido como una buena salida con los amigos.

—Me parece genial. Pero, Jace, si algo pasa, no dudes en pedir ayuda, ¿eh? ¡Estamos aquí para ti! —bromeó Lynn.

Así que, con el plan ya en mente, los tres amigos decidieron encontrarse con Kelly, Margo e Ivy en el parque más cercano. El ambiente estaba tranquilo, con el sol comenzando a ponerse en el horizonte. Los árboles se mecía suavemente con la brisa y el sonido de las risas llenaba el aire.

Cuando llegaron, vieron a Kelly, Margo e Ivy sentadas en un banco, charlando animadamente. El ambiente era relajado y cómodo, pero había una ligera tensión en el aire debido al tema de la cita de Jace.

—¡Chicos, aquí estamos! —exclamó Amelia, con una sonrisa alegre. Se acercó al grupo mientras Lynn la seguía, caminando tranquilamente.

Kelly levantó la vista y sonrió al verlos.

—¡Qué onda! ¿Qué tal todo? —saludó Kelly con entusiasmo.

Lynn se sentó junto a Margo e Ivy, mientras Jace les contaba su plan para sorprender a Marco. Todos se involucraron, dando ideas y consejos sobre cómo hacerlo especial, pero sin que pareciera forzado.

—Tienes que hacerlo personal, Jace. Hazlo de una manera que sea solo entre ustedes dos. No necesita ser algo grande, solo algo que le muestre cuánto te importa —reiteró Ivy, con una sonrisa comprensiva.

La tarde pasó entre risas y juegos. Jace parecía más tranquilo, agradecido por el apoyo de todos, y mientras compartían historias y planes para el día siguiente, el tema del día cambió de dirección varias veces. Finalmente, después de un buen rato, la conversación volvió a centrarse en los planes de Jace.

—Estoy listo para hacerlo mañana —dijo Jace, con una sonrisa amplia—. Gracias por todo el apoyo, chicos.

Lynn, abrazada a Amelia, sonrió.

—No tienes que agradecer, Jace. ¡Estamos aquí para ti! Pero ahora, ¿qué tal si vamos por algo de comida? El día está siendo perfecto y la noche se viene aún mejor.

Todos estuvieron de acuerdo, y juntos se dirigieron a la tienda más cercana. La tarde pasó tranquilamente, entre juegos, bromas y momentos de complicidad. Al final del día, aunque los planes de Jace aún estaban en el aire, sabían que el apoyo de sus amigos haría que todo saliera bien.

De vuelta en casa, Lynn y Amelia se despidieron del grupo, felices por cómo había terminado el día. Mientras se acurrucaban en la cama, Lynn sonrió, sintiendo una vez más esa sensación de que, pase lo que pase, todo estaría bien mientras estuvieran juntas.

—Gracias por estar siempre ahí, princesa —dijo Lynn, besando suavemente la frente de Amelia.

Amelia sonrió, abrazándola con fuerza.

—Siempre, Lynnie. Siempre.

Princesa, estoy contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora