Al día siguiente, la escuela seguía su curso habitual, sin nada fuera de lo común. Lynn se encontraba caminando por los pasillos con su grupo de amigos, riendo y bromeando como siempre. Aunque todo parecía normal, en su interior algo no estaba del todo bien. La presencia de Amelia ocupaba sus pensamientos de manera constante. Si bien había disfrutado de cada minuto que pasaban juntas, su mente no dejaba de inquietarse por un pequeño detalle.
Amelia estaba en el entrenamiento de porristas, y Lynn la había visto varias veces practicando con dedicación, lo que solo alimentaba su admiración por ella. Sin embargo, algo no se sentía bien hoy. Sabía que su novia había estado recibiendo más atención de lo habitual últimamente, y aunque no quería ser celosa, no podía evitar preocuparse.
—Lynnie, ¿te encuentras bien? —preguntó Ivy, notando que Lynn parecía distraída mientras se dirigían hacia el almuerzo.
Lynn sonrió, intentando esconder sus pensamientos.
—Sí, solo... un poco cansada de tanto estudiar, ya sabes —respondió, mientras intentaba quitarse la sensación de inquietud.
Su grupo de amigos, compuesto por Kelly, Margo, Jace, Ivy y Marco, no hicieron más preguntas, pues estaban acostumbrados a que Lynn fuera algo cerrada cuando no quería hablar de algo. A pesar de eso, su actitud era más que evidente.
El almuerzo pasó rápidamente, entre risas y bromas. En ese momento, Lynn no podía dejar de pensar en el entrenamiento de Amelia. Sabía que la entrenadora de porristas había estado organizando más rutinas de grupo y que algunas de las chicas del equipo siempre se mostraban más cercanas a Amelia. Si bien confiaba en ella, una sensación extraña le recorría el cuerpo.
—Vamos al entrenamiento, ¿quieren? —le preguntó Margo, con su usual entusiasmo.
—Claro —respondió Lynn, sabiendo que lo único que quería en ese momento era estar cerca de Amelia. No pensaba en nada más.
Al llegar al gimnasio, vio a Amelia practicando en una esquina con sus compañeras de equipo. Estaba radiante como siempre, con su cabello recogido en una coleta alta y su uniforme de porrista ajustado a su cuerpo. Lynn no pudo evitar sonrojarse al verla, pero también notó algo peculiar. Una chica de cabello largo, con una sonrisa coqueta, se le acercaba a Amelia mientras ella estaba en medio de un ejercicio.
Lynn frunció el ceño. La chica no era alguien del grupo, pero claramente estaba interesada en Amelia, o al menos, eso parecía. Intentó distraerse conversando con sus amigos, pero sus ojos seguían volviendo a la escena.
La chica tocó el hombro de Amelia y, con una mirada sugerente, le dijo algo al oído. Lynn sintió un escalofrío recorrer su espalda. ¿Era realmente tan obvia la atracción de esa chica hacia su novia?
Finalmente, Amelia la miró con una sonrisa nerviosa y se deshizo de la conversación rápidamente, regresando al entrenamiento. Lynn vio cómo la chica se alejaba, luciendo algo decepcionada, y un impulso de celos invadió a Lynn. No podía evitarlo; algo en su estómago se revolvía.
Cuando el entrenamiento terminó, Amelia salió del gimnasio, buscando a Lynn entre la multitud. Fue entonces cuando Lynn, que ya había estado esperando, caminó hacia ella de inmediato.
—Oye, ¿todo bien? —preguntó Amelia, al notar la expresión en el rostro de Lynn.
Lynn la miró fijamente, sin poder ocultar lo que sentía.
—Sí, todo bien... —dijo, pero su voz tenía un tono que Amelia no logró descifrar en el instante.
Amelia frunció el ceño, notando que algo no estaba bien.
—¿Qué pasa, Lynnie? ¿Estás segura de que estás bien? —preguntó, tomándola por la mano.
Lynn respiró hondo y, aunque lo estaba sintiendo, no quería preocuparla. Pero no pudo evitar contarle lo que había visto.
—Vi a una chica... coqueteando contigo durante el entrenamiento —dijo Lynn, algo más tensa de lo que esperaba.
Amelia se detuvo en seco y, por un momento, se quedó sin palabras. Luego, soltó una risa nerviosa.
—¿Qué? No, no fue nada, Lynnie —dijo, mirando alrededor. —Era una chica del equipo, y simplemente estaba preguntándome algo de la rutina... nada más. No te preocupes.
Lynn miró a Amelia con escepticismo, pero, viendo que Amelia parecía genuinamente confundida, la abrazó.
—¿Estás segura? Es solo que... no sé. No me gusta la idea de que te... coqueteen. Sabes que me vuelvo un poco loca con esas cosas —admitió Lynn, sonriendo tímidamente.
Amelia la miró fijamente y le acarició el rostro.
—Lo sé, Lynnie. Y me encanta que seas tan protectora, pero te prometo que no hay nada de qué preocuparse. Nadie puede robarme de ti —dijo, guiñándole un ojo.
Lynn sonrió, sintiendo cómo su inseguridad se disipaba un poco, pero no por completo. Aún le molestaba la idea, aunque confiaba en Amelia.
Con una sonrisa más tranquila, Amelia la besó en la mejilla y tomaron el camino a casa. Pero algo había cambiado en Lynn. Cada vez que la miraba, su corazón latía más rápido. No podía evitarlo, sus celos no eran por falta de confianza, sino por lo mucho que amaba a Amelia. La idea de que alguien pudiera acercarse a ella de esa forma la hacía sentir nerviosa.
Mientras caminaban por la calle, un silencio cómodo llenaba el aire, aunque Lynn no dejaba de mirar a Amelia, pensando en todo lo que había pasado.
—Oye, ¿quieres que pasemos por un café o algo? —preguntó Amelia, con una sonrisa relajada.
Lynn asintió, pero la preocupación seguía rondando su mente. De alguna manera, no quería que la escena del entrenamiento se le fuera de la cabeza. Así que, mientras se sentaban en una banca de un pequeño café, Lynn no pudo evitar hacerle una pregunta más.
—¿Estás segura de que no te molestó que esa chica te hablara así? —insistió Lynn, con un tono juguetón pero también preocupado.
Amelia se echó a reír, casi a carcajadas.
—Lynnie, por favor. Te lo juro, ni me di cuenta de lo que estaba pasando. Y si me molestara, te lo diría. Pero... lo único que me interesa es estar contigo.
Lynn sonrió, aliviada, pero algo en ella todavía la hacía sentirse un poco inquieta. No era tan fácil para ella dejar ir ese sentimiento de celos, aunque confiaba plenamente en Amelia.
Finalmente, el resto del camino hasta casa fue tranquilo. Cuando llegaron a la puerta, Lynn se acercó a Amelia y, sin pensarlo, la besó con pasión, como si quisiera borrar cualquier inseguridad que quedara en su mente.
—Te quiero mucho, Amelia —susurró Lynn, mientras la abrazaba.
Amelia, sorprendida por el gesto, la abrazó con más fuerza y sonrió.
—Yo también te quiero, Lynnie. Y siempre lo haré.
El beso duró un poco más, y con cada segundo, las dudas que Lynn había tenido desaparecieron. Amelia era suya, y no había nadie más que pudiera cambiar eso.
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Princesa, estoy contigo
Ficção AdolescenteQue pasa si la número 1 de su secundaria se enamora? no pasaría nada, si tan solo no fuera *Amelia Anderson*