𝑷𝑹𝑶𝑳𝑶𝑮𝑶́

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El peso de las sombras era algo con lo que él vivía desde que tenía memoria. Con cada paso que daba, sentía como si la oscuridad lo siguiera, pegada a su alma, marcando cada uno de sus movimientos. Su mirada, fría y distante, era un reflejo de la tormenta interna que no podía apaciguar. Se consideraba diferente a los demás, no solo por su naturaleza reservada, sino por la culpa que lo consumía constantemente. La muerte de su familia, el sacrificio de su mejor amigo... las cicatrices de su pasado no se desvanecían. Eran su carga, y la llevaba con él como si fuera su destino, sin derecho a buscar la paz.

Era uno de los pilares de la Cofradía CasaDemonios, una organización que luchaba en las sombras contra las criaturas del inframundo. Pero la guerra contra los demonios no era lo único que lo destrozaba. En el silencio de sus noches solitarias, el vacío de su corazón era aún más profundo. No sabía qué significaba ser feliz, ni siquiera qué sentía por las personas que se cruzaban en su vida. Su mundo era gris, hecho de responsabilidades, sacrificios y un dolor constante que lo mantenía apartado de todo y de todos.

Hasta que ella apareció.

Era imposible no notar su presencia. Su luz era suave, pero capaz de atravesar cualquier oscuridad. Ella no le ofreció compasión ni palabras vacías, no intentó salvarlo. Solo estaba allí, con su risa sincera y su corazón puro, sin importar cuán cerrada estuviera su alma. Al principio, le costó entender lo que sentía. La atracción, la confusión, la inquietud... todo se mezclaba en su pecho como un caos imposible de ordenar. Pero había algo en ella que lo sacaba de su aislamiento, algo que, aunque temiera, despertaba en él un deseo de ser mejor, de dejar atrás el hombre roto que había sido.

Por ella, él decidió abrir su corazón. Por primera vez en muchos años, permitió que sus emociones lo guiaran, renunciando a esa fría máscara que había construido a lo largo de su vida. Y así, comenzó una relación que, aunque nacida en medio de la lucha y la oscuridad, parecía prometer una chispa de luz en sus vidas.

Su amor creció en los pequeños momentos que compartían, en las conversaciones silenciosas, en las risas que se robaban entre misiones. Por primera vez en mucho tiempo, sentía que podía ser alguien más, alguien completo. Él la amaba profundamente, pero no sabía cómo transmitirle el miedo que sentía a perderla. Ella también lo amaba, aunque sus propios temores, nacidos de un pasado lleno de pérdidas, la mantenían a distancia. No sabía cómo confiar completamente en él, aunque su corazón se lo pedía. No sabía si estaba lista para abrirse por completo, temerosa de que la vida le arrebatara lo que más amaba una vez más.

Pero nada podía prepararlos para lo que estaba por venir.

La tragedia golpeó con una violencia que ninguno de los dos esperaba. El hermano adoptivo de ella, la última persona que quedaba en su vida, fue asesinado por un demonio de fuerza abrumadora. El dolor de la pérdida la arrojó a un abismo de tristeza y desesperación. La chica, que siempre había sido fuerte y decidida, se sumió en una oscuridad imparable. Se cerró completamente a él, a su amor, por temor a sufrir el mismo dolor nuevamente. Temía que, si le entregaba su corazón por completo, el destino lo arrancara de su vida como ya había hecho con tantas otras personas. El miedo la paralizó, y su alma, una vez llena de esperanza, se oscureció aún más.

Él la observaba desde lejos, su propio dolor resonando en ella, pero no sabía cómo alcanzarla. En su corazón, sabía que debía ser paciente, que debía luchar no solo por el mundo, sino por ella, por ese amor que aún ardía en su pecho. Pero el miedo a la pérdida, que él también sentía, los mantenía separados.

A pesar de la distancia emocional que ella había impuesto, él no se apartó. Decidió ser la luz en su oscuridad, tal como ella lo había sido para él. Juntos, lucharon no solo contra los demonios del inframundo, sino también contra sus propios temores. Sabía que no podía prometerle que no habría más pérdidas, pero le ofreció algo que ambos necesitaban: la esperanza de que, aunque la vida les arrebate todo, aún quedaría el uno al otro.

En medio de la guerra, de las sombras que los acechaban, ambos tratarían de sanar sus corazones rotos. La lucha por la paz, por el amor, se volvería su mayor batalla. Y, aunque el camino era incierto, decidieron caminarlo juntos, con la esperanza de que, a pesar de la oscuridad que los rodeaba, el amor aún podía florecer, incluso en el lugar más sombrío.

𝑳𝒂 𝒍𝒖𝒛 𝒒𝒖𝒆 𝒓𝒐𝒎𝒑𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 [𝑳𝑰𝑩𝑹𝑶 #1 - 𝑮𝑰𝒀𝑼]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora