CAPITULO 25

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El primer rayo de sol se filtró suavemente a través de la ventana, iluminando la habitación de manera tenue, como si el universo mismo estuviera respetando el delicado silencio que reinaba entre nosotros. A mi lado, Giyu seguía dormido, su cuerpo pegado al mío en una postura que no esperaba, pero que me llenaba de una calma profunda. Había algo tan pacífico en su expresión ahora, algo que solo yo podía ver: su rostro relajado, la ligera curva en sus labios, tan diferente a la intensidad con la que enfrentaba sus batallas.

No podía dejar de mirarlo. Mis dedos temblaban ligeramente al acariciar su mejilla, como si temiera romper la magia del momento. ¿Cómo podía alguien tan fuerte, tan estoico, ser capaz de mostrarme una vulnerabilidad tan pura?

El silencio de la mañana se rompió cuando sus ojos se entreabrieron lentamente. La mirada profunda de Giyu, tan característica de él, se encontró con la mía, y aunque aún estaba somnoliento, había una calidez en su mirada que nunca antes había visto. Era como si, por un momento, no fuéramos cazadores de demonios ni pilares, sino simplemente dos almas compartiendo un instante de paz.

-¿Ya estás despierta? -su voz, grave y suave, vibró en el aire, y su tono era más suave de lo que jamás había escuchado. No era el Giyu habitual, siempre tan serio, tan centrado. Este era un Giyu vulnerable, que todavía no sabía cómo manejar lo que había sucedido entre nosotros, pero que no se apartaba de mi lado.

-Sí... -respondí, casi en un susurro, mi voz temblando ligeramente por la cercanía de sus ojos y por lo que sentía en mi pecho-. No quería despertarte, pero... no podía dejar de mirarte.

Giyu parpadeó varias veces, como si sus palabras tardaran en encontrar su forma. Me dio un leve vistazo, pero en sus ojos brillaba una mezcla de sorpresa y algo más, algo que no solía mostrar: una suavidad que no se podía confundir con nada más.

-Yo... -dijo, como si le costara encontrar las palabras adecuadas. Se acercó un poco más, hasta quedar casi frente a mí. Tomó una de mis manos y la sostuvo con firmeza, pero sin perder la ternura-. Nunca había... sentido algo así. Después de todo lo que he vivido, después de todo lo que soy... no esperaba que me importaras tanto.

Su confesión, tan directa, tan sincera, me hizo el corazón dar un salto en el pecho. Pude sentir cómo sus dedos temblaban ligeramente al tocarme, como si fuera consciente de lo vulnerable que se sentía, y cómo me estaba dejando ver una parte de él que solo yo podía conocer.

Me incliné un poco más hacia él, tan cerca que podía oler su piel, esa fragancia a agua y viento que siempre lo acompañaba. Sin pensarlo, dejé que mis labios rozaran los suyos con suavidad, como una caricia que no pedía respuesta, sino solo un momento de conexión.

Cuando me separé un poco, vi que sus ojos no se apartaban de los míos, como si estuviera intentando captar todo lo que sucedía entre nosotros. Y, por primera vez, vi una pequeña sonrisa en su rostro, una que no mostraba muchas veces, pero que para mí significaba el mundo.

-No quiero que esto termine, Giyu -susurré, mis palabras llenas de esa sensación de incertidumbre y esperanza a la vez.

Él respiró profundamente, y me acarició suavemente la mejilla, como si estuviera absorbiendo todo lo que acababa de suceder. En sus ojos vi la misma lucha interna que siempre llevaba consigo, pero esta vez, parecía más dispuesto a enfrentarla.

-Tampoco yo -respondió con la misma suavidad, sus palabras llenas de sinceridad. Sus dedos se entrelazaron con los míos, como si quisiera mantener ese momento, esa conexión, por más tiempo. No necesitaba decir más. Su mirada y su toque hablaban por él.

Permanecimos en silencio unos momentos, tan cerca que podía sentir el latido de su corazón, casi sincronizado con el mío. No importaba lo que viniera después, ni las batallas que tuviéramos que enfrentar. En ese instante, solo existíamos él y yo.

𝑳𝒂 𝒍𝒖𝒛 𝒒𝒖𝒆 𝒓𝒐𝒎𝒑𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 [𝑳𝑰𝑩𝑹𝑶 #1 - 𝑮𝑰𝒀𝑼]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora