𝑳𝒂 𝒍𝒖𝒛 𝒒𝒖𝒆 𝒓𝒐𝒎𝒑𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 [𝑳𝑰𝑩𝑹𝑶 #1 - 𝑮𝑰𝒀𝑼]

CAPITULO 31

La noche había caído sobre el mundo, y con ella, mi partida hacia el distrito rojo. En mi pecho, la mezcla de emociones seguía siendo intensa. El deber, el miedo, la incertidumbre, y ese pequeño destello de esperanza de que todo saldría bien, se combinaban y chocaban dentro de mí. El viento soplaba suavemente mientras caminaba, con el cuervo Kasugai guiándome en mi viaje.

Al llegar a las afueras del distrito rojo, la atmósfera era diferente. La ciudad que alguna vez vi como un lugar lleno de lujos y luces brillantes, ahora me parecía sombría y turbia. Los faroles de papel iluminaban las calles y las sombras de las figuras que pasaban a mi lado se alargaban como ecos de secretos no contados. Era un mundo que no conocía completamente, un mundo lleno de intriga y peligro, pero que no podía evitar sumergirme en él. Mi misión estaba clara: encontrar respuestas, descubrir lo que se escondía tras las desapariciones de las esposas de Uzui. Y para eso, debía convertirme en parte de este oscuro y peligroso lugar.

Al llegar a la zona de reunión, mis ojos fueron inmediatamente atraídos por un grupo inesperado de figuras reunidas cerca de un edificio. Mi corazón dio un pequeño salto, y me detuve en seco al reconocerlos.

—¿Qué están haciendo aquí? —murmuré en voz baja.

Allí estaban, Tanjiro, Zenitsu e Inosuke, junto a Uzui. Todos parecían estar reunidos en un círculo, charlando entre ellos de manera animada. Mi sorpresa fue tan grande que me quedé inmóvil por unos segundos, observando cómo se desenvolvían en ese ambiente tan diferente al que estábamos acostumbrados.

Tanjiro, con su expresión amable, fue el primero en notar mi presencia. Su rostro se iluminó con una sonrisa al verme acercarme.

—¡¿Y tú qué haces aquí?! —exclamó Inosuke, en su tono característico, sin reconocer lo que acababa de decir y cómo sus palabras resonaban en la oscuridad.

El ambiente se tensó por un momento, pero al ver sus sonrisas y su alegría al verme, mi mente comenzó a despejarse. Había algo en su presencia que, aunque fuera momentáneo, me dio una sensación de seguridad. Era como si de alguna manera la vida normal, la que compartía con ellos, se mezclara con el peligro que tenía por delante.

—¿Qué están haciendo aquí? —pregunté, aún sin poder creer lo que veía. Miré a Uzui, que parecía completamente tranquilo y, a pesar de la situación, con esa postura arrogante que lo caracterizaba.

Uzui se cruzó de brazos y me observó con una sonrisa traviesa.

—Lo que pasa es que el plan cambió un poco, hermosa —dijo en su tono exageradamente alegre—. No puedo dejarte hacer esto sola, y pensé que quizás mis queridos subordinados de batalla también estarían interesados en una "pequeña aventura". Así que decidí que todos íbamos a infiltrarnos aquí. Esto va a ser más divertido de lo que pensaba.

Me quedé sin palabras por un momento, sin poder asimilar que mis tres compañeros estaban allí, aparentemente listos para unirse a la misión. Tanjiro parecía un poco incómodo, pero a la vez confiado. Zenitsu, por otro lado, no dejaba de quejarse de lo peligroso que parecía todo.

—¡¿Qué?! ¡Yo no estoy preparado para esto! —gritó Zenitsu, con una mezcla de miedo y desesperación en su voz-.

Inosuke, como siempre, no parecía inmutarse.

—¡Esto va a ser emocionante! ¡Más pelea, más aventura! —exclamó Inosuke, sonriendo de oreja a oreja. Parecía completamente emocionado ante la idea de infiltrarse en un lugar tan peligroso.

Yo los miraba en silencio, un nudo en el estómago formándose. No me esperaba para nada verlos aquí. Esto cambiaría todo.

—¿Así que este es el equipo que se me asignó? —pregunté, intentando mantener la calma, aunque mi tono denotaba sorpresa y confusión.