𝑳𝒂 𝒍𝒖𝒛 𝒒𝒖𝒆 𝒓𝒐𝒎𝒑𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 [𝑳𝑰𝑩𝑹𝑶 #1 - 𝑮𝑰𝒀𝑼]

CAPÍTULO 29

La mansión de Shinobu siempre me había parecido un refugio, un lugar lleno de calma y tranquilidad, un respiro que me permitía desconectarme un poco del peso de la responsabilidad que llevaba sobre mis hombros. Hoy, al menos por un rato, era todo lo que necesitaba. Quería disfrutar de un momento de paz antes de la inevitable tormenta que se avecinaba. Así que decidí visitar a Tanjiro, Zenitsu e Inosuke, quienes estaban alojados allí, como una forma de liberar la mente.

Cuando llegué, la casa estaba llena de vida, de risa y de voces familiares. Tanjiro, como siempre, estaba sonriendo, irradiando su energía positiva que tanto me reconfortaba. Al verme entrar, se levantó rápidamente.

— ¡Qué bueno verte! —dijo Tanjiro con su típica calidez, extendiendo los brazos como si me diera la bienvenida a casa.

No pude evitar sonreír, sintiendo que en su abrazo había algo de consuelo. No importaba cuán duras fueran las misiones o lo que el futuro deparara, Tanjiro siempre lograba aliviar mis preocupaciones con su bondad natural.

—Hola, Tanjiro. —respondí, abrazándolo con cariño, mientras sentía el peso de la incertidumbre en mi pecho desvanecerse un poco-. ¿Cómo van las cosas por aquí?

—Todo tranquilo —dijo, asintiendo con la cabeza, aunque no pude evitar notar que había una sombra de preocupación en sus ojos. Claro, era imposible que no estuviera al tanto de la gravedad de la situación.

Zenitsu, como siempre, se mostró un poco más animado al vernos.

—¡Ah, no me digas que vienes a robarle todo el protagonismo a Tanjiro! —exclamó con exagerada emoción, levantándose de su asiento—. Yo también estoy aquí, ¿sabes? ¡Dame un abrazo también! ¡Estoy sufriendo mucho más que todos ustedes!—

Reí ante su típica actitud, que, aunque fuera algo dramática, siempre lograba sacarme una sonrisa.

—Está bien, Zenitsu, ya voy, ya voy. —respondí entre risas, dándole un abrazo con la misma calidez que a Tanjiro. Zenitsu siempre necesitaba ese tipo de atención, aunque tratara de disimularlo con sus bromas.

Inosuke, que había estado observando todo en silencio desde su rincón, finalmente habló, su voz resonando con esa mezcla de desafío y arrogancia que tanto lo caracterizaba.

—¡Al menos no me olvides a mí! —dijo, cruzándose de brazos y mirando a Tanjiro y Zenitsu como si fueran los culpables de todo—. Aunque... no sé qué tan importante es un abrazo de todos ustedes. No me necesito de esos gestos débiles. ¡Soy el mejor de todos! —declaró con una sonrisa arrogante, pero que se desvaneció rápidamente al ver que ninguno de nosotros le prestaba demasiada atención.

Me acerqué a él y le palmeé la espalda con una sonrisa.

—¡Inosuke! ¿Cómo estás? —pregunté, disfrutando de su presencia tan enérgica, aunque a veces su forma de hablar tan ruda me hacía reír por dentro.

—¡Perfecto! —respondió, con una sonrisa feroz en su rostro—. Shinobu me ha estado enseñando algunas cosas interesantes. Este lugar está lleno de secretos, pero... ¿Qué hay de ti? ¿Por qué estás tan seria?

De alguna forma, en medio de toda su rudeza y su energía, Inosuke siempre lograba hacerme sonreír. No sabía si era su forma única de ver las cosas o su capacidad de mezclar seriedad con absurdos, pero sentía que su presencia me equilibraba de alguna manera.

—Nada, solo necesitaba verlos a ustedes. —respondí, apoyándome en el marco de la puerta mientras miraba a los tres chicos, que ya comenzaban a bromear entre ellos.

Tanjiro, al escuchar mi respuesta, se acercó con una sonrisa, pero esta vez parecía querer cambiar el tema de conversación.

—¿Te encuentras bien? Sabes que estamos aquí para lo que necesites, ¿verdad? —preguntó con una preocupación genuina. En su voz, la seriedad que trataba de ocultar era más que evidente. No era solo la misión lo que pesaba sobre mi mente, sino también los recuerdos, la presión de seguir adelante en medio de tantos desafíos.