CAPITULO 22

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Días después de mi encuentro con Senjuro, un sentimiento persistente me empujó a tomar una decisión que había estado postergando. Había algo que aún no había podido comprender del todo, algo que se me escapaba en el caos del dolor: ¿qué significaba la muerte de Kyojuro para todos los demás? ¿Para los cazadores de demonios? ¿Y cómo debía yo, como hermana adoptiva y miembro de este mundo, lidiar con su ausencia?

Así que un día decidí ir a ver a Kayaga Ubuyashiki, el líder de los cazadores de demonios. Sabía que era una figura reservada, alguien que prefería mantenerse alejado de la atención pública, pero sentí que tenía que hacer esa visita. Había muchas preguntas sin responder, y si alguien podría ayudarme a entender la magnitud de lo que había ocurrido, ese era él.

El camino hacia la mansión de los Ubuyashiki fue tranquilo, pero dentro de mí la ansiedad comenzaba a crecer. La muerte de Kyojuro no solo afectaba a su familia, sino a todos los que luchábamos contra los demonios, a todos los que compartíamos su misión. Cuando llegué, la casa estaba tan silenciosa como siempre. No me sorprendió. Aunque la mansión parecía llena de vida en ocasiones, siempre había una sensación de calma, casi de solemnidad, que la rodeaba.

Me recibieron con cortesía, y después de un breve tiempo esperando, fui conducida hasta donde Ubuyashiki estaba. No era una reunión planificada, pero había algo en mi mirada, algo urgente, que había hecho que aceptara mi visita sin mayores preguntas.

Kayaga Ubuyashiki estaba sentado en su oficina, con una expresión serena. Cuando entré, levantó la vista, y aunque su rostro no mostró una emoción particular, sus ojos tenían una calma sabia, como si ya hubiera previsto mi llegada.

-¿Y qué te trae por aquí? -preguntó con su voz tranquila, pero cargada de significado.

Me senté frente a él, sin saber muy bien por dónde empezar. El peso de mis pensamientos me embargaba, pero necesitaba hablar. Necesitaba entender. Y él, como líder, debía conocer las implicaciones de la pérdida de Kyojuro.

-Quiero hablar sobre Kyojuro -dije finalmente, con la voz más firme de lo que sentía por dentro-. Sobre su muerte, sobre lo que representa para todos nosotros. No puedo dejar de pensar en ello. He hablado con su familia, pero siento que algo falta.

Ubuyashiki asintió, sin interrumpirme. Había una serenidad en su presencia que de alguna forma calmaba mi turbulento corazón.

-Kyojuro Rengoku fue un pilar en todos los sentidos -comenzó a decir, sus palabras llenas de respeto-. Su valor, su determinación y su capacidad para inspirar a otros no tiene igual. La muerte de un hombre como él no es solo una pérdida personal, sino también una tragedia para la lucha contra los demonios. Pero sabemos que su sacrificio fue necesario.

-¿Necesario? -repetí, sintiendo que el dolor regresaba al pensar en cómo Kyojuro había luchado hasta su último aliento-. No puedo evitar sentir que hay más que eso. ¿Cómo seguimos adelante después de una pérdida tan grande?

. Después de un largo suspiro, habló con una calma impresionante.

-Lo sé. No es fácil aceptar la pérdida de un hombre tan valioso. Pero en este camino, todos los que luchamos, tarde o temprano, debemos enfrentar este sacrificio. Los pilares son las columnas que mantienen en pie a la sociedad de cazadores de demonios. Pero, al mismo tiempo, cada uno de nosotros es reemplazable, porque el mundo sigue girando, incluso cuando los más grandes caen. Kyojuro no lo hizo en vano, y su legado no morirá con él.

Mis ojos se llenaron de lágrimas al escuchar sus palabras. Sabía que lo que decía tenía sentido, que el sacrificio de Kyojuro no debía ser en vano. Pero al mismo tiempo, la realidad de que un hombre tan noble se hubiera ido de esa manera seguía desgarrándome por dentro.

𝑳𝒂 𝒍𝒖𝒛 𝒒𝒖𝒆 𝒓𝒐𝒎𝒑𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 [𝑳𝑰𝑩𝑹𝑶 #1 - 𝑮𝑰𝒀𝑼]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora