CAPÍTULO 95

49 2 0
                                        

Giyu no podía aceptar lo inevitable. Me colocó con cuidado en el suelo y comenzó a reanimarme, su mano temblorosa presionando mi pecho mientras murmuraba:

—No te atrevas a dejarme… ¡No ahora! ¡No después de todo! —Su voz estaba llena de desesperación mientras alternaba compresiones con respiraciones, sus lágrimas cayendo sobre mi rostro inerte.

Cada vez que sus esfuerzos no obtenían respuesta, su desesperación crecía más. Una sombra apareció detrás de él, y mi padre, con el rostro empapado de lágrimas pero lleno de una firmeza dolorosa, se acercó y colocó una mano en el hombro de Giyu.

—Tomioka, basta… —dijo mi padre con un tono bajo y quebrado.

—¡No! ¡No voy a rendirme! —gritó Giyu, rechazando la intervención de mi padre mientras continuaba con sus intentos.

—Ella ya no está… —La voz de mi padre tembló, pero se mantuvo firme mientras apretaba el hombro de Giyu con más fuerza.

Giyu se detuvo un momento, su respiración agitada y su rostro lleno de lágrimas. Miró a mi padre con incredulidad, como si sus palabras fueran una mentira cruel.

—¡No lo entiendes! ¡Yo puedo salvarla! ¡Tengo que salvarla! —exclamó, volviendo a inclinarse sobre mí, su mano aún tratando de traerme de vuelta.
Mi padre lo agarró con más fuerza, esta vez empujándolo suavemente hacia atrás.

—Tomioka… déjala ir. Ella cumplió su propósito. Está en paz.

Las palabras de mi padre finalmente comenzaron a calar en Giyu, quien cayó de rodillas junto a mi cuerpo, su mano cubriendo su rostro mientras sollozaba incontrolablemente.

—Yo no quería que fuera así… Yo quería… que estuviéramos juntos… —dijo con una voz rota.

Mi padre también cayó de rodillas a mi lado, acariciando mi cabello con una mezcla de amor y dolor indescriptible.

—Ella te amó, Giyu. Y lo último que quiso fue que siguieras adelante… Ella lo dio todo por nosotros. Ahora, debemos honrar su sacrificio.

Giyu permaneció allí, incapaz de moverse, mientras mi padre y los demás cazadores comenzaban a prepararse para llevar mi cuerpo. El amanecer iluminaba el campo de batalla, bañando todo en un resplandor dorado, como si el sacrificio final hubiera traído una nueva luz al mundo.

≫ ──── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──── ≪

Tanjiro llegó tambaleándose, con las marcas de la batalla aún visibles en su cuerpo. Al ver a Giyu de rodillas, devastado junto a mi cuerpo, su rostro se llenó de tristeza. Lentamente, se acercó y colocó una mano en el hombro de Giyu, con una voz suave pero firme.

—Tomioka-san… ella dio todo por nosotros. Por la humanidad. Por ti. No creo que quisiera verte así…

Giyu levantó la mirada, sus ojos inundados de lágrimas, pero no dijo nada. Solo apretó su puño, intentando contener el dolor que parecía devorarlo por dentro.

Sanemi llegó poco después, su rostro endurecido por la pérdida, pero esta vez no mostró su habitual rudeza. Se arrodilló junto a Giyu y habló con un tono sorprendentemente calmado.

—Lo siento, Tomioka… ella era increíble. No solo como cazadora, sino como persona. Fue más fuerte que cualquiera de nosotros. Sé que no puedo imaginar lo que sientes, pero… debes mantenerte en pie. No por ti, sino por ella.

Genya, con lágrimas silenciosas cayendo por sus mejillas, se colocó junto a Sanemi. Aunque no era bueno con las palabras, simplemente asintió.

—Ella salvó mi vida… y también la tuya, Tomioka-san. Si sigues adelante, será porque eso es lo que ella quería.

𝑳𝒂 𝒍𝒖𝒛 𝒒𝒖𝒆 𝒓𝒐𝒎𝒑𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 [𝑳𝑰𝑩𝑹𝑶 #1 - 𝑮𝑰𝒀𝑼]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora