CAPÍTULO 90

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El aire de la sala parecía detenerse cuando Kokushibo dio un paso hacia mí, sus ojos múltiples brillando con una mezcla de desprecio y curiosidad. Mi respiración se aceleró al escuchar sus palabras, cada una de ellas perforando mi calma como si fueran cuchillas.

—Rengoku... —pronunció lentamente, dejando que mi apellido resonara con una mezcla de burla y condescendencia—. Veo que has superado rápidamente la pérdida de tu primer hijo. Qué resiliencia tan... fascinante.

Sus palabras me golpearon como un relámpago. Mi cuerpo se tensó al instante, y mi katana tembló en mis manos, no por miedo, sino por la rabia que comenzaba a arder en mi interior.

—¿Qué estás diciendo...? —logré articular, aunque ya sabía exactamente a qué se refería.

Kokushibo esbozó una sonrisa fría y siniestra, inclinando ligeramente la cabeza como si estuviera disfrutando de mi reacción.

—Oh, no finjas ignorancia. Es evidente que llevas otra vida dentro de ti. El aroma, tu aura... incluso tus movimientos revelan tu estado. No puedes ocultarlo de alguien como yo.

Gyomei, quien había estado observando con atención, levantó su voz con firmeza.

—¡Basta de provocaciones, Kokushibo! No somos vulnerables a tus palabras. Si buscas distraernos, has fallado.

Pero Kokushibo no apartó sus ojos de mí, ignorando completamente a Gyomei y Muichiro, como si yo fuera el único objetivo de su atención.

—Es fascinante cómo los humanos se aferran a algo tan frágil como la vida, incluso en medio de la guerra. ¿Acaso esperas sobrevivir a este encuentro, niña? ¿Esperas que ese hijo nazca en un mundo donde yo y Muzan no existamos?

Cada palabra suya alimentaba mi furia, pero también me hacía recordar lo que estaba en juego. Apreté los dientes y aferré mi katana con más fuerza, obligándome a mantener la calma.

—¡No importa lo que digas, Kokushibo! ¡Nunca entenderás lo que es luchar por algo más grande que uno mismo! ¡Ni yo ni mi hijo seremos tus víctimas! —grité, dejando que la llama de mi determinación ardiera en mis palabras.

Muichiro, quien había estado en silencio, dio un paso al frente, su mirada gélida y concentrada.

—No le des más tiempo para provocarte. Este es su truco. Su fortaleza no está solo en su espada, sino en su capacidad para desestabilizar a sus oponentes.

Gyomei asintió, levantando su arma con una determinación inquebrantable.

—Pelearemos juntos. Su objetivo es quebrar nuestra unión. No lo permitiremos.

Kokushibo soltó una risa baja y profunda, como si estuviera entretenido por nuestra resistencia.

—Entonces vengan, pequeños mortales. Muéstrenme cuánto significan sus vidas... y qué tan lejos están dispuestos a llegar para protegerlas.

Respiré profundamente, dejando que el calor de mi ira y mi amor por los que amaba se fusionaran en una sola fuerza. Miré a Gyomei y Muichiro, quienes me devolvieron una mirada de apoyo y confianza.

—Vamos a derrotarlo, juntos. —Mi voz resonó con fuerza mientras daba el primer paso hacia Kokushibo, lista para enfrentar al enemigo más poderoso que había encontrado hasta ahora.
El choque de nuestras katanas con la suya resonó como un trueno en la vasta y oscura fortaleza. Kokushibo se movía con una gracia aterradora, cada uno de sus ataques impregnado de precisión y una fuerza devastadora que ponía a prueba nuestra resistencia.

Gyomei lideraba la ofensiva con su inmenso poder y su maestría en el manejo de su hacha-cadena, utilizando movimientos calculados para bloquear los ataques de Kokushibo y crear aberturas.

𝑳𝒂 𝒍𝒖𝒛 𝒒𝒖𝒆 𝒓𝒐𝒎𝒑𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 [𝑳𝑰𝑩𝑹𝑶 #1 - 𝑮𝑰𝒀𝑼]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora