CAPÍTULO 83

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Cuando terminé de observar a los cazadores recuperar un poco el aliento después del calentamiento, di un paso al frente y levanté la voz para captar su atención.

—Ahora que sus cuerpos están activados, es momento de pasar a la segunda etapa del entrenamiento. Aquí no solo fortaleceremos sus músculos, sino también su coordinación, velocidad y precisión. Estas habilidades son esenciales para enfrentar demonios, especialmente aquellos más rápidos y fuertes que no les darán una segunda oportunidad.

Hice un gesto para que se formaran en líneas. Mientras se organizaban, caminé hacia un conjunto de postes de madera que habíamos preparado con anticipación. Algunos tenían pesos colgantes, otros pequeños objetivos móviles. Mi padre había ayudado a diseñar estos dispositivos con base en los entrenamientos que él mismo había realizado como Pilar de la Llama.

—La segunda etapa se enfocará en tres ejercicios principales —expliqué, señalando los postes—. Velocidad, fuerza de ataque y precisión. Divídanse en grupos de cuatro, y cada grupo se dirigirá a una estación diferente. Trabajaremos en rotaciones.

Algunos cazadores murmuraron entre sí, pero se apresuraron a seguir mis órdenes. Mi padre observaba desde una posición estratégica, evaluando a cada uno de ellos, aunque también noté que de vez en cuando dirigía su mirada hacia mí, probablemente asegurándose de que lideraba con eficacia.

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En la primera estación, los cazadores debían correr a máxima velocidad por un recorrido de obstáculos diseñado para imitar los terrenos irregulares de los bosques y montañas. Había troncos que saltar, cuerdas que esquivar y áreas estrechas donde debían maniobrar rápidamente.

—Deben imaginar que un demonio los está persiguiendo —les dije mientras observaba—. Si se detienen o tropiezan, no sobrevivirán. ¡Más rápido, no pierdan el ritmo!

Un cazador tropezó con una cuerda, cayendo de rodillas. Me acerqué de inmediato.

—¿Estás bien? —pregunté, aunque mi tono seguía siendo firme.

—S-sí, señorita Rengoku —respondió, poniéndose de pie rápidamente.

—Bien. Entonces sigue. En una batalla real, no tendrás tiempo de lamentarte.

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En la segunda estación, los cazadores golpeaban postes de madera reforzada, algunos con pesos que ofrecían resistencia. Debían usar sus espadas o incluso sus manos desnudas para medir y mejorar la fuerza de sus ataques.

—¡Quiero golpes fuertes y consistentes! —grité mientras observaba cómo atacaban los postes—. Cada golpe debe ser mortal. Si no pueden cortar un poste, ¿cómo esperan atravesar el cuello de un demonio?

Algunos comenzaron a perder fuerza tras los primeros intentos. Me acerqué a uno de ellos y demostré un golpe fuerte con mi propia espada, partiendo el poste en dos.

—Así es como debe hacerse. Usen todo su cuerpo, no solo los brazos. ¡Otra vez!

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La tercera estación era quizás la más complicada. Los cazadores debían acertar en objetivos móviles que oscilaban o giraban rápidamente. Era un ejercicio que ponía a prueba no solo su precisión, sino también su concentración bajo presión.

—Un ataque certero puede ser la diferencia entre la vida y la muerte —dije mientras observaba a uno de ellos errar su golpe—. No sirve de nada ser rápido o fuerte si no pueden acertar donde importa. Respiren, cálmense y apunten.

𝑳𝒂 𝒍𝒖𝒛 𝒒𝒖𝒆 𝒓𝒐𝒎𝒑𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 [𝑳𝑰𝑩𝑹𝑶 #1 - 𝑮𝑰𝒀𝑼]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora