CAPITULO 18

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No podía apartar mis ojos de su rostro mientras pronunciaba esas palabras. "NECESITÓ QUE ESTES TRANQUILA." ¿Cómo se supone que haga eso cuando sé que algo terrible está a punto de salir de su boca?

Sentí el frío recorrer mi espalda, y aunque intenté mantenerme firme, mis piernas comenzaron a temblar. Quise preguntar, gritarle incluso, pero mi garganta estaba cerrada. Él bajó la mirada, incapaz de sostener mi incredulidad, y en ese momento lo supe: la noticia era tan devastadora como temía.

–Es Rengoku... –tragó saliva y cerró los ojos por un segundo, como si decirlo fuera más doloroso para él que para mí–... falleció en la misión.

No entendí al principio. Mi mente rechazaba esas palabras como si fueran ajenas a la realidad. Era como si estuviera hablando de alguien más, de una persona lejana, desconocida.

–No... – mi voz sonó débil, casi inaudible. Di un paso atrás, tambaleándome-. No, él no puede...

–[TN] –me interrumpió suavemente, su voz cargada de culpa-. Lo siento. Él dio todo de sí para proteger a los demás. Se enfrentó a un demonio de rango superior y...

–¡No puede ser!– grité, sintiendo que mi pecho se desgarraba por dentro. Las lágrimas brotaron sin control, empañando mi visión mientras buscaba alguna señal en su rostro que desmintiera lo que acababa de decir. Pero no había mentira en sus ojos. Solo una tristeza abrumadora que confirmaba lo que yo no quería aceptar

Uzui no se movió. No intentó acercarse, no intentó detenerme. Solo me miraba, su rostro reflejando la misma angustia que yo sentía, pero él ya había aceptado la verdad. Y yo no podía. Me dejé caer al suelo, incapaz de sostenerme. Mi hermano, el hombre que había sido mi refugio, mi guía, mi familia... se había ido. Un dolor indescriptible invadió mi pecho, como si me estuvieran arrancando el corazón.

Él se agachó frente a mí, extendiendo una mano para apoyarme, pero la aparté con un movimiento brusco.

–[TN]... lo siento. Nadie sabía que ese demonio estaría allí. Rengoku... Rengoku protegió a los demás en ese tren, el dio su vida por ellos, nadie de esos pasajeros falleció...

Mi dolor era más grande que cualquier otra cosa en ese momento. Me levanté lentamente, apartando las lágrimas de mis mejillas, aunque seguían cayendo sin control.

–Déjame sola –dije con frialdad.

Él no dijo nada más. Se levantó, dio un paso atrás y se marchó, dejándome allí, rota y sola en medio de la plaza.

El mundo seguía girando a mi alrededor, ajeno a la tragedia que acababa de golpearme. La gente seguía caminando, comprando, hablando... pero para mí, todo se había detenido. Lo único que podía hacer era mirar el suelo, sintiendo cómo mi pecho se comprimía más y más.

Había perdido a mi familia una vez, y ahora, lo había perdido todo de nuevo.Mis manos, temblorosas, se alzaron hacia mi rostro, pero no podía dejar de llorar. Mis lágrimas caían como si ya no tuviera control sobre ellas. Todo el cuerpo me dolía, como si la tierra misma estuviera presionando sobre mi pecho, tratando de aplastarme. ¿Por qué? ¿Por qué ahora? ¿Por qué a Kyojuro?

Lo había perdido todo.
No me importaba lo que pasaba a mi alrededor, inconsciente de los murmullos y miradas curiosas que los transeúntes me lanzaban. El dolor me envolvía, me consumía de una manera que no sabía si era real. Todo en mi interior quería estallar. Quería gritar, maldecir, hacer que el mundo me escuchara, pero lo único que podía hacer era llorar, llorar hasta perderme en mi propio lamento.

"Él salvo a todos en ese tren..." Las palabras de Uzui retumbaban en mi mente una y otra vez, como un eco cruel que no dejaba de atormentarme. Él lo había sacrificado su vida por otros, por los que amaba, por su deber. ¿Y yo qué? ¿Qué quedaba de mí ahora? ¿Qué hacía yo con todo este vacío que se tragaba mi ser?

Regrese a mi mansion, tratando de asimilar lo ocurrido con Kyojuro, hasta que una vos me sacó de mi trance...

–[TN]... –dijo una voz baja, casi cautelosa.

Mi cabeza se giro lentamente y mis ojos vieron a Giyu, al parecer el comprendía mi dolor, la noticia de la muerte de Kyojuro al parecer ya había llegado a todos los lugares de la cofradia cazademonios. Me quedé en silencio, sin saber qué hacer, sin saber qué decir. Los sollozos seguían interrumpiendo mi respiración, y mi cuerpo no parecía responder a las órdenes de mi mente. Mi dolor era mi única compañía. El desconocido no dijo nada más al principio, solo se quedó allí, mirándome, con una calma que contrastaba con el caos en mi interior.

Después de lo que me pareció una eternidad, habló nuevamente.

–Sé lo que estás sintiendo –dijo, con una voz tan suave que apenas llegaba a mis oídos–. No quiero ser insensible, ni pretender que entiendo tu dolor. Pero sé lo que significa perder a alguien a quien amas.

Me gire hacia el, mi mente estaba abrumada, más sin embargo escuché las palabras que salieron de su boca

–Hace años... –continuó, con la voz cargada de melancolía–. Yo también perdí a alguien cercano. Un amigo. Era como un hermano para mí, y... la forma en que se fue, la forma en que lo perdí, me deshizo por completo. Durante mucho tiempo, viví en la negación. Pensé que si me mantenía ocupado, si ignoraba el dolor, todo pasaría. Pero no lo hizo. Nunca lo hizo.

Me quedé en silencio, observando cómo hablaba, sus palabras calando en mí de una manera que no esperaba. Pero, al mismo tiempo, la sinceridad en su mirada me traspasaba. Era como si su dolor fuera tan profundo como el mío, como si ambos estuviéramos atrapados en un mismo abismo.

–Tú, como yo, no puedes huir del dolor. Es algo que tienes que atravesar, paso a paso. Y aunque parece que no hay salida, con el tiempo, aprenderás a vivir con él.

Esas palabras me golpearon con fuerza. Aprender a vivir con el dolor... ¿cómo podía hacerlo? ¿Cómo podía aprender a vivir sin Kyojuro, a vivir con la constante ausencia de su risa, de sus bromas, de su presencia en mi vida? No quería esa vida. No podía.

–Pero eso no significa que tengas que hacerlo sola –agregó, como si leyera mis pensamientos-. Tienes a los que te rodean, [TN], y me tienes a mi. Y aunque el dolor sea lo único que sientas ahora, hay quienes quieren estar contigo para ayudarte a cargarlo.

Me sentí culpable por seguir en silencio. Kyojuro nunca habría querido que me hundiera en la desesperación, y aún así, no podía encontrar fuerzas para salir de este agujero oscuro. Mi hermano siempre fue mi apoyo, mi bastón en los momentos más oscuros. Y ahora él ya no estaba, y yo no sabía cómo continuar.

Giyu trato de hacercarse a mi para abrazarme,y tratar de apaciguar un poco el dolor que me consumía por dentro, mas sin embargo debido a toda esa rabia, dolor y tristeza que me estaban consumiendo por dentro di un paso atrás, negando su abrazo.

–Yo no quiero que me toques –murmuré, mi voz rota. Era lo único que podía decir.

Giyu asintio con una expresion absoluta, no me presionó, el entendía la magnitud de lo que yo estaba sintiendo en estos momentos, sabía que no sería nada fácil para mi enfrentarme a mi nueva vida, con la ausencia de Kyojuro.
Las lágrimas comenzaron a menguar, aunque mi cuerpo seguía temblando. Antes de retirarme de la presencia de Giyu para ir a mi mansion las palabras que salieron de mi boca fueron

–Por favor vete, necesito estar sola–...

𝑳𝒂 𝒍𝒖𝒛 𝒒𝒖𝒆 𝒓𝒐𝒎𝒑𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 [𝑳𝑰𝑩𝑹𝑶 #1 - 𝑮𝑰𝒀𝑼]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora