Aquella noche, Giyu, exhausto después de horas de lamentos y recuerdos, finalmente cerró los ojos, cayendo en un sueño profundo. Pero no fue un sueño cualquiera. En ese espacio entre la conciencia y el descanso, el mundo parecía cálido, como si una brisa suave acariciara su rostro.
Cuando abrió los ojos, no estaba en su mansión. Se encontraba en un campo verde, rodeado de flores danzantes que se movían al compás del viento. Al principio, pensó que estaba solo, pero entonces te vio.
Estabas allí, de pie bajo un cerezo en flor, con la misma sonrisa que siempre había amado. Vestías un kimono blanco sencillo, que parecía irradiar luz propia. Giyu sintió que su corazón se detenía por un instante.
—Tú... —susurró, incrédulo, mientras daba un paso hacia ti. Sus labios temblaron, y sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.
—Giyu... —dijiste con una voz tan suave y cálida que parecía envolverlo. Le extendiste una mano, invitándolo a acercarse.
Él no lo dudó. Caminó hacia ti como si el mundo dependiera de ello. Cuando estuvo frente a ti, se quedó sin palabras, simplemente observándote como si quisiera memorizar cada detalle de tu rostro.
—¿Por qué...? ¿Por qué te fuiste? —preguntó, su voz rota por el dolor que aún lo consumía.
Bajaste la mirada por un momento, tu expresión reflejando una mezcla de tristeza y amor.
—No fue mi elección, Giyu. Pero entiendo lo que sientes. Por eso estoy aquí. Quiero pedirte perdón.
Giyu negó con la cabeza de inmediato.
—No tienes que disculparte. Yo fui quien falló. No pude protegerte, no pude proteger a nuestro hijo...
Pusiste una mano en su rostro, obligándolo a mirarte a los ojos.
—Escúchame, por favor. No quiero que te culpes más. Hiciste todo lo que pudiste, más de lo que nadie podría haber hecho. Pero la vida no siempre es justa. Y aunque me duele haberte dejado, quiero que sepas que nunca dejé ni dejare de amarte.
Giyu apretó los puños, luchando contra las emociones que lo abrumaban.
—Siempre soñé con formar una familia contigo —dijo en un susurro.
Sonreíste suavemente, con un brillo melancólico en tus ojos.
—Lo sé. Yo también. Pero ahora, quiero que sigas adelante. Quiero que encuentres la paz y la felicidad que mereces. Quiero que formes esa familia que tanto soñaste, aunque no sea conmigo.
Giyu sintió como si su corazón se rompiera nuevamente.
—¿Cómo podría? ¿Cómo podría amar a alguien más?
Tu mano acarició suavemente su mejilla, y tu sonrisa se amplió.
—Porque tienes un corazón lleno de amor, Giyu. No permitas que el dolor lo consuma. Vive por ti, por lo que compartimos, y por lo que aún está por venir. No te aferres a los recuerdos de lo que no pudo ser.
El viento sopló más fuerte, y empezaste a desvanecerte, las flores del cerezo cayendo alrededor de ti.
—No te vayas... —susurró él, extendiendo una mano hacia ti.
Le sonreíste una última vez.
—Siempre estaré contigo, Giyu. Pero ahora es tiempo de que sigas adelante. Te amo.
Con esas palabras, desapareciste, dejando a Giyu de pie en el campo, rodeado por un silencio abrumador.
Cuando despertó, el amanecer comenzaba a iluminar su habitación. Miró a su alrededor, sintiendo aún el calor de tu toque en su mejilla. Aunque el dolor seguía presente, algo en él había cambiado.
—Siempre estarás conmigo —murmuró, mirando al cielo a través de la ventana.
Ese día, Giyu decidió que haría todo lo posible por honrar tu memoria, por vivir una vida digna de los sueños que habían compartido.
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El día era tranquilo, con un cielo despejado que parecía extenderse hasta el infinito. El suave sonido del viento rozando las hojas de los árboles acompañaba los pasos de Giyu mientras se adentraba en el cementerio. Vestía su uniforme de cazador, limpio y cuidado, como si quisiera presentarse ante ti con la misma dignidad que siempre había llevado.
Al llegar a tu tumba, se detuvo por un momento, observando la lápida donde estaba grabado tu nombre. La suave brisa llevó consigo el aroma de las flores que había traído: las mismas que sabías que él nunca admitía que eran sus favoritas, pero que siempre escogía para ti.
Se arrodilló frente a tu tumba, colocando cuidadosamente las flores sobre la tierra. Por un instante, permaneció en silencio, con la cabeza gacha, como si buscara las palabras correctas en su corazón.
—Han pasado varios meses desde que te fuiste —comenzó, su voz apenas un susurro, pero cargada de emoción—. Cada día sin ti ha sido una batalla diferente. He intentado seguir adelante, como tú querías, pero no pasa un momento en el que no te extrañe.
Se quedó en silencio, cerrando los ojos mientras el viento acariciaba su rostro, como si sintiera tu presencia junto a él.
—Leí tu carta —continuó, con un temblor en su voz—. Supe la verdad que escondías, sobre nuestro hijo... Y aunque me duele profundamente no haber estado ahí para protegerlos, también me llena de orgullo saber cuánto amor llevabas en tu corazón. Siempre pensaste en los demás antes que en ti misma, incluso en tus últimos momentos.
Giyu apretó su puño, luchando contra las lágrimas que se acumulaban en sus ojos.
—Sé que me pediste que siguiera adelante, que encontrara la paz y construyera una vida nueva. Pero debo ser honesto contigo, no sé si podré hacerlo. Mi corazón aún te pertenece, completamente.
El viento se detuvo por un instante, como si incluso la naturaleza contuviera el aliento para escuchar sus palabras.
—Sin embargo, quiero que sepas algo —prosiguió, levantando la mirada hacia la lápida—. Si hay algo más allá de esta vida, si existe una posibilidad de que podamos encontrarnos de nuevo, sé que volveré a enamorarme de ti. Una y otra vez, sin importar cuántas vidas tenga que vivir.
Su voz se rompió al final, y una lágrima solitaria recorrió su mejilla. Con su mano temblorosa, tocó la lápida, como si pudiera sentirte a través de ella.
—Te amo, y siempre te amaré. Gracias por haber sido parte de mi vida, por enseñarme lo que es el amor verdadero. Prometo que nunca olvidaré los momentos que compartimos, ni los sueños que tuvimos.
El sol comenzó a ponerse en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos cálidos que iluminaban suavemente el lugar. Giyu se quedó allí, en silencio, permitiendo que la paz del momento lo envolviera.
Antes de irse, colocó una mano sobre su corazón y murmuró:
—Hasta que nos volvamos a encontrar.
Se levantó lentamente, dio un último vistazo a tu tumba y se marchó, su silueta perdiéndose entre los senderos del cementerio mientras el crepúsculo caía. Aunque su corazón seguía cargado de tristeza, algo en su interior había cambiado. Sabía que, de algún modo, siempre estarías con él.
Fin...
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𝑳𝒂 𝒍𝒖𝒛 𝒒𝒖𝒆 𝒓𝒐𝒎𝒑𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 [𝑳𝑰𝑩𝑹𝑶 #1 - 𝑮𝑰𝒀𝑼]
РазноеUn joven frío y reservado, marcado por la pérdida de su familia y el sacrificio de su mejor amigo, vive aislado del mundo, incapaz de expresar sus emociones. Su vida cambia cuando conoce a una chica llena de carisma y belleza, quien lo recuerda de u...
![𝑳𝒂 𝒍𝒖𝒛 𝒒𝒖𝒆 𝒓𝒐𝒎𝒑𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 [𝑳𝑰𝑩𝑹𝑶 #1 - 𝑮𝑰𝒀𝑼]](https://img.wattpad.com/cover/380634200-64-k751033.jpg)