CAPÍTULO 28

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Giyu y yo nos encontramos en el pequeño jardín trasero de la mansión, sentados sobre el césped cubierto de flores. A pesar de ser un día tan común, había algo especial en ese instante, algo que solo nosotros dos podíamos comprender. Entre las ramas de los árboles se filtraba la luz dorada del atardecer, y Giyu, usualmente tan callado, parecía estar más relajado de lo habitual. Me miraba con esa misma seriedad de siempre, pero había algo diferente en su mirada, un toque de suavidad que no había visto antes.

—No te vayas a ir —dijo de repente, su tono grave, pero sin esa frialdad que lo caracterizaba.

Lo miré, sorprendida por su comentario. Era extraño escuchar algo tan directo de él. No era de hacer promesas o demostraciones de afecto, y aunque sus palabras eran sencillas, mi corazón dio un vuelco.

—No me iré —respondí con una sonrisa, aunque, en el fondo, sabía que nuestra vida era incierta. Las misiones siempre amenazaban con separarnos. Pero quería que él supiera que, mientras estuviéramos juntos, esa promesa tenía un peso real.

Giyu asintió lentamente, como si sus palabras fueran lo único que necesitaba escuchar en ese momento.

—Lo bueno de esto... -continuó él, de manera casi imperceptible— es que ahora, aunque los demonios sigan atacando, siempre tendremos estos momentos de paz. Y quiero aprovecharlos.

Pude ver cómo se relajaba un poco más, cómo se permitía estar a mi lado, sin la constante vigilancia de su puesto como Hashira del Agua. Era un cambio sutil, pero significativo. Y en mi corazón, sabía que la relación que estábamos construyendo era más fuerte que cualquier batalla que pudiéramos enfrentar.

Sin embargo, justo cuando la tranquilidad comenzaba a ser casi palpable, una sombra apareció en nuestro pequeño refugio de paz.

—¡Vaya, vaya! ¿Qué tenemos aquí? —La voz vibrante y energética de Uzui Tengen cortó el aire como una espada, rompiendo nuestra burbuja de tranquilidad.

Ambos nos giramos, y ahí estaba él, con su habitual actitud ostentosa. Su cabello largo y multicolor brillaba bajo la luz del sol, y su sonrisa, tan exagerada como siempre, brillaba más que el propio sol.

—¡Así que están disfrutando de un momento romántico, eh! —rió Uzui, cruzándose de brazos mientras nos observaba. La forma en que nos miraba no dejaba lugar a dudas de que su mente estaba llena de bromas pesadas.

Giyu suspiró, aunque su rostro seguía imperturbable. Era evidente que no le agradaba demasiado ser interrumpido, pero también sabía que discutir con Uzui era casi imposible. Yo, por otro lado, sentí que el rubor me subía por el cuello. No estaba acostumbrada a que nuestra relación fuera el centro de las bromas de otros.

—No hagas comentarios fuera de lugar, Uzui —dije, intentando desviar la conversación, aunque no pude evitar reír un poco por lo absurdo de la situación.

Uzui no se detuvo y dio un paso más cerca, colocando sus manos detrás de su cabeza, adoptando una postura relajada y despectiva.

—¡Venga! —continuó con su tono burlón—. ¿Así que Giyu también tiene su corazoncito? No me digas que el hombre que nunca sonríe ahora está enamorado. ¡Qué emocionante! Me imagino que los dos deben ser la pareja perfecta. Ella tan ardiente, tú tan... serio. ¡Es la combinación más explosiva!, ¡al parecer tu te quedaste con mi cuarta esposa!

Giyu se quedó en silencio, pero pude notar cómo sus hombros se tensaban, un claro indicio de que la situación le estaba incomodando. Era raro verlo tan afectado por algo que no fuera el peligro inmediato, pero supongo que cuando se trataba de algo tan personal, no era tan fácil de ignorar.

𝑳𝒂 𝒍𝒖𝒛 𝒒𝒖𝒆 𝒓𝒐𝒎𝒑𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 [𝑳𝑰𝑩𝑹𝑶 #1 - 𝑮𝑰𝒀𝑼]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora