CAPITULO 65

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El silencio en la habitación era sofocante, apenas roto por el sonido de mi respiración irregular. Había llorado tanto que mis ojos ardían, y mi cuerpo, debilitado por el dolor físico y emocional, apenas podía moverse.

Suspiré profundamente, sin siquiera mirarlo. No sabía cómo responder a esa pregunta. ¿Cómo se supone que debía sentirme después de perderlo todo? Después de perder al bebé que llevaba dentro de mí, y al hombre con el que había soñado construir un futuro.

—Vi cómo Giyu salió de aquí. Parecía... destruido.

Mis manos se tensaron sobre las sábanas al escuchar su nombre. Una oleada de rabia y dolor me recorrió el cuerpo, y no pude evitar levantar la voz, aunque mi garganta se sentía seca.

—No quiero volver a verlo —dije, con firmeza, aunque las lágrimas comenzaron a caer nuevamente—. No después de lo que dijo, después de cómo me trató.

Shinjuro frunció el ceño, pero no parecía sorprendido por mis palabras.

—Hija... —comenzó, el tono de su voz lleno de cuidado—. Sé que estás pasando por un momento difícil. Sé lo que significa perder algo tan importante. Pero... ¿estás segura de que eso es lo que quieres?

—¡Sí! —grité, mi voz rompiéndose al final—. No puedo perdonarlo, padre. No puedo olvidar las palabras que me dijo. Dijo que se arrepentía de haberse enamorado de mí, de nuestro bebé. ¿Cómo voy a confiar en alguien que dijo algo así?

Shinjuro suspiró profundamente, llevándose una mano al rostro como si intentara procesar lo que acababa de escuchar.

—A veces, en el calor del momento, decimos cosas que no queremos. Palabras que ni siquiera entendemos hasta que es demasiado tarde —dijo con seriedad, mirándome directamente a los ojos—. Pero también entiendo que esas palabras duelen más que cualquier herida física.

—No es solo eso... —mi voz se suavizó, el dolor en mi pecho creciendo—. Él no confió en mí, no me apoyó. Siempre fue tan... frío, tan distante cuando más lo necesitaba. No puedo... no puedo vivir con alguien así.

Shinjuro asintió nuevamente, pero no intentó convencerme de lo contrario. En cambio, colocó una mano pesada y cálida sobre la mía.

—Te apoyaré en lo que decidas -dijo, su voz llena de sinceridad—. Si no quieres volver a verlo, no lo harás. Pero quiero que pienses en ti misma, en lo que realmente necesitas. No tomes decisiones basadas solo en el dolor, hija.

Sus palabras me hicieron llorar aún más, porque sabía que tenía razón en cierto modo. Pero el dolor seguía siendo demasiado grande, demasiado reciente como para siquiera considerar perdonar a Giyu.

—Por ahora... no quiero saber nada de él —susurré, sintiéndome exhausta—. No quiero verlo. No quiero hablarle.

Shinjuro me abrazó entonces, un gesto inesperado pero cálido. No dijo nada más, solo me sostuvo mientras sollozaba en su pecho, dejando salir todo lo que había estado reprimiendo. Aunque mi corazón estaba roto, sentí un pequeño consuelo en su apoyo incondicional.

Al menos, en ese momento, no estaba completamente sola.

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Tengen caminó con paso decidido hacia la mansión de Giyu. El cielo estaba nublado, reflejando el ambiente tenso que había envuelto la situación desde que todo había sucedido. Tengen había decidido que no podía quedarse al margen, no cuando ambos, tanto tú como Giyu, estaban en este estado de autodestrucción emocional.

𝑳𝒂 𝒍𝒖𝒛 𝒒𝒖𝒆 𝒓𝒐𝒎𝒑𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 [𝑳𝑰𝑩𝑹𝑶 #1 - 𝑮𝑰𝒀𝑼]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora