El mundo se desvanecía a mi alrededor, pero podía sentir las manos de Giyu presionando mi herida, temblorosas y cálidas. Su voz, normalmente tranquila y contenida, estaba cargada de una mezcla de desesperación y determinación.
-No me hagas esto. No te atrevas a rendirte. Por favor, aguanta.
Sus palabras eran un eco en la bruma que nublaba mis sentidos, pero había algo en su tono que me aferraba a la delgada línea entre la vida y la muerte. Quería responder, decirle que no me daría por vencida, pero mi cuerpo ya no me obedecía.
Giyu se inclinó sobre mí, su rostro casi tocando el mío mientras sus ojos recorrían cada centímetro de mi herida, buscando cualquier forma de detener la hemorragia. Arrancó parte de su uniforme, improvisando un torniquete que ató con fuerza alrededor de mi abdomen. Cada movimiento suyo estaba cargado de urgencia, y podía ver que estaba luchando contra el miedo que lo acechaba.
-Solo un poco más... -susurró, como si intentara convencerse a sí mismo de que habría tiempo, de que aún podía salvarme.
El cuervo mensajero volvió a graznar desde un árbol cercano. Giyu lo miró, y con un gesto rápido le envió un mensaje.
-¡Busca ayuda, ahora! -ordenó con voz firme, aunque sus ojos brillaban con una mezcla de rabia y angustia.
El cuervo partió, sus alas batiendo con fuerza contra la noche, pero Giyu no esperó. Sabía que en este tipo de situaciones, cada segundo contaba. Me levantó cuidadosamente, como si temiera que cualquier movimiento pudiera romperme. La sangre seguía fluyendo, empapando su uniforme y mezclándose con el sudor de su frente. Sentí su calor contra mi piel fría mientras me sostenía cerca de su pecho.
-No voy a perderte. No a ti también - dijo entre dientes, su voz cargada de una promesa inquebrantable.
Comenzó a moverse rápidamente, llevándome hacia un claro en el bosque donde la luna iluminaba con mayor intensidad. Cada paso suyo resonaba en mi mente como un eco distante. Su respiración era pesada, pero no se detenía. Podía sentir su corazón latiendo frenéticamente, como si estuviera luchando contra el tiempo mismo.
-Escucha mi voz -dijo, inclinándose hacia mí mientras seguía corriendo-. Quédate conmigo. Prometiste no dejarme solo, ¿recuerdas?
Quería responderle, pero mis párpados se sentían como si pesaran toneladas. La oscuridad seguía tirando de mí, pero había algo en su tono, en su determinación, que me obligaba a aferrarme. Por él.
Finalmente, Giyu llegó al claro. Me acostó suavemente en el suelo, su mirada buscando desesperadamente algo, cualquier cosa que pudiera ayudar. Desenvainó su katana y la hundió en el suelo a su lado, como si el simple acto de tenerla cerca pudiera protegernos.
-Quédate conmigo, por favor...- murmuró, sus manos presionando nuevamente mi herida.
La brisa fría de la noche hizo que mi piel se erizara, pero el calor de sus manos aún estaba allí, anclándome a la realidad.
-Voy a salvarte. No importa lo que cueste.
Su mirada se alzó hacia el cielo, buscando señales de ayuda. Pero no había nadie. Era solo él, la noche y yo. Podía ver en sus ojos que estaba considerando sus opciones, que estaba dispuesto a cualquier cosa para mantenerme con vida.
Entonces, una sombra cruzó el claro. Un demonio, menor que el anterior, había sido atraído por el olor de la sangre. Giyu se puso de pie de inmediato, posicionándose entre mí y la amenaza
-No te atrevas a acercarte - su voz era tan fría como el acero.
El demonio siseó, mostrando sus colmillos, pero no fue rival para Giyu. Con un movimiento rápido, limpio y lleno de furia, lo decapitó antes de que pudiera siquiera atacar. La cabeza del demonio rodó por el suelo antes de convertirse en cenizas.
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𝑳𝒂 𝒍𝒖𝒛 𝒒𝒖𝒆 𝒓𝒐𝒎𝒑𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 [𝑳𝑰𝑩𝑹𝑶 #1 - 𝑮𝑰𝒀𝑼]
Ngẫu nhiênUn joven frío y reservado, marcado por la pérdida de su familia y el sacrificio de su mejor amigo, vive aislado del mundo, incapaz de expresar sus emociones. Su vida cambia cuando conoce a una chica llena de carisma y belleza, quien lo recuerda de u...