𝑳𝒂 𝒍𝒖𝒛 𝒒𝒖𝒆 𝒓𝒐𝒎𝒑𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 [𝑳𝑰𝑩𝑹𝑶 #1 - 𝑮𝑰𝒀𝑼]

CAPITULO 60

La atmósfera dentro de la sala de tratamiento era tensa, y Shinobu no podía dejar de mirar la situación con creciente alarma. Su equipo trabajaba rápidamente, pero algo no estaba bien. El estado crítico de la paciente, las constantes pérdidas de sangre, y la gravedad de la herida que había recibido de Kokushibo estaban afectando mucho más que su vida. Con cada revisión y diagnóstico que realizaba, la situación se volvía más desesperante.

Mientras los kakushi de la mansión hacían su trabajo, Shinobu observó con detenimiento la herida en el abdomen de la joven cazadora. La espada de Kokushibo había perforado más que la carne. Había algo más en el daño que no podía ignorar. Sus manos, aunque firmes, temblaban ligeramente al darse cuenta de la verdad que temía confirmar.

—No puede ser... —musitó en voz baja, observando los resultados.

Shinobu respiró profundamente, y una sombra de tristeza cruzó su rostro al darse cuenta de lo que había sucedido. La herida había comprometido gravemente su embarazo. La hemorragia interna era severa, y el daño al útero era irreversible. Sabía que, si no intervenían de inmediato, perdería a la madre y al niño.

No quería admitirlo, no quería aceptar la cruda realidad, pero la situación no dejaba lugar a dudas. Tenía que actuar rápido.

—¡Necesito que me traigan los instrumentos de cirugía de inmediato! —ordenó Shinobu con una calma forzada, su voz autoritaria. No quería que el equipo se asustara, pero sabía que no había tiempo para dudar.

Shinobu sintió cómo su corazón se aceleraba. ¿Cómo le iba a decir esto a Giyu? El peso de la verdad era insoportable. La herida había sido causada por la batalla con Kokushibo, pero las consecuencias fueron mucho más devastadoras de lo que nadie imaginaba

Shinobu se alejó un momento, colocando una mano en su frente mientras pensaba en cómo comunicarle a Giyu lo que había sucedido. Su rostro, normalmente impasible, reflejaba la lucha interna. Giyu, quien ya estaba al borde de la desesperación, ¿cómo le diría que no solo su ser amado estaba en peligro, sino también el niño que llevaba dentro?

Con una respiración profunda, Shinobu se giró hacia su equipo de médicos.

—Hay que estabilizarla antes de que llegue Giyu. Necesito que me ayuden en esta cirugía. —Se volteó, su expresión ahora más seria que nunca. —Y necesitamos preparar a Giyu para lo que viene.

Pero, al mismo tiempo, la duda seguía
rondando en su mente. ¿Cómo le diría a Giyu la verdad? Sabía lo mucho que le dolería, lo mucho que lo destruiría. Giyu había sido su pilar, el que había estado a su lado en las peores batallas, y ahora le esperaba una verdad que podría cambiar todo entre ellos. Pero no había tiempo para indecisiones. La vida de la joven cazadora estaba en sus manos, y la operación de emergencia era la única opción.

Al final, Shinobu sólo podía pensar en la seguridad de su amiga y en lo que vendría después. La cirugía comenzaba ahora, y Giyu tendría que enfrentarse a la peor noticia de todas cuando todo terminara.

Las horas parecían alargarse más de lo normal mientras Giyu permanecía en el pasillo, inquieto y cada vez más desesperado. Había pasado todo el día afuera de la sala de operaciones de la mansión de Shinobu, esperando algún tipo de noticia sobre ti. No podía dejar de pensar en lo que había sucedido, en la batalla contra Kokushibo y en el momento en el que te había encontrado, desmayada y sin pulso, sangrando profusamente. El miedo había calado en su pecho, y ahora, mientras el tiempo transcurría, solo aumentaba su ansiedad.

De repente, la puerta de la sala de tratamiento se abrió, y Shinobu apareció. Su rostro, normalmente sereno y controlado, mostraba signos de agotamiento y tensión. Giyu se levantó inmediatamente, sus ojos llenos de preocupación mientras caminaba rápidamente hacia ella.