𝑳𝒂 𝒍𝒖𝒛 𝒒𝒖𝒆 𝒓𝒐𝒎𝒑𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 [𝑳𝑰𝑩𝑹𝑶 #1 - 𝑮𝑰𝒀𝑼]

CAPITULO 57

Paso cierto tiempo de que hable con mi padre y había abandonado la mansión de Giyu días atrás, incapaz de soportar más la tensión entre nosotros. La manera en la que me había hablado la última vez, diciéndome que no estaba preparada para la misión, como si mi esfuerzo y sacrificio no fueran suficientes... me había dolido más de lo que estaba dispuesta a admitir. Había necesitado espacio, aire. Sin embargo, sabía que este momento llegaría.

Lo sentí antes de verlo. Su presencia siempre había sido imposible de ignorar. Ese aura tranquila y contenida, como el río antes de desbordarse. Y entonces, apareció, su figura alta recortada contra la luz del atardecer, su mirada helada clavándose en la mía.

—¿Por qué te fuiste? —Su voz cortó la distancia entre nosotros como una espada.

—No creí que lo notaras. —Mi tono fue más frío de lo que había planeado, pero no podía evitarlo.

—Por supuesto que lo noté. —Dio un paso adelante, su mandíbula tensa, su expresión cargada de una emoción que no podía descifrar—. No me diste una sola explicación. Simplemente desapareciste.

Lo miré fijamente, tratando de mantener mi compostura.
—¿De verdad necesitas una explicación? ¿Acaso no recuerdas cómo me hablaste? Como si no supieras mi responsabilidad como pilar

Su ceño se frunció, y sus manos se cerraron en puños a los costados.
—Te hablé de esa manera porque me preocupo por ti y por mi hijo. Porque sabía que esa misión no era algo que podías manejar sola.

—¿Y qué derecho tienes de decidir eso por mí? —La rabia que había estado reprimiendo estalló en mis palabras-. Siempre me tratas como si fuera débil, como si no pudiera cuidarme, cuando sabes claramente cual es nuestra responsabilidad al ser pilares.

Giyu soltó un suspiro frustrado, sus ojos oscuros brillando con una mezcla de ira y algo más profundo.
—¡No es eso! Pero parece que no puedes entenderlo. Siempre actúas como si no importara lo que siento o lo que pienso.

—¿Y tú? —Mi voz se quebró ligeramente, pero no retrocedí—. ¿Alguna vez te has preguntado cómo me haces sentir?

El silencio cayó entre nosotros, pesado y opresivo. Por un momento, pensé que se daría la vuelta y se marcharía, pero en lugar de eso, me miró fijamente, y sus próximas palabras me dejaron sin aliento.

—Me arrepiento de todo. —Su voz era baja, llena de un dolor que me atravesó como una daga—. Me arrepiento de haberte conocido, de haberme enamorado de ti... y sobre todo...

—¡Anda, dilo de una maldita vez!— lo rete mirándolo a los ojos.

—Y también me arrepiento de tu embarazo.

El mundo pareció detenerse. Sentí como si el suelo bajo mis pies desapareciera, como si cada palabra suya arrancara pedazos de mí que jamás podrían repararse.

—¿Cómo puedes decir eso? —susurré, mi voz apenas audible, temblando de incredulidad.

—Porque no quería esto. No quería que... todo esto fuera así. —Se llevó una mano al cabello, apartando la mirada por primera vez, como si no pudiera sostener el peso de sus propias palabras—. Solo he traído dolor a tu vida, y tú al mío y ese bebé va por el mismo camino

El silencio que siguió fue insoportable. Las lágrimas ardían en mis ojos, pero no las dejé caer. No podía.

—¿Eso es todo lo que somos para ti, Giyu? ¿Un error?

—No... —susurró, pero su voz carecía de la convicción necesaria para detener el golpe que sus palabras ya habían causado.

—No te quieras excusar ahora, ya me dejaste más que claro que estas arrepentido de esto, pero sabes que... espero no volver a verte en mi vida-
Di un paso atrás, mi corazón hecho pedazos, mi alma gritando por algo que nunca podría ser reparado.