𝑳𝒂 𝒍𝒖𝒛 𝒒𝒖𝒆 𝒓𝒐𝒎𝒑𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 [𝑳𝑰𝑩𝑹𝑶 #1 - 𝑮𝑰𝒀𝑼]

CAPÍTULO 93

Abrí los ojos lentamente, mi cuerpo aún pesado y débil por el agotamiento. Mi vista tardó unos segundos en enfocarse, pero pronto distinguí los rostros preocupados de Giyu y Tanjiro. Giyu estaba a mi lado, sosteniendo mi mano con fuerza, mientras Tanjiro me miraba con alivio evidente.

—Estás despierta... —susurró Giyu, su voz cargada de emoción contenida. Parecía que había estado al borde de perder la calma, pero ahora su mirada reflejaba alivio—. No vuelvas a asustarnos así.

Intenté sonreír, aunque el dolor aún recorría mi cuerpo.

—Estoy... bien —logré murmurar—. ¿Qué pasó con Kokushibo?

—Ha sido derrotado. —Tanjiro respondió con firmeza, aunque su tono tenía un matiz de tristeza.

Antes de que pudiera responder, el graznido de los cuervos Kasugai resonó a nuestro alrededor, sus voces anunciando la noticia que esperábamos con ansiedad.

—¡Las doce Lunas Superiores han sido derrotadas! ¡La victoria está cerca! ¡La amenaza de Muzan es la última que queda!

El alivio inundó el aire por un breve instante, pero fue fugaz. Un temblor sacudió el suelo bajo nuestros pies, y el crujido de la estructura de la fortaleza infinita resonó como un rugido atronador. Fragmentos de madera y escombros comenzaron a caer desde las alturas.

—¡La fortaleza infinita está colapsando! —exclamó Tanjiro, poniéndose en guardia.

Giyu reaccionó de inmediato, su instinto de protegernos tomando el control. Me levantó con cuidado y me colocó detrás de él mientras el entorno comenzaba a desmoronarse a nuestro alrededor.

—Manténganse juntos —ordenó con firmeza, desenfundando su katana mientras los escombros caían—. No permitiré que ninguno de ustedes salga herido.

El suelo bajo nuestros pies temblaba con fuerza, y un enorme fragmento del techo se desprendió justo encima de nosotros. Giyu reaccionó al instante, utilizando su respiración del agua para cortar el escombro en dos antes de que pudiera golpearnos. Los trozos cayeron a un lado, pero el peligro seguía siendo inminente.

—¡Tenemos que salir de aquí! —grité, tratando de mantener la calma a pesar del caos.

Sin embargo, justo cuando dimos un paso hacia adelante, otro temblor sacudió el lugar, y más escombros comenzaron a caer. Giyu, sin dudarlo, extendió su brazo hacia mí y Tanjiro, cubriéndonos con su cuerpo mientras los fragmentos caían a su alrededor.

—¡No importa lo que pase, sigan avanzando! —dijo con determinación, su voz resonando sobre el ruido del colapso.

Sentí su firmeza, su inquebrantable voluntad de protegernos, y eso me dio la fuerza para mantenerme en pie. Tanjiro también parecía revitalizado por la determinación de Giyu, y juntos comenzamos a avanzar, esquivando los escombros mientras la fortaleza continuaba derrumbándose.

En ese momento, a pesar del caos, sentí una profunda conexión con ellos. Esta guerra estaba lejos de terminar, pero no estaba sola. Y con ellos a mi lado, sabía que podíamos enfrentar cualquier cosa.

El suelo bajo nosotros se tambaleó violentamente una última vez, y sentí cómo la fortaleza infinita comenzaba a desmoronarse por completo. Giyu y Tanjiro me ayudaban a mantener el equilibrio mientras tratábamos de avanzar entre los escombros que caían. La atmósfera estaba impregnada de polvo y caos, pero no podíamos permitirnos detenernos.

—¡Por aquí! —gritó Tanjiro, señalando una escalera que conducía hacia la superficie.

Nos apresuramos, esquivando fragmentos de madera y bloques que caían mientras el rugido del colapso llenaba el aire. Giyu permanecía cerca, bloqueando cualquier peligro que se acercara demasiado. Sentí la presión en mi pecho, pero mi determinación era más fuerte. Teníamos que salir de allí, teníamos que enfrentarnos a Muzan.