𝑳𝒂 𝒍𝒖𝒛 𝒒𝒖𝒆 𝒓𝒐𝒎𝒑𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 [𝑳𝑰𝑩𝑹𝑶 #1 - 𝑮𝑰𝒀𝑼]

CAPITULO 94

La oscuridad de la noche comenzaba a ceder. A lo lejos, los primeros rayos del sol teñían el horizonte con un tenue resplandor dorado. El aire era pesado, cargado de cenizas y sangre, pero también de esperanza. Muzan, consciente de su vulnerabilidad, comenzó a moverse con desesperación, lanzando ataques caóticos mientras buscaba un camino para escapar de la luz inminente.

—¡No lo dejen escapar! —gritó Himejima, cuya fuerza parecía inagotable.

Sanemi y Giyu avanzaron juntos, bloqueando su retirada, mientras que Tanjiro, jadeando pero determinado, lideraba el ataque desde el frente. Muzan, con su monstruosa velocidad, lanzó una ráfaga de látigos afilados como cuchillas, que obligaron a todos a retroceder

De repente, un látigo oscuro, cargado con una fuerza letal, se dirigió directamente hacia Tanjiro. El ataque era demasiado rápido; no había tiempo para reaccionar

—¡Tanjiro! —gritó Giyu, pero sus pies no lo llevaban lo suficientemente rápido

Fue en ese instante cuando Iguro Obanai, herido pero firme, se interpuso sin dudarlo. Con un movimiento rápido y decidido, empujó a Tanjiro fuera del camino y recibió el golpe directamente en su torso. El impacto fue brutal, y el sonido desgarrador resonó en el campo de batalla.

—¡lguro-san! —gritó Mitsuri, su voz quebrándose mientras corría hacia él.

El veneno de Muzan se extendía rápidamente por el cuerpo de Iguro, pero incluso en su agonía, su mirada permaneció fija en Tanjiro.

—Tú... eres nuestra última esperanza... — dijo, con un hilo de voz—. No permitas... que nuestros sacrificios sean en vano.

Tanjiro, con lágrimas en los ojos, apretó los puños y asintió

—¡Lo prometo, Iguro-san! ¡No dejaré que se pierda todo esto!

Muzan, al ver el caos que había causado, trató nuevamente de abrirse paso hacia la sombra, buscando desesperadamente un refugio. Los cazadores y pilares redoblaron sus esfuerzos, atacándolo desde todas las direcciones

Mitsuri, con los ojos llenos de furia y tristeza, lanzó un grito desgarrador mientras cargaba con toda su fuerza. Sanemi y Giyu coordinaban sus movimientos para cerrarle el paso, mientras que Himejima usaba su fuerza titánica para bloquear cualquier intento de escape

Los rayos del sol comenzaban a crecer en intensidad, iluminando el campo de batalla. Muzan gritó de ira y desesperación, su cuerpo humeando por los primeros indicios de la luz solar

—¡Es ahora o nunca! —grité, avanzando con mis últimas fuerzas, a pesar de las heridas que cubrían mi cuerpo

Todos sabíamos que este era el momento decisivo. Si lográbamos detenerlo un poco más, el amanecer se convertiría en nuestro aliado, y la victoria estaría al alcance de nuestras manos.

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Los rayos del sol finalmente atravesaron el horizonte, iluminando el campo de batalla con un resplandor cálido y purificador. Muzan, envuelto en una mezcla de ira y desesperación, lanzó un rugido ensordecedor que sacudió la tierra. Su cuerpo comenzó a humeante, quemándose lentamente bajo la luz del amanecer

—¡No puede ser! ¡Yo soy eterno! —gritó, mientras trataba inútilmente de regenerarse

Tanjiro, empuñando su katana negra, avanzó con determinación hacia el demonio. Su rostro estaba lleno de heridas, pero sus ojos ardían con la resolución de poner fin a esta pesadilla de una vez por todas. Con un último salto, logró atravesar el torso de Muzan con su espada, liberando un torrente de sangre demoníaca que lo bañó