CAPITULO 89

34 4 0
                                        

Avanzaba con cautela a través de las retorcidas y cambiantes habitaciones de la Fortaleza Infinita, cada paso resonando contra los muros como un eco interminable. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que caí aquí, pero la determinación ardía en mi pecho. La respiración de la Llama, el legado de Kyojuro, era mi fuerza, mi guía.

Un rugido resonó detrás de una de las puertas cercanas. Empuñé mi katana con firmeza, preparándome para lo que venía. Un demonio de bajo rango emergió, su cuerpo grotesco y retorcido como una pesadilla viviente.

—¡Respiración de la Llama, Primera Forma: Mar de Fuego Purificador! — grité mientras mi espada se envolvía en un ardiente destello naranja y rojo.

Con un solo corte preciso, el demonio cayó. Su cuerpo comenzó a desintegrarse antes de que tuviera tiempo de contraatacar. No me detuve a contemplar mi victoria; más demonios seguían apareciendo, como si la fortaleza estuviera arrojándolos en mi camino para detenerme.

Uno tras otro, me enfrenté a ellos con la ferocidad que mi hermano me había enseñado. Cada golpe de mi katana quemaba con la pasión de su legado.

—¡Respiración de la Llama, Segunda Forma: Ascenso Celestial!

Mi katana trazó un arco ardiente en el aire, cortando a dos demonios simultáneamente. Mi respiración se volvía más pesada, pero no podía detenerme.

Los pasillos de la fortaleza se torcían y giraban, como si el lugar tuviera voluntad propia. Cada puerta que atravesaba me llevaba a más enemigos, más obstáculos. Sentía que la fortaleza intentaba desesperadamente separarnos, debilitarnos antes de que llegáramos a Muzan.

Un demonio particularmente rápido se lanzó hacia mí desde la oscuridad, sus garras extendidas hacia mi rostro.

—¡Tercera Forma: Danza Flameante!

Giré sobre mi eje, creando un torbellino de fuego que lo consumió por completo. Su alarido quedó atrapado en las paredes antes de desaparecer.

Me detuve un momento para recuperar el aliento, apoyando la katana contra el suelo. Miré hacia el techo oscuro y murmuré para mí misma:

—Kyojuro, préstame tu fuerza. Ayúdame a proteger a los que quedan y a destruir a Muzan.

Con una última bocanada de aire, continué avanzando. No podía rendirme ahora. Tenía que encontrar a mis compañeros, enfrentar a los demonios que quedaban y asegurarme de que el sacrificio de tantos no fuera en vano.

≫ ──── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──── ≪

Mientras Giyu y Tanjiro recorrían los interminables pasillos de la Fortaleza Infinita, el silencio entre ellos se rompía solo por los ecos de sus pisadas y la ocasional vibración de las paredes, como si la fortaleza misma respirara. Giyu avanzaba con el ceño fruncido, su katana desenfundada y lista para cualquier amenaza.

—Tomioka-san —dijo Tanjiro con un tono preocupado, ajustando su agarre en su espada—, ¿estás bien? Parece que algo te preocupa más allá de estar aquí.

Giyu apretó la mandíbula y desvió la mirada, pero después de unos segundos de silencio, respondió:

—Estoy preocupado por ella. No puedo sacarla de mi mente. No sé dónde está, y no saberlo me está volviendo loco.

Tanjiro asintió con empatía, entendiendo perfectamente el sentimiento de desesperación que Giyu sentía.

—La encontraremos, Tomioka-san. Ella es fuerte, más de lo que muchos creen. Estoy seguro de que está luchando ahora mismo, igual que nosotros.

𝑳𝒂 𝒍𝒖𝒛 𝒒𝒖𝒆 𝒓𝒐𝒎𝒑𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 [𝑳𝑰𝑩𝑹𝑶 #1 - 𝑮𝑰𝒀𝑼]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora