CAPITULO 74

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El tiempo pasó, y mi relación con Giyu se fortaleció de manera sorprendente desde el día en que acepté su propuesta de compromiso. Cada día parecía una oportunidad para reparar nuestras heridas, para sanar y crecer juntos. La confianza que había costado tanto construir ahora se sentía inquebrantable. Giyu mostraba un lado de él que pocos conocían: era paciente, dedicado y tierno en cada detalle.

Había vuelto a su mansión, y aunque al principio me costó adaptarme nuevamente, su compañía hacía que todo fuera más llevadero. Habíamos decorado juntos algunas partes de la casa, convirtiéndola en un espacio que representaba a ambos. Incluso tenía un pequeño jardín donde solía practicar mis técnicas de la Respiración de la Llama. Giyu me observaba a menudo mientras entrenaba, a veces uniéndose, otras corrigiendo mis movimientos con esa mezcla de seriedad y dulzura que lo caracterizaba.

Una conversación sincera

Una tarde, mientras nos sentábamos en el porche de su mansión, Giyu rompió el silencio.

—Me alegra ver cómo estás progresando, tanto en el entrenamiento como en la vida. Eres fuerte, más de lo que imaginé.

Le miré con una leve sonrisa.

—Es gracias a ti, Giyu. Por todo lo que hemos pasado juntos. Por no rendirte conmigo.

Se giró hacia mí, sus ojos reflejaban una mezcla de emoción y determinación.

—No podría imaginar mi vida sin ti. No solo eres mi compañera de batalla, eres mi compañera de vida.

Mi corazón se llenó de calidez. Extendí mi mano hacia la suya, entrelazando nuestros dedos.

—Yo tampoco puedo imaginar la vida sin ti, Giyu. Lo hemos superado todo, y ahora estamos aquí. Juntos.

Nos quedamos en silencio, disfrutando de la tranquilidad del momento. Las palabras sobraban; nuestro amor había pasado de ser un campo de batalla a un refugio donde ambos podíamos encontrar paz.

Con el tiempo, comenzamos a planificar juntos nuestra boda, algo que simbolizara el inicio de una nueva etapa, dejando atrás el dolor y las pérdidas. Nuestros amigos y seres queridos nos apoyaban en cada paso, especialmente Tengen y sus esposas, quienes constantemente nos daban consejos. Incluso mi padre, Shinjuro, mostraba un cambio radical, brindándome su respaldo y asegurándose de que supiera lo orgulloso que estaba de mí.

La relación entre Giyu y mi familia también había florecido. Mi hermano adoptivo, Senjuro, veía a Giyu como un modelo a seguir, y juntos compartían conversaciones sobre su entrenamiento y sus experiencias como cazadores.

Con cada día que pasaba, la carga de nuestro pasado parecía aligerarse. Aunque las cicatrices permanecían, ahora las llevábamos con orgullo, como recordatorio de todo lo que habíamos superado juntos. La vida nos había dado una segunda oportunidad, y esta vez, estábamos decididos a aprovecharla al máximo.

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Después de varios días fuera debido a la misión, finalmente regreso exhausta pero satisfecha por haber cumplido con el encargo. Camino lentamente hacia la mansión de Giyu, ansiosa por un descanso. Al acercarme, noto que las luces están encendidas y un ambiente cálido emana desde el interior. Sin entender del todo, cruzo el umbral de la puerta y llamo.

—¡Giyu! Ya he vuelto.

El silencio me recibe, pero no tardo en notar pétalos de flores diseminados en el suelo. Sigo el rastro que lleva hasta el patio trasero. Ahí, bajo la luz de las linternas de papel que iluminan suavemente la noche, Giyu me espera.

𝑳𝒂 𝒍𝒖𝒛 𝒒𝒖𝒆 𝒓𝒐𝒎𝒑𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 [𝑳𝑰𝑩𝑹𝑶 #1 - 𝑮𝑰𝒀𝑼]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora