CAPÍTULO 27

71 5 0
                                        

El tiempo pasó lentamente mientras me recuperaba en la mansión de las mariposas. Las heridas de mi cuerpo sanaban, pero las cicatrices emocionales que había dejado la batalla seguían presentes. La noche de mi casi muerte, la desesperación de Giyu y la sensación de estar a punto de perderlo, me habían marcado de una manera que aún no comprendía por completo.

Los días pasaban en silencio, con Shinobu revisando mi estado y asegurándose de que mi recuperación fuera lo más rápida posible. Pero había algo en el aire, una tensión que no podía ignorar. Giyu nunca se alejaba demasiado, siempre estaba cerca, como si temiera que, al darme espacio, el destino volviera a arrebatarme de su vida.

Al principio, me costaba aceptar esa cercanía, ese miedo en sus ojos. Giyu era un hombre de pocas palabras, alguien que solía mantener sus emociones en un rincón oscuro de su alma. Pero después de aquella noche, su silencio se había vuelto aún más pesado, cargado con una angustia que no sabía cómo manejar.

Una tarde, mientras descansaba en la habitación, escuché el sonido suave de la puerta abriéndose. Levanté la vista, encontrándome con los ojos azules oscuros de Giyu, que entraba sin hacer ruido, como si no quisiera interrumpir la paz del momento.

—¿Cómo te sientes? —preguntó, su voz serena, pero con un dejo de preocupación que no pasaba desapercibido.

—Mejor. No ha sido fácil, pero estoy mejor —respondí, forzando una sonrisa para tranquilizarlo, aunque sabía que las palabras no serían suficientes.

Giyu se acercó a mi lado y se sentó en el borde de la cama. No dijo nada por un largo rato, simplemente permaneció allí, mirándome con esa expresión que, aunque fría, siempre me hacía sentir como si estuviera siendo el centro de su universo.

—Te he estado mirando desde lejos —dijo de repente, sus ojos evitándome—. La última vez... creí que ya no te vería más.

Sus palabras fueron como un golpe directo a mi pecho. No sabía cómo responder, cómo aliviar la carga de culpa y miedo que llevaba sobre sus hombros. Pero, en ese momento, algo en mí se rompió. Sin pensarlo, tomé su mano, y aunque al principio se tensó, pronto se relajó, como si necesitara el contacto tanto como yo.

—Giyu... —susurré, luchando por encontrar las palabras adecuadas—. No tienes que cargar con todo esto solo. Estoy aquí. No importa lo que pase, estaré a tu lado.

Él levantó la vista y me miró, realmente miró, como si estuviera buscando la verdad en mis ojos. Fue un momento breve, pero poderoso. Su rostro se suavizó por un segundo, y aunque no dijo nada, sentí el peso de su dolor disminuir un poco.

Pero la calma fue interrumpida por un golpe en la puerta.

— Perdón interrumpir, ambos tienen una misión — dijo una voz conocida. Era Kanao, quien había llegado para informarnos.

Giyu se levantó rápidamente, su rostro recuperando la expresión seria de siempre. Sin embargo, me di cuenta de que su cuerpo aún estaba tenso, como si no pudiera relajarse por completo.

— Iré enseguida —respondió con firmeza, y sin mirar atrás, salió de la habitación, dejando la puerta entreabierta.

Mi corazón latió con fuerza. Sabía lo que eso significaba: nuestra misión. Aunque mi cuerpo aún no estaba completamente recuperado, no podía quedarme atrás. No quería que él enfrentara cualquier peligro sin mí. La sensación de ser inútil, de ser una carga, me pesaba más que cualquier herida.

Me levanté de la cama, ignorando el dolor punzante que aún sentía. A pesar de las advertencias de Shinobu, me vestí rápidamente, intentando ocultar mi debilidad tras una fachada de determinación.

𝑳𝒂 𝒍𝒖𝒛 𝒒𝒖𝒆 𝒓𝒐𝒎𝒑𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 [𝑳𝑰𝑩𝑹𝑶 #1 - 𝑮𝑰𝒀𝑼]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora