𝑳𝒂 𝒍𝒖𝒛 𝒒𝒖𝒆 𝒓𝒐𝒎𝒑𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 [𝑳𝑰𝑩𝑹𝑶 #1 - 𝑮𝑰𝒀𝑼]

CAPÍTULO 87

Cuando Tanjiro se levantó del futón, se inclinó nuevamente hacia nosotros, esta vez con una sonrisa tranquila.

—Gracias por cuidarme, Tomioka-san, y a ti también. Iré a descansar un poco para estar listo para el próximo entrenamiento.

—Es lo mejor —respondió Giyu con su tono habitual, aunque su mirada parecía más suave de lo normal.

Yo simplemente asentí, observando cómo Tanjiro salía de la habitación. Su espíritu inquebrantable siempre dejaba una sensación cálida a su paso.

Cuando la puerta se cerró tras él, el silencio se instaló entre Giyu y yo. Me giré para mirarlo, notando que su postura seguía relajada pero algo pensativa.

—Al menos Tanjiro no perdió su energía habitual después de todo esto —comenté, rompiendo el silencio con una sonrisa ligera.

Giyu asintió, sin apartar la mirada de la ventana.

—Es fuerte, no solo en batalla, sino en su corazón. Algo que... admiro.

Me acerqué lentamente a él, sintiendo la necesidad de romper esa barrera invisible que parecía estar siempre entre nosotros desde hacía tiempo.

—¿Y tú? ¿Cómo estás? —le pregunté en un tono suave.

Él me miró, sus ojos azules profundos buscando algo en los míos.

—He estado... mejor. Tenerte cerca hace las cosas más fáciles, aunque no lo diga lo suficiente.

Su confesión, aunque breve, me llenó de una calidez que no podía describir. Me acerqué aún más, tomando su mano entre las mías.

—Giyu, estoy aquí, siempre lo estaré. No importa qué tan complicado se ponga todo, enfrentaremos lo que venga juntos.

Un destello de emoción cruzó su rostro antes de que desviara la mirada, como si estuviera luchando contra algo dentro de sí mismo.

—Eso espero... —murmuró, apretando suavemente mi mano antes de soltarla y girarse hacia la ventana nuevamente—. Pero hay momentos en los que me pregunto si realmente puedo cumplir con lo que se espera de mí.

Sin dudarlo, me acerqué por detrás y lo rodeé con mis brazos, apoyando mi cabeza en su espalda.

—No tienes que ser perfecto, Giyu. Solo necesitas ser tú. Eso es más que suficiente.

Él permaneció en silencio durante un largo momento antes de cubrir mis manos con las suyas.

—Gracias... por quedarte.

El tiempo pareció detenerse mientras permanecíamos en ese abrazo silencioso, ambos encontrando consuelo en la cercanía del otro. Su mansión se sentía extrañamente cálida esa noche, como si el peso de los problemas y las dudas comenzara a desvanecerse, al menos por un rato.

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Mientras seguía abrazando a Giyu, un mareo repentino me golpeó, más fuerte que los que había sentido antes. Intenté mantenerme en pie, aferrándome a él con fuerza, pero mi cuerpo no respondía.

—¿Qué pasa? —preguntó Giyu, notando cómo mis brazos perdían fuerza.

Antes de poder responder, todo a mi alrededor se oscureció y me desplomé en sus brazos.

—¡Hey! ¡Despierta! —escuché su voz distante mientras mi conciencia se desvanecía por completo.

Cuando volví a abrir los ojos, ya no estaba de pie. Sentí algo suave debajo de mí: nuestro futón. La luz de una lámpara parpadeaba tenuemente en la habitación, y la preocupación en el rostro de Giyu era evidente mientras se inclinaba sobre mí.