𝑳𝒂 𝒍𝒖𝒛 𝒒𝒖𝒆 𝒓𝒐𝒎𝒑𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 [𝑳𝑰𝑩𝑹𝑶 #1 - 𝑮𝑰𝒀𝑼]

CAPITULO 47

La habitación se llenó de una quietud profunda después de la conversación silenciosa con Giyu. A pesar de que el peso de la revelación seguía flotando en mi mente, todo lo que podía hacer ahora era estar allí, junto a él, sintiendo el calor de su mano entrelazada con la mía. Aun así, el cansancio seguía en mis huesos, y el sueño amenazaba con reclamarme nuevamente. Pero la presencia de Giyu a mi lado era suficiente para mantenerme anclada a la realidad.

De repente, la puerta de la habitación se abrió lentamente, y una voz familiar, suave y controlada, irrumpió en la quietud.

—Perdón por la interrupción. —Era Shinobu, entrando con paso ligero, como siempre. Aunque su rostro mantenía la misma calma que siempre, sus ojos reflejaban una preocupación más profunda de la que estaba dispuesta a mostrar. Sin esperar respuesta, se acercó a mi cama, su mirada enfocada en mí.

—Es bueno verte despierta —comentó, su tono neutral, pero no pasó desapercibido que había algo más en su voz, un toque de alivio. Se inclinó ligeramente sobre mí, revisando mis signos vitales y observando con cuidado mis heridas, aunque sabía que ya había hecho lo necesario durante las semanas anteriores.

Giyu no se movió, su mirada fija en Shinobu, observando en silencio mientras ella realizaba su revisión. Aunque su rostro estaba imperturbable, podía ver la ansiedad en su postura. Él esperaba escuchar algo que confirmara que finalmente, después de tanto tiempo, la tormenta de incertidumbre se estaba disipando.

—Tus heridas están sanando bien. —Shinobu continuó con su diagnóstico, su tono más profesional ahora, mientras tomaba notas en una pequeña libreta—. Aunque aún hay debilidad por la falta de descanso, el cuerpo está respondiendo positivamente. Te sugiero que sigas reposando durante unos días más.

Mis ojos se cerraron un momento mientras escuchaba sus palabras, aliviada de saber que estaba mejorando, pero una pequeña preocupación seguía rondando en mi mente. A pesar de las palabras de Kyojuro, la ansiedad seguía apoderándose de mí, sin saber cómo enfrentar lo que había descubierto sobre mi situación.

Antes de que pudiera decir algo, la puerta se abrió de nuevo, esta vez con más ímpetu, y las voces de tres personas inconfundibles llegaron hasta mis oídos.

—¡Oye, ya puedes despertar! ¡Es un milagro que no te hayas ido de este mundo! —La voz de Inosuke retumbó en el umbral de la puerta, como siempre llena de energía y sin filtro. Justo después, su figura apareció en el umbral, seguido de Tanjiro y Zenitsu, quienes entraron con una mezcla de emoción y alivio en sus rostros.

Tanjiro, con su usual sonrisa cálida, fue el primero en acercarse a mi cama, y Zenitsu, aunque algo nervioso como siempre, no tardó en unirse a ellos. Inosuke, por su parte, se acercó con su estilo peculiar, como si estuviera buscando un enfrentamiento, pero su mirada suave traicionaba cualquier intento de parecer imponente.

— ¡Qué bueno verte despierta! —dijo Tanjiro, inclinándose hacia mí y colocando una mano en mi hombro con una sonrisa sincera. Su rostro mostraba una mezcla de felicidad y alivio, como si el peso de la preocupación por mí se hubiera desvanecido en un instante.

Zenitsu, sin poder contener su entusiasmo, dio un paso hacia mi cama, mirando con los ojos muy abiertos.

—¡Estás despierta! ¡No puedo creerlo! ¡Todo este tiempo, estaba tan preocupado! —su voz se aceleró, y su nerviosismo era palpable. Pero sus palabras eran genuinas, reflejando lo que todos sentían.

Inosuke se cruzó de brazos y se plantó frente a mí con una expresión de "no soy tan sensible como ellos", pero al ver que me estaba recuperando, la preocupación en su rostro no pudo esconderse por completo.