CAPÍTULO 68

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Giyu, sumido en la desesperación y el arrepentimiento, decidió buscar a Tengen Uzui, el antiguo pilar del sonido. Sabía que Tengen tenía una perspectiva distinta de la vida y que tal vez sus palabras pudieran guiarlo en este momento tan complicado. Después de un viaje apresurado, llegó a la majestuosa mansión de Tengen, donde las risas de sus esposas llenaban el aire, pero Giyu apenas podía escucharlas.

Tengen lo recibió en el patio, con su porte despreocupado, aunque en su mirada había un atisbo de seriedad al notar el estado de Giyu. Se cruzó de brazos y lo miró fijamente.

—¿Qué te trae por aquí, Tomioka? No pareces el tipo de persona que busca consejo, menos de alguien como yo.

Giyu respiró hondo, intentando ordenar sus pensamientos. Era difícil expresar lo que sentía, pero debía intentarlo.

—Necesito hablar contigo, Uzui. No sé qué hacer. Todo lo que toco parece desmoronarse, y ahora... ahora siento que la he perdido para siempre.

Tengen arqueó una ceja, dándole a Giyu su atención completa.

—¿"Ella"? ¿Te refieres a...? —sus palabras quedaron en el aire, pero no necesitaba terminar la frase. Ambos sabían de quién estaba hablando.

Giyu asintió, incapaz de mirar a Tengen directamente.

—Le hice daño... mucho daño. Dije cosas que no debí decir, y ahora está sufriendo. Perdimos al bebé, y siento que todo es culpa mía. No sé cómo arreglarlo.

Tengen, por un momento, perdió su expresión confiada. Bajó los brazos y se sentó en el suelo, invitando a Giyu a hacer lo mismo.

—Eso es un golpe duro, Tomioka. No puedo imaginar lo que estás sintiendo ahora mismo, pero si viniste aquí, es porque en el fondo quieres recuperar lo que perdiste. ¿Estoy en lo cierto?

—No lo sé... —Giyu murmuró, su voz temblorosa. —No sé si pueda. Ella no quiere verme, ni hablar conmigo. Me dijo que no quiere volver a verme en su vida. Y la entiendo. ¿Cómo podría mirarme después de lo que pasó?

Tengen suspiró profundamente y luego habló con una seriedad que rara vez mostraba.

—Mira, Giyu. No soy el hombre más sabio del mundo, pero aprendí algo importante con mis esposas. Las palabras pueden ser más afiladas que cualquier espada. Cuando las usas para herir a alguien que amas, esas heridas tardan en sanar, si es que sanan. Pero también aprendí que si te rindes, si no luchas por corregir tus errores, entonces te mereces perder lo que tenías.

Giyu lo miró, sorprendido por la sinceridad en las palabras de Tengen.

—¿Y qué hago entonces? ¿Cómo la recupero?

Tengen sonrió levemente, aunque su tono seguía siendo grave.

—Primero, acepta que puede que nunca te perdone. Haz las paces con esa posibilidad. Pero si realmente la amas, no te des por vencido. No se trata solo de disculparte o de decir las palabras correctas. Se trata de demostrarle, día tras día, que estás dispuesto a cambiar, que estás dispuesto a ser alguien mejor por ella. Eso es algo que solo el tiempo puede mostrar.

—¿Y si no es suficiente? —preguntó Giyu, con un nudo en la garganta.

Tengen se encogió de hombros.

—Entonces, al menos sabrás que hiciste todo lo que pudiste. A veces, Giyu, el amor no es suficiente para reparar lo que se ha roto. Pero eso no significa que no valga la pena intentarlo.

Giyu asintió lentamente, absorbiendo las palabras de Tengen. A pesar de sus dudas, había algo en el tono del antiguo pilar que le daba esperanza, aunque fuera mínima.

𝑳𝒂 𝒍𝒖𝒛 𝒒𝒖𝒆 𝒓𝒐𝒎𝒑𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 [𝑳𝑰𝑩𝑹𝑶 #1 - 𝑮𝑰𝒀𝑼]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora