CAPITULO 77

40 3 0
                                        

La mansión estaba en completo silencio, solo interrumpido por el leve susurro del viento que se colaba entre las rendijas de las ventanas. Después de prepararnos para la reunión del día siguiente, el cansancio del entrenamiento y los pensamientos sobre la convocatoria me llevaron rápidamente al sueño. Estaba acostada junto a Giyu, sintiendo la calidez de su presencia a mi lado. Sin embargo, él no parecía dispuesto a dejarse llevar por el descanso.

Mientras yo dormía profundamente, Giyu permaneció despierto, sentado en el borde del futón. La tenue luz de la luna iluminaba su rostro, marcando las líneas de su expresión pensativa. Sus ojos, siempre tan serenos y llenos de misterio, ahora reflejaban un torbellino de emociones que apenas podían contenerse.

Los fantasmas del pasado comenzaron a invadir su mente.

Primero recordó a sus padres, esos días de infancia que ahora se sentían tan lejanos. Había perdido a ambos demasiado pronto, dejándolo con una sensación de vacío que nunca logró llenar por completo. Luego, su hermana Tsutako, la única familia que le quedaba en ese entonces, quien también murió, sacrificándose para protegerlo. La culpa que había cargado desde entonces era como una herida abierta, incapaz de sanar.

Luego estaba Sabito, su mejor amigo, alguien que había confiado en él y lo había ayudado a convertirse en un espadachín. Su pérdida en el examen final de los cazadores lo había marcado profundamente. Sabito había muerto luchando solo, porque Giyu no había sido lo suficientemente fuerte para estar a su lado. Años después, ese sentimiento de insuficiencia seguía latente, un recordatorio constante de lo que había fallado.

Y finalmente, el recuerdo más reciente y doloroso: el bebé que habíamos perdido. Giyu cerró los ojos con fuerza, intentando contener el nudo en su garganta, pero el peso de ese recuerdo era demasiado. Había prometido protegernos, y aun así, no pudo evitar esa tragedia.

—Todo lo que toco... termina rompiéndose —murmuró en voz baja, apenas un susurro en la oscuridad.

Miró hacia mí, dormida plácidamente a su lado. Mi rostro sereno, la manera en que mi cabello caía suavemente sobre la almohada, todo en mí irradiaba paz. Pero en su interior, Giyu no podía evitar preguntarse si era digno de compartir esa paz conmigo.

—¿Cómo puede confiar en mí alguien como ella?—pensó, apretando los puños. —Después de todo lo que he perdido, después de todas las vidas que no pude proteger... ¿realmente merezco a alguien como ella?

La idea comenzó a enraizarse en su mente. ¿Y si lo mejor para mí era que él se apartara? Tal vez yo estaría más segura lejos de él, lejos de los peligros que lo rodeaban constantemente como Pilar. Tal vez lo mejor era renunciar.

Su mirada se desvió hacia su espada, colocada cuidadosamente junto al futón. Ser un Pilar significaba cargar con un peso inmenso: la responsabilidad de proteger a los demás, incluso a costa de su propia vida. Pero ahora, ese peso parecía insoportable. Se preguntaba si realmente estaba a la altura, si aún tenía la fortaleza para seguir luchando, para enfrentar las pérdidas que inevitablemente seguirían llegando.

—¿Es este el camino que debo seguir? ¿O debería dejar que alguien más fuerte tome mi lugar?— pensó, sintiendo que la duda comenzaba a consumirlo.

Pero más que todo, lo que más lo atormentaba era el miedo de fallarme a mí. Si permanecía como Pilar, estaba exponiéndome a los mismos peligros, y eso era algo que no sabía si podría soportar.

—Tal vez... es hora de dejar este lugar. Dejar el puesto de Pilar y asegurarme de que ella esté protegida, aunque sea desde lejos —dijo para sí mismo, con un tono tan bajo que apenas podía escucharse.

Sin embargo, mientras su mente se llenaba de pensamientos oscuros, una parte de él no podía ignorar lo que sentía por mí, lo que significaba tenerme en su vida. Cerró los ojos por un momento, tratando de calmar las emociones que lo abrumaban, pero sabía que eventualmente tendría que tomar una decisión.

𝑳𝒂 𝒍𝒖𝒛 𝒒𝒖𝒆 𝒓𝒐𝒎𝒑𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 [𝑳𝑰𝑩𝑹𝑶 #1 - 𝑮𝑰𝒀𝑼]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora