- Te amo - decía Justin dándole cortos y delicados besos en el cuello - Te amo también - repetía ________ entre jadeos. El momento estaba cargado de deseo, de pasión, una pasión alimentada por ese gran amor que ambos se tenían. Con un pequeño movimiento de cadera y ayudada por los brazos de Justin _______ terminó encima de él, y su pecho cayó apoyado al de Justin. Comenzaron lentas y delicadas embestidas por parte de Justin, que _______ recibía ahogando pequeños gritos en los besos que depositaba en el duro pecho de su príncipe encantador.
- Te amo Justin, no podría vivir sin ti - decía mientras las embestidas se hacían más repetitivas - Yo tampoco puedo vivir sin ti amor - respondía Justin en susurros y ________ se estremecía con la combinación entre las entrada y salida de Justin en ella, y las dulces caricias que marcaba con dos de sus dedos en sus brazos. ________ lanzó un grito ahogado al llegar al éxtasis y Justin soltó una gran bocanada de aire diciendo que era la única mujer que lo llenaba completamente, y la apoyó en su pecho para después cubrirse ambos con una sábana y quedarse profundamente dormidos.
Al día siguiente _________ comenzó a parpadear tratando de adaptar sus ojos inflamados y ardiendo, a la luz intensa del medio día que entraba en la habitación; en un acto de somnolencia buscó a Justin en la cama y al no tener suerte, una abalancha de recuerdos se agolparon en su cabeza y una punzada de dolor le recorrió de la coronilla al final de la columna; puso la mullida almohada en su cabeza por un par de minutos para intentar soportar el dolor, y explotó una vez más en llanto al recordar el hermoso sueño que había acabado de tener; los momentos con Justin se habían reducido a solo sueños, y no había cosa que la torturara más en el mundo que saberlo. La distancia que había entre su hombre y ella era destructiva, y aún más al recordar que se encontraba enfermo en una camilla luchando por su recuperación. El llanto la colmó de nuevo, y casi sin poder acompasar su respiración gritaba a través de las almohadas con todas sus fuerzas, eran gritos y gritos de dolor, dolor fuerte y desgarrador que amenazaba con acabar con su cordura, se sentía sola y hasta el cuerpo le mandaba mensajes de alerta, se sentía debil y cansada, y el hecho de tener al amor de su vida lejos hacía que cada centímetro de su espalda pareciera cubierto de rocas unidas.
Casi cuatro horas después, fue capaz de levantarse de la cama, se miró al espejo y observó las manchas enrojecidas que le rodeaban los ojos y continuaban descendiendo por su mejilla; tomó un poco de agua y se enjugó la cara soltando pequeños jadeos de dolor por el contacto del líquido con lo que parecían ser leves quemaduras. A duras penas soportaba la luz de la habitación en los ojos, el estómago le mandaba mensajes urgentes ante la necesidad de alimento, y esos mismos mensajes eran los que ignoraba con seguridad. Se amarró el cabello en una coleta alta, usó el inodoro y salió del baño con los mismos ánimos. ¿Cuántos días, o semanas soportaría éste tipo de vida? Sabía que todos y cada uno de ellos se desarrollarían igual, soyozando en cada rincón por la necesidad de la presencia de un hombre que ella había abandonado por culpa de las circunstancias. La idea volvió a aterrarla y largó el llanto de nuevo. El teléfono del cuarto la sacó de sus soyozos y recordó que debía poner a cargar su móvil.
- Hola - dijo con desánimo.
- Señorita Somerz. Buenos días... Disculpe llamaba para saber si quería que el servicio a cuartos le llevase algo de comer, pero... ¿Se encuentra usted bien? - soltó la persona al otro lado de la línea.
- Estoy bien, solo un poco cansada y ... no no quiero comer nada. Gracias ... ¿Danielle? - recordando el nombre de la chica que la había atendido la noche anterior.
- Si.. Okay, no dude en llamarme cada vez que necesite algo... Lo que sea. - respondió Danielle.
- Gracias.. si.. emmm. Hasta luego - finalizando la llamada.
