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Rubén no había dicho ni una sola palabra. Desde que me preguntó lo que quería comer no había abierto la boca, ni si quiera me miraba. Tenía tantas preguntas que hacerle que no sabía ni por cual comenzar. Lo observé por unos segundos, está muy concentrado cortando las patatas, tiene la boca entre abierta, y las venas de las manos se le notaban bastante. Tragué saliva, respiré hondo y comenzó hablar.

—¿De qué me conoces? —Rubén no me hizo caso. Siguió con las patatas. Resoplé y me cruzé de brazos. —¿De qué coño me conoces? —dije con mas brusquedad. Me ponía de los nervios que la gente pasara de mi.

Rubén me miró y frunció el ceño. Luego abrió la boca para decir algo pero parece ser que se arrepintió ya que la volvió a cerrar. Volví a resoplar esperando una respuesta por su parte.

—No te lo puedo decir Samantha, aún es temprano.

—¿Temprano de qué? Mira no te conozco, te cuelas en mi casa que a saber como, me espías, pegas a la gente que se acerca a mi. Eres un jodido acosador. Me merezco saber de que coño me conoces, ¿no te parece? —estaba harta, y como no me dijera nada lo echaría de mi casa.

Se acercó hasta mi peligrosamente. Ahora tenía miedo, todo el coraje y la valentía que había tenido para decirle aquello había desaparecido. Rubén es la persona que consigue que mi estado cambie cada dos por tres. Cerré los ojos y los abrí de nuevo. Ya no estaba. Me pasé las manos por la cabeza.

Esto era una jodida locura.

Miré por toda la casa y no estaba. ¿Cómo se había ido sin que me diera cuenta? Me agache hasta quedar sentada en el suelo del salón apoyada en la pared. Mi móvil sonó.

Un mensaje.

Recuerda aquel día de verano con tus padres en Noruega, Samantha, recuerdalo.
Rubén.

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Posesivo » elrubius | COMPLETA | EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora