Capítulo 4

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-Vaya, estás muy guapa.- su sonrisa me había calmado desde que la vi. De repente me había olvidado del desconocido y de que mi móvil no hacía más que vibrar. Solo me centré en su sonrisa y en como se iba acercando poco a poco para darme un abrazo. 

-No sabes lo mucho que necesitaba este abrazo.

-¿Guille se ha puesto en modo encargado jefe?-asentí, aún sintiendo sus brazos alrededor mío. Me apretó aún más fuerte. -Es estúpido, pero es un gran trabajador y mi mejor amigo. Lo siento, tendría que haber estado hoy en el restaurante, pero he tenido mucho lío.

-No pasa nada, ha habido bastante lío a la hora de la cena. Solo hace su trabajo, no me puedo quejar. -nos separamos del abrazo. -¿A dónde vamos?

-Es una sopresa. 

Me extendió la mano y, sin pensármelo, nuestras manos estaban unidas de camino a no sé donde. Era la primera vez que quedaba a solas con Samuel fuera del restaurante. Debería de estar nerviosa, pero es que cuando estaba con él, todos esos nervios se esfumaban. Me sentía muy tranquila y protegida a su lado; sabía que con él no me podía pasar nada malo. Hasta se me había olvidado el desconocido, que parecía haberse cansado de mandar mensajes, puesto que mi teléfono dejó de vibrar

Tras andar unos quince minutos y charlar de cosas varias, llegamos a un bar donde se escuchaba hasta la música fuera del recinto. 

-Es uno de mis bares favoritos, siempre vengo aquí cuando necesito despejarme y divertirme un poco. Te va a encantar, además tienen música en directo, hacen espectáculos, es una pasada.  

Lo decía con tanta ilusión que hasta me contagié de ello. Mis ganas crecieron por descubrir el bar. Samuel saludó al guarda que estaba en la puerta, parecía que se conocían de hace mucho. ¿Cuántas veces habrá venido aquí Samuel? Entramos al local, no era muy grande, lo suficiente para contener en su interior a unas treinta personas por lo menos. Fuimos directamente a la barra.

-¡Samuel! Qué alegría verte. ¿Lo mismo de siempre?- una chica de unos veintitantos de pelo castaño lo saludó desde la barra. Samuel se acercó un poco para poder alcanzar a la chica y darle un beso en la mejilla. -Vaya, veo que vienes acompañado. ¿Qué hay? Soy Silvia. Siéntete afortunada, Samu no suele ser una persona que traiga a mucha gente a sus sitios favoritos.

-Encantada Silvia, soy Sam. Y sí, se lo muy reservado que es Samuel, por lo que sí, me siento muy afortunada.-pude ver la sonrisa de oreja a oreja de Samuel.

Tras una breve charla poniéndose al día, Silvia y Samuel me contaron algunas anécdotas de él en el bar. Luego, nos sentamos en una mesa un poco más apartados. Podíamos ver y escuchar perfectamente cómo un grupo de indie rock tocaba en el mini escenario.

-Tenías razón, este sitio me encanta. El ambiente es increíble.

-Te lo dije. -colocó su mano encima de la mía. Sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo. -Y, cuéntame, ¿cuál es tu oscuro secreto?

-¿Una primera cita y ya quieres conocer mis secretos?- le di un sorbo a mi cerveza mientras sonreía.

-¿Esto es una cita?- nos reímos. -Pero enserio, quiero conocerte Sam. Me pareces una chica de lo más interesante.

-Pues, no tengo secretos. No hay nada interesante en mi vida. -otro sorbo. La cerveza estaba casi vacía.

-Oh, vamos, eso no hay quien se lo crea. Todos tenemos algún secreto. 

-Créeme, lo más interesante que hago es ir a trabajar. -mi móvil vibró. Me incomodé en el sitio. 

-No me lo creo. Mira, secreto por secreto. Cuando era pequeño, mis padres me compraron una tortuga, se me fue de las manos y la acabé ahogando. Pensaba que necesitaba agua y la bañaba todos los días. Mis padres me castigaron un mes entero, sin salidas, videojuegos, fue bastante traumático. Te toca.

-Eso no es un secreto, estoy segura que no fue tu intención y conociéndote al segundo que pasó se lo contaste a tus padres. -sonreí con ternura, Samuel de pequeño tenía que ser el niño mas inocente y bueno del mundo.

-Bueno, tienes razón. -nos reímos nuevamente. Mi móvil no paraba de vibrar. -¿Es alguien importante? Porque no para de mandarte mensajes, quizás deberías responder. 

-Vuelvo enseguida.

Tenía que deshacerme del desconocido. No podía concentrarme en Samuel cuando mi móvil no paraba de sonar. Fui hasta el baño; agradecía que estuviera vacío. Al menos así podía estar a solas un minuto, sin sentirme presionada.

"¿Quién es ese gilipollas?"

"Te gusta hacerme enfadar por lo que veo"

"Le voy a cortar los brazos como vea que te pone una mano encima"

"Estoy furioso"

"Lo voy a matar, te lo advertí Samantha."

Y no paraban de llegar mensajes. Maldita sea. ¿Qúe hago? Me repetía una y otra vez. Las lágrimas amenzaron con salir. Pero no le iba a dar ese lujo. No lo iba a conseguir. 

"Está bien, si me haces caso te prometo que no le haré nada. Tienes que ir a tu casa ahora mismo, que no te vuelva a ver con él".

¿No le iba a hacer nada? Tan solo tenía que irme a casa, sí, eso haría. No podía permitir que Samuel sufriera algún daño porque a un psicópata se le había ido la cabeza. ¿Pero y si era un farol? No, tenía que pensar, ser más inteligente. No quería irme, Samuel me proporcionaba tranqulidad y protección; si me iba, perdería todo eso. Mierda, era una puta egoísta. 

-¿Sam? ¿Estás bien? -era Samuel, detrás de la puerta del baño. Mierda.

-S-sí.- carraspeé, no podía notar lo nerviosa, asustada y enfada que estaba. Tenía que fingir. Abrí la puerta. -Lo siento Samuel, tengo que irme a casa. 

-¿Pero ha pasado algo? ¿He hecho algo mal? ¿No te habrás asustado porque haya asesinado a mi tortuga? -le sonreí para tranqulizarlo.

-Es Laura, ha tenido un problema con su novio y está en casa echa polvo. No la puedo dejar sola proque seguramente se beba el poco alcohol que hay en mi casa. -fingí con lo primero que se me ocurrió.

-Oh, claro es entendible. No sabía que Laura tenía novio. -y no lo tiene, es mentira. Odiaba hacer esto. -Está bien, cojo mis cosas y nos vamos.

-¡No! No te preocupes, no está lejos. Además no quiero fastidiarte la noche, quédate, de verdad.

-Oye, es tarde, no voy a dejar que te vayas tu sola. 

-De verdad, prefiero ir sola. 

Frunció el ceño. Una parte de mi sabia que no me había creído del todo. Pero no podía arriesgarme a que el desconocido le hiciera daño. No sabía si quiera si el desconocido era real y no algún gilipollas haciéndome una broma. Pero no quería arriesgarme, al menos no con Samuel. No podría perdonarmelo.

Así que puse rumbo a casa. 

"Muy bien, nena. Me encanta que me hagas caso, de hecho hasta me pone. Pensaré en ti cuando duerma".

Posesivo » elrubius | COMPLETA | EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora