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Rubén tenía mis muñecas agarradas con fuerza, yo no me podía mover por mucho que quisiera. Rubén se estaba asegurando que así fuera. Él continuaba diciendo las locuras que se le pasaban por la mente, sin sentido alguno. Era como si de repente hubiera despertado otro Rubén.

—Tienes que hacerlo Rubén. —decía para si mismo. Sus ojos seguían tan rojos como antes. Sus manos llenas de sangre manchaban las mías.

Mis lágrimas caían sin control alguno. Estaba tan asustada por lo que estaba viendo que cada vez tenía mas asumido que jamás me iba a recuperar después de esto.

—Por favor... — dije entre sollozos. Al escucharme se llevó una mano a su cabeza, dándose golpes en ella y liberando una de mis manos.

En un movimiento rápido conseguí darle un empujón haciendo que retrocediera un poco, pero gracias a ese poco me pude soltar de su otro agarre. Corrí hasta la cocina y cogí el primer cuchillo que encontré. Sabía que lo tenía detrás mía. Lo sentía. Probablemente me había vuelto loca.

—No me hagas hacerlo... —pronunciaba entre lágrimas. Escuché una carcajada por parte de él. —No... — tenía el cuchillo sujeto con mis dos manos, apuntándole con él.

Rubén se acercaba a mi con una sonrisa en su cara. No sabía que estaba pasando. El por qué había cambiado así de repente. Por qué decía aquellas cosas. Hablaba como si Rubén hubiera dejado de existir por unos minutos. Como si fuera otra persona. Y eso me aterraba. Cuando estaba cerca de mi, colocó él mismo el cuchillo en su cuello. Seguía sonriendo con aquella mirada de psicópata. Mi visión estaba borrosa, las lágrimas impedían que viera con claridad. Mi mano seguía sujeta al cuchillo, él tenía si mano encima de la mía, apuntándose él mismo el cuchillo. Quería quitarle el cuchillo. Pero no podía.

-¿Pensabas que no me iba a enterar?- volvía a decir. ¿Qué no se iba a enterar de qué? No entendía nada y solo estaba consiguiendo que me pusiera más nerviosa de lo que estaba. 

-¡No sé de qué hablas, joder!- grité. -Rubén... Reacciona, por favor. Tú no eres así. 

No sabía ni por qué me molestaba, Rubén estaba perdido, sus demonios se habían apoderado de él controlándolo por completo. Bajó la mirada y tiró el cuchillo al suelo, me miró por unos segundos y salió corriendo de allí. Yo, probablemente, me desmayaría en cuestión de segundos. Aún miraba por la puerta de la cocina, por donde Rubén había salido. Mi pulso iba a cien. Sentía como mi corazón latía con rapidez. Me fui deslizando hasta llegar al suelo, intentando tranquilizarme. Pero no podía. Observé el suelo y vi como había un pequeño rastro de sangre de Rubén que había derramado con sus manos. Me sentía jodidamente mal, no podía pensar con claridad. 

(...)

-Deberá permanecer unos días aquí, en observación. Su cuerpo muestra señales de que la han maltratado. No puedo permitir que se vaya de aquí. - escuchaba la voz de un hombre mayor. Abrí los ojos con dificultad. Los abría y los cerraba, intentando acostumbrarme a la claridad que había presente en la habitación. 

¿Qué había pasado?

-Claro, nos quedaremos con ella todo el tiempo que sea necesario.- ese era Roan, podía reconocer su voz perfectamente.

-Muchísimas gracias, doctor.-  y esa era Clarie. 

¿Doctor? ¿A caso estaba en un hospital? Maldición, no recordaba nada. 

Intenté hablar para que supieran que estaba aquí, que estaba despierta. Pero no podía pronunciar nada, mi garganta estaba muy seca y me dolía muchísimo. Me di cuenta que llevaba un collarín de estos. No entendía el por qué lo llevaba. Tampoco me podía mover, cada movimiento que hacía, aunque fuera levantar un solo dedo, me dolía muchísimo. Sentía un calor que recorría por todo mi cuerpo. Estaba comenzando a agobiarme y nadie se estaba dando cuenta de ello. Por mucho que me estaba doliendo, alcé mi mano unos centímetros para que supieran que estaba aquí joder, que los estaba escuchando y que quería que me dieran explicaciones. 

Clarie fue la primera que se dio cuenta. 

No tardó en venir corriendo hacia mi, Roan la siguió. El doctor parecía que se había ido. 

-¡Por fin joder!- dijo Roan con una sonrisa en el rostro. -No sabes el susto que nos has dado.

Intenté volver a hablar, para saber que estaba pasando, pero de nuevo, no podía. Clarie negó con la cabeza.

-No hables, el doctor ha dicho que es mejor que no intentes forzar las cuerdas vocales para hablar.- Clarie acarició mi rostro y consiguió que me tranquilizara al menos un poco.- Sé que tienes que estar confundida, pero tienes que recuperarte primero. 

-El doctor ha dicho que es mejor que no te contemos nada, que te podrías poner de nuevo mal y eso  podría afectar a tu recuperación. -quería gritarles en este mismo instante que me lo contaran todo, que estaba harta de no saber nada. 

Una enfermera apareció por la puerta sonriendo a Roan y a Clarie.

-Oh vaya, por fin despertaste.- ¿llevaba mucho tiempo durmiendo? -Bien, te voy a poner un poco de morfina para el dolor. Pronto comenzarás a sentirte bien, no te preocupes. 

Poco a poco, a medida que inyectaba aquella dosis, mis ojos se iban cerrando hasta dejarme sumida en mi propia consciencia. 

Posesivo » elrubius | COMPLETA | EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora