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Me separé de él para mirarlo de frente. Nos quedamos unos segundos mirándonos hasta que comencé a reírme. Me acerqué a él y le volví a abrazar de nuevo. Todo esto parecía un sueño. Él y yo juntos, sin que nada ni nadie nos pudiera separar. Quería permanecer así por el resto de mi vida. Sintiendo su aroma, abrazándolo.

-No me creo que estemos así.- dijo él acariciando mi pelo. Aún seguíamos abrazados.

-Yo tampoco.- ambos reímos.

-Déjame intentar una cosa.- dijo en un susurro.

Yo asentí lentamente. Mi rostro había cambiado de una sonrisa a una cara seria. Me había puesto nerviosa porque no tenía ni idea a lo que quería referirse. Mi pulso comenzó a acelerarse. Rubén se acercó lentamente a mi, con mucho cuidado. Llevó sus labios hasta mi cuello. Dando suaves caricias y besos en él. Yo dejé que un suspiro se me escapara. Rubén apretó más sus manos en mi cintura y comenzó a dar besos más acelerados. Me dio un mordisco, que sabía que para mañana iba a tener marca, y comenzó a andar hacia atrás. Luego pasó de dar besos a mi cuello a mis labios. Mi pulso iba a cien y como no me tranquilizara juraría que me desmayaría en cualquier momento. Llegamos hasta el cuarto de Rubén. Él poco a poco se fue separando de mi. Me agarró de la muñeca y me sentó en la cama. Él quedó de pie justo delante mía. Luego se agachó hasta quedar a mi altura.

-Déjame sentirte, muñeca.- se quitó la camiseta.- Esta noche eres solo mía. De nadie más.

Yo no sabía que hacer, así que asentí con la cabeza. Estaba nerviosa, pero estaba preparada. Iba a dejarme llevar. Por que lo quería, lo quería tanto que estaba dispuesta a hacer todo lo que él me dijera. Rubén me echó hacia atrás mientras que él se colocaba encima mío, con cuidado de no aplastarme. Comenzó a desabrochar mis vaqueros y a subirme mi camiseta. Daba suaves caricias y besos. Me sacó la camiseta y por un momento sentí verguenza. Así que eché la cabeza hacia un lado para no mirarle.

-No, no, no te gires muñeca. Eres preciosa y quiero que me veas cuando te folle, amor.- sentí un escalofrío por todo mi cuerpo.

Volví a asentir con la cabeza y le miré a los ojos. Él no apartaba la mirada de mi. Mientras tanto, me bajaba los pantalones. Ahora estaba en ropa interior delante de él. Rubén pasó su mano por todo mi cuerpo. Desde mi cara hasta mi pie.

De nuevo, estaba nerviosa.

Sin que me diera cuenta, Rubén ya había unido de nuevo nuestras bocas. Mientras me besa me da suaves caricias en el costado, subiendo y bajando hasta llegar a mi pecho. Yo pasé mis brazos alrededor de su cuello, para sentirlo mas cerca de mi, si eso era posible. Nuestros cuerpos estaban totalmente pegados, sintiendo el calor del uno y el otro. Separé mis labios de los suyos y le di un suave beso en el cuello. Esto pareció gustarle y volvi a darle pequeños besos en su cuello. Rubén hundió su cabeza en mi pelo. Su respiración era entrecortada, al igual que la mía. Nunca había estado en esta situación con algun chico y era una experiencia que estaba segura que la querría repetir de nuevo. Rubén comienza a darme pequeños mordisco en el lóbulo de mi oreja. Noto como sus manos recorren todo mi cuerpo, hasta los sitios donde nadie antes me había tocado. Vuelvo a unir mi boca con la de Rubén. Al mismo tiempo, meto mis manos por debajo de su camiseta negra. En un movimiento rápido consigo ponerme encima de Rubén. Le quito la camiseta y ambos nos quedamos fijamente mirandonos. Luego bajo mi vista por todo su cuerpo y sonrío. Hasta que noto cierto bulto sobresaliendo y mi cara cambia por completo. Rubén comienza a reírse.

-Le has vuelto loco Samantha. -dijo con voz grave que hizo que se me erizara toda la piel. -Y creo que tu también te has vuelto loca. -miró hacia mis bragas y había una manchita en ellas. Yo miré hacia otro lado. Estaba avergonzada. Nunca había experimentado estas cosas con nadie.