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Ahora que estaban los chicos entretenidos era el momento de abandonarles para irme con Rubén. Hace unos segundos me contestó mi mensaje diciéndome que estaría en la puerta de los baños para esperarme. No tenía ni idea de donde éstos se encontraban.

En un movimiento rápido ya estaba alejada de los chicos, espero que no se enfaden mucho conmigo por lo que acabo de hacer.

Caminé rápidamente hacia lo que supuse que serían los baños, aunque no estaba segura.

Me quedé allí unos segundos esperando, y como era una impaciente ya le estaba escribiendo a Rubén que donde estaba.

—Estoy justo aquí. —sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo. No hacía falta que me girara para saber que era él, también es que sería lógico, conocía ya a la perfección su voz. Trague saliva. —¿Me has echado de menos, muñeca?

Me giré y clavé mi mirada en aquellos orbes verdes. Eran el color de ojos más bonito que había visto en toda mi patética vida.

—El fútbol no me gusta. ¿Podríamos ir a otro lado? —dije dudando un poco y mirando hacia abajo. Levanté mi mirada ya que no respondía y me lo encontré sonriendo de oreja a oreja.

—A donde tu quieras. —me agarró de la muñeca y tiró de mi fuerte. Mi respiración comenzó a ir más rápida. Él seguía agarrándome fuerte, como si pensara que me fuera ir y lo dejaría solo. 

Caminamos a paso rápido hasta que llegamos a un coche, supuse que era el de él. Me soltó de la mano, se puso en frente mía. Tenía una gorra puesta, se quedó un rato mirándome, se colocó la capucha de su sudadera y me sonrió. Le devolví la sonrisa y me introduje en el coche. 

Él no tardó en hacer lo mismo que yo

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Él no tardó en hacer lo mismo que yo. Estaba nerviosa. No sabía si lo que estaba haciendo era lo correcto. Joder, me iba a ir con el tipo que me ha estado acosando estos días. Estaba realmente loca. No sabía que cosas podría hacer. Arrancó el motor del coche y en silencio fuimos hasta un parque, a las afueras de Madrid. Nunca había venido aquí, y eso que me había recorrido toda Madrid junto con mi padre. Rubén aparcó y nos bajamos del coche. Me quedé observando el lugar: todo el recinto lleno de césped, árboles verdes y un lago en frente de éstos. Realmente precioso. Me quedé maravillada. A penas había gente en el parque, por que se podía decir que estábamos solos. 

-Es mi sitio favorito cuando necesito pensar.- dijo acercándose hasta mí. Aún seguía con una sonrisa. Asentí con la cabeza. -¿Puedo?- dijo cogiéndome de la mano, volví a asentir. Me sentía estúpida. 

Ambos nos adentramos más en el parque hasta que llegamos a la orilla del lago. Me remangué los pantalones para no mojarmelos y me quitó los zapatos. Me adentré un poco al lago bajo la atenta mirada de Rubén. Me estremecí al notar el agua fría recorrer por todos mis pies. 

-¡Vamos, ven!- le animé a entrar. Rubén dudó unos segundos pero finalmente se metió conmigo. -No pongas esa cara que no está tan fría.- comencé a reírme. Rubén comenzó a reírse conmigo. 

Caminamos un poco hasta que pisé una piedra y eso hizo que tropezara y cayera pero en un movimiento rápido de Rubén hizo que no cayera al agua, sino a sus brazos. Rubén me atrajo hasta él.

-No sabes cuanto te deseo Samantha Jones.- susurró en mi oído, luego fue dejando un recorrido de besos por mi cuello. Me estremecí. -He esperado mucho para estar así contigo. - sus besos se fueron acercando a mi oreja y de ahí a mi mejilla. Se separó de mi un poco para mirarme a los ojos. -Me vuelves loco, joder. - lo miré a los ojos. Miles de sentimientos recorrieron por todo mi cuerpo. Puse mis manos en su cintura, él me rodeó y me acercó más a él. Cerró los ojos, me acerqué hasta su oreja y le susurré:

-Bésame.

-Bésame

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Posesivo » elrubius | COMPLETA | EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora