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Hoy iba a ser un día nuevo. Tenía que cambiar de rutina, no podía seguir con lo mismo porque sino la que iba a acabar mal era yo. Tenía que cambiar de aires. Y para ello opté por visitar a un viejo amigo. Probablemente me estaba volviendo loca al ir a verle. Pero desde que pasó lo del disparo a Blair y su entierro, la cosas entre él y yo habían cambiado, y mucho.

Me puse rápidamente la ropa. No me pinté, no vi que fuera necesario y me encaminé hacia su piso. Suerte que seguía siendo el mismo y no había cambiado de lugar. No lo avisé, espero que se encontrara allí porque entonces no sabría que hacer.  Llegué tras un largo rato. Me puse en frente de la puerta y di un suave toque. Como veía que no me contestaba, decidí darle al timbre. Esperé unos segundos y escuché unos pasos venir hacia la puerta. Ésta se abrió dejándome ver la figura de Samuel parada en frente mía.

—Espero no molestar. —dije tímidamente.

—Oh, claro que no Sam, siempre eres bienvenida aquí. —le Sonreí y me dejó pasar. Caminé tímidamente por su lado hasta colocarme en el salón. Él me ofreció asiento y ambos nos sentamos. —No es que no quiera que vengas, ya sabes eres bienvenida aquí, pero... ¿A qué has venido?

Realmente no sabía muy bien que contestar a esa pregunta. Es cierto que quería cambiar la rutina un poco, cambiar de aires, desconectar de toda la mierda. Pero, ¿porqué había decidido venir con él?

—Bueno... Quería cambiar un poco mi rutina... Siempre es lo mismo y creo que no me hace bien eso.

—Estoy de acuerdo contigo. Llevo sin saber de ti desde lo de Blair. ¿Cómo estás?

—No quiero ser grosera, Samuel, pero lo menos que quiero es hablar de ese tema. Por favor... —Samuel lo entendió a la perfección.

Era por la mañana y yo todavía no había desayunado así que Samuel propuso la idea de irnos a cualquier cafetería que encontremos y que desayunaramos juntos, ya que él tampoco lo había echo. Asentí encantada. Esperé a que Samuel se preparara y salimos hacia la primera cafetería que nos encontramos. Allí nos pedimos dos cafés y una tostada. Lo típico que desayunaba todos los días. Samuel intentó evitar en todo momento hablar de Blair y de Rubén. Pero sabía, lo notaba, de que estaba ansioso por saber como iban las cosas con Rubén. Siempre lo ha querido ver en la mierda, como está ahora, y saber que todavía estaba allí le hacía sentirse mucho mejor. Obviamente yo no compartía eso.

Samuel, cuando se enteró de lo de Blair, al primero que echó las culpas fue a Rubén. Cuando él no tenía nada que ver ni fue el culpable de nada.

—Vamos, pregunta. Llevas toda la mañana queriendo preguntarme. —dije ya cansada.

—¿Qué? No, no, Sam me has dicho que quieres desconectar de todo y lo mejor es ni hablar de nada. Además, me dijiste que no te volverías a ver mas con ese tipo.

—Si, no se mucho sobre su caso. Claro. —mentí.

—Bueno. —dio un último sorbo a su café. —Creo que tenemos que hablar sobre nosotros, ¿no crees?

—¿Nosotros?

—Si... Te llevaste una imagen muy mala de mi, yo no soy así. Yo no le digo a una chica que la quiero para luego dejarla e irme con otra...

—Samuel... Creo que eso ya ni viene a cuento, ¿vale? Me dolió, si, pero ya no me importa nada. En absoluto. Te perdono si eso es lo que te preocupa. Pero lo siento, yo creo que nunca te he querido como tu a mi.

Samuel se quedó unos segundos callado. Asintió con la cabeza y se levantó de la mesa. Me quedé sorprendida por su reacción. ¿A caso había dicho algo que no era obvio? Se dirigió hasta la barra y pagó. Luego volvió hasta mi.

Posesivo » elrubius | COMPLETA | EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora