096 - R U B É N

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Entré el coche mirándola a lo lejos. Estaba haciendo lo correcto. Era mejor que me odiase en estos momentos. Todo había sido perfecto estos días. Actuábamos como si fuéramos una pareja aparentemente normal.

Pero tanto ella como yo sabíamos que eso jamás sería así.

Yo con mis miles demonios y ella con su cabezonería de no dejarme.

Tenía que hacer este último trabajo. Este último trabajo que probablemente haría que todo lo bueno en mi vida desapareciese. Que todo lo bueno que iluminaba mi oscuridad se desvaneciera en segundos. Pero tenía que hacerlo, correr el riesgo.

Ese hijo de puta iba a morir hoy y no me importaba matarlo con mis propias manos.

Había escapado de la cárcel, un violador, maltratador que no se merecía nada bueno en la vida, estaba por la calle caminando a sus anchas. ¿Cómo se supone que lo iba a dejar? No podía dejarle escapar. No después de todo lo que me había hecho sufrir. No después de haberme hecho convertirme en la persona que soy ahora. Por su culpa toda mi vida se había ido a la mierda.

Conduje lo más rápido que podía. Quería llegar cuanto antes. Quería meterle un tiro en la cabeza cuantos antes. Todo estaba preparado. Sabía que no iba a dudar en ningún segundos porque lo estaba deseando. Deseaba ver su sangre recorrer todo el suelo, verlo tan vulnerable. Hacerle sufrir, hacerle pagar por todo lo que había hecho. Castigarle por sus pecados.

Miré en el asiento del copiloto, hace un día ahí se sentaba Samantha. Entonces me acordé de su rostro. De aquella piel tan blanca como la nieve, tan suave. Sus ojos azules como el océano. Su corto pelo rubio cayendo en pequeños rizos, a veces liso. Sus labios rosados... Ella es tan preciosa.

Pero dejé de pensar en ella. Tenía que concentrarme en lo que estaba apunto de hacer.
No era la primera vez que lo hacía. Que mataba a alguien. Ya lo hice una vez, a Blair, a aquella inocente chica que no tenía nada que ver ni tendría que haber muerto, tan sólo estuvo en un mal momento en el sitio equivocado. Dudé muchísimo, no lo quería hacer. Me estaban obligando. Pero esta vez no es así. Nadie me obliga. Nadie ha puesto una pistola en mi cabeza amenazándome que o lo mato o me mata a mi.

Mi móvil empezó a sonar. Tenía que ser mi contacto. Estaba todo planeado. Él iría a un callejón creyendo que iba a recibir hierba. Entonces ahí entraría yo. Mis manos temblaban. Estaba nervioso.

No tardé en llegar. Mi contacto me estaba esperando. Faltaban quince minutos para que llegara.

—¿Todo listo? —asentí. Me puse la capucha. El tiempo en Noruega siempre era malo, así que comenzó a  llover. —¿La pistola está cargada? —lo comprobé y volví a asentir.

Se escuchó un coche. Ambos nos miramos, asentimos y mi contacto se acercó al callejón. Yo estaba mas atrás. El se encargaría de entregarle lo que sea y luego entraría en acción yo.

—Sentir la lluvia en mi cara es algo tan placentero. —iba acompañado de dos hombres mas a su lado. Tenía una sonrisa en su cara. La cabeza miraba hacia el cielo oscuro y nublado de Noruega. Apreté mis puños fuertemente. Quería partirle la cara. Pero tenía que esperar... Tan solo un poco más y ya era todo tuyo.

—Aquí está todo, ¿dónde está el dinero? —dijo mi contacto. Pude notar que estaba un poco nervioso.

—Tranquilo, cariño. Tú mira si está todo correcto. —mierda.

El hombre corpulento se acercó hasta mi contacto, le arrebató el paquete de las manos. Lo abrió y vio que estaba vacío. Se lo tiró a la cara. Estaba apunto de salir cuando él volvió a hablar.

—Vaya, vaya, ¿pero qué tenemos aquí? —sacó una pistola y apuntó al hombre que estaba muerto de miedo en estos momentos. La lluvia cada vez era más fuerte y se hacía más difícil ver. —¿Pensabas que podías colarmela? —se rió como un psicópata. Y sin pensarlo dos veces, le pegó un tiro entre ceja y ceja. Un tiro limpio.

Me horroricé al ver la escena. Comencé a temblar, no solo por el frío que estaba pasando. Retrocedí lentamente para poder esconderme. Pero fue demasiado tarde.

—Y que tenemos por aquí... —no podía creerme lo mucho que me estaba acobardando. Todos los recuerdos de él aparecieron de repente. —¡Sal de ahí cobarde! —gritó tan fuerte que me sobresalté.

Posesivo » elrubius | COMPLETA | EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora