086 - R U B É N

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"Tienes que hacerle daño"

"No puedes seguir mintiendote y hacer como si fueras otra persona"

"¡Mátala, mátala!"

"Eres un desgraciado"

—No puedo aguantar las voces que escucho constantemente en mi cabeza. Hacen que pierda el control. Que me vuelva tal y como ellas quieren.

—¿Por qué no tratas de no hacerles caso?

—Por que sino despiertan a alguien para que haga lo que ellas quieren. —me limpié una lágrima rebelde que había caído con rapidez sobre mi rostro.

La anciana apuntaba todo en su libreta. Me sentía incómodo, pero algo me ayudaba.

—¿Está aquí ahora? —su tono era lento y tranquilizante.
Una de las cosas que había echo que continuara en estas estúpidas terapias, esta mujer conseguía tranquilizarme.

—Sí y está ansioso por salir.

—¿Por qué no me lo presentas?

—Porque te hará daño. Siempre lo hace.

—¿Y por qué no intentas frenarlo?

—Porque hay una parte de mi que no quiere que lo frene. Que quiere ver como le hace daño a la otra persona. Que le gusta el dolor que siente esa persona. A veces esa parte de mi está apunto de hacerle caso a las voces.

"No la escuches, quiere hacerte cambiar. Convertirte en alguien que no eres"

Me revolví en el asiento. Mi ceño estaba fruncido. La señora, que se llama Julia, apuntaba cada gesto o movimiento que hacía. Por eso intentaba mantenerme firme y con una expresión igual. Así no podía averiguar lo que realmente estaba ocurriendo.

—Está bien Rubén. —volvió a puntar en la libreta. Me estaba conteniendo demasiado las ganas de levantarme y arrebatarle aquella libreta de las manos. —Hablemos de Samantha. —todo mi cuerpo se tensó. Cerré mis puños inconscientemente. Julia lo notó al instante.

—No estoy aquí para hablar de ella.

—¿Es alguien importante? He visto como no dejas de escribir su nombre por todos lados. ¿Quién es? —sonreí de medio lado sin apartar los ojos de ella en ningún momento. Con la intención de conseguir intimidarla.

—No me importa en lo absoluto.

—¿Estás seguro de eso?

Me quedé unos segundos en silencio. Julia esperaba una respuesta y no se iba a ir a ningún lado hasta que no la contestase.

—A las voces no le gusta. Quieren que la haga daño.

—¿Por qué no le gusta?

—Porque cuando estoy con ella, ellas desaparecen.

—¿Quieres decir que ella es como tu cura?

—Ella será mi cura pero yo soy su jodida enfermedad que lo único que querrá hacer será suicidarse para acabar completamente con esa enfermedad que tanto daño le hace.

—Interesante. Hablame más de esta "cura".

—No quiero hablar de ella.

—¿Por qué?

No iba a contestar a eso. Ante mi silencio Julia hizo una mueca y volvió a escribir en su libreta.

—¿Ella sabe que estás aquí?

—No creó que esté viva.

—¿Por qué piensas eso?

—Ha intentado deshacerse de la enfermedad.

—¿Lo ha conseguido?

—Si fuera así yo no estaría aquí. Aunque no creo que dure mucho. ¿Sabes? A veces quiero que acabe de verdad. Que alguno de los dos deje de existir en este mundo para que así alguno podamos descansar en paz.

—¿Te ha echo daño?

—Si. Más de lo que ella cree. Pero no se compara con el daño que yo le echo.

" Te está manipulando. Al igual que lo hacía Samantha".

"Quieren convertirte en alguien que no eres"

—¿Quieres estar ahora con ella?

"—¿¡Sam!?— mis pasos eran tan rápidos como mis piernas me permitían. Notaba la sangre en mis manos y en mi ropa. Corrí hasta la cocina. Donde la había dejado minutos después. Escuché sus gritos de dolor. Me quedé paralizado en frente de ella. Había un gran charco de sangre alrededor de ella. Sus manos temblaban y notaba su respiración entrecortada. Al verme pude ver sus ojos como transmitían tanto miedo. Me acerqué poco a poco a ella. En un impulso rápido cogió el cuchillo en sus manos. Apuntándome. Lentamente me iba acercando a ella. No sabía ni como tenía fuerzas en ese estado. Sus muñecas no paraban de echar sangre a borbotones. Conseguí quitarle el cuchillo de las manos -no fue muy difícil- y lo lancé detrás de mi. —Samantha, está bien, cielo. Te vas a poner bien. —decía mientras cogía un trapo de la cocina para enrollarselo a sus muñecas e intentar que la sangre se detuviese. Ella, con cada movimiento que hacía se sobresaltaba. Yo quería que esto acabase. Que no me mirara más así porque me estaba matando. Cerré los ojos por unos momentos. Intentando pensar que era lo que tenía que hacer. Estaba paralizado. Mi cuerpo no reaccionaba y las voces de mi puta cabeza no me dejaban pensar con claridad. Solo quería que le hiciera daño. Yo no quería. Jamás querría hacerle daño a alguien que amo tanto. Así que consiguieron sacar lo peor de mi. Abrí los ojos y coloqué mis manos sobre su cuello. Haciendo fuerza en el. —Ellas me han obligado."

Quiero que muera.

—¿Por qué le deseas eso?

—Porque yo ya estoy jodidamente muerto.

Posesivo » elrubius | COMPLETA | EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora