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No sabía como reaccionar cuando tuviera a Rubén delante. No sabía como empezar a contarle lo que Aaron me había dicho. Últimamente lo único que pasaba en mi vida eran problemas y mas problemas. Cuando todo parece que va bien, un problema aparece. Pero nada me iba a detener estar con Rubén. Además no me podía fiar al cien por cien de Aaron, de echo no me podía fiar de absolutamente nadie que esté en contra de Rubén. Puede que Aaron haya dicho eso de Rubén para que lo odie, para que nos separemos y así Aaron viera sufrir a Rubén. Cosa que no iba a permitir.

Rubén jamás mataría nadie.

Recogí mi bolso con mis cosas y caminé hasta la puerta. Rubén aún me estaba esperando para acompañarme hasta el restaurante. Así que caminé hasta la cafetería donde estaba él esperándome, que ésta se encontraba en la esquina de mi casa. Decidí contarle a Rubén lo de Aaron esta noche. Así tenía mas tiempo para pensar las cosas y como iba a decírselo.

—Hola amor. —me saludó nada mas llegar. Sonreí. Él me sonrió de vuelta y me colocó su mano en mi espalda para que pasara yo primero por la puerta. De repente, se me vino a la cabeza la idea de que Rubén había matado a dos personas y me tensé.

Nos sentamos en una mesa un poco apartados. La camarera nos atendió y pedimos nuestros cafés.

—¿Y bien, qué tal estás? —dio un sorbo a su café y se encogió de hombros. Estaba nerviosa y preocupada y asustada y todos los estados de ánimo que una persona pudiera tener. No paraba de darle vueltas a lo mismo.

—¿Ocurre algo? —alcé una ceja. —Mueves el pie todo el rato, miras hacia todos lados, me preguntas que qué tal estoy... Ocurre algo y no me lo quieres decir. —maldita sea, odio que me conozca tan bien.

—Tenemos que hablar de algo muy serio Rubén. —él asintió y hizo un gesto con su cabeza para que comenzara a hablar. Negué con la cabeza. —Esta noche, voy a tu casa y hablamos.

—Vale, me estás asustando.

—Nunca pensé que fuera yo quien te asustara, siempre eras tu. —sonreí y el sonrió de lado. Le agarré de las manos y le miré a los ojos. —Rubén, pase lo que pase o hagas lo que hagas, que sepas que te quiero. Que te quiero muchísimo.

—Yo también te quiero muchísimo Sam. —ambos nos sonreímos y nos besamos.

Nos quedamos unos minutos mas hablando de cosas triviales y pagamos los dos cafés. Era hora de ir al restaurante y ver como iban  a surgir las cosas entre Samuel y yo. Rubén dijo que tenía que resolver algunos asuntos que, obviamente, no me dijo cuales. Aveces pienso que Rubén no confía en mi. Una vez que nos despedimos, él fue por la izquierda y yo para la derecha. Llegué al restaurante después de andar como unos diez minutos. Al llegar, vi a Blair entrar por la puerta.

-¡Buenos días!- dijo nada más verme. Tenía mis dudas si ella sabía lo que había pasado con Samuel. Al ver mi cara se aproximó hasta mi.- Tranquila, Samuel me lo ha contado todo. No te juzgo y te entiendo, aunque me dolió un poquito que no me lo contaras y me tuviera que enterar por Samuel.- se secó una falsa lágrima debajo de su ojos. Luego se acercó a mi y me dio un abrazo. -Tú misma lo dijiste, no estabas segura de si Samuel te gustaba como amigo o como algo más. 

-¿Crees que podremos ser amigos después de lo que ha pasado?

-No veo algún inconveniente.

Y hablando del rey de Roma...

-¡Vamos a trabajar! Hoy tenemos que hacer muchas cosas.- dijo borde y sin ni si quiera mirarme a la cara. Blair y yo nos miramos y ella me echó su brazo por mis hombros y entramos por la puerta.

-Veo muy difícil que seamos amigos.- susurré y Blair asintió apenada. 

Después de eso, Samuel nos mantuvo a todos con nuestras tareas encomendadas. Hoy parecía que me esperaba una larga noche. Había un cumpleaños de un grupo de veinteañeros y Samuel nos había asegurado que se quedarían hasta tarde. Así que mi charla con Rubén tenía que esperar...

Le avisé que llegaría tarde a su piso y dijo que está bien que esperaría lo que tenga que esperar. Al fin, el cumpleañero y sus amigos decidieron irse del bar. Eran las dos y media de la mañana. Nunca había trabajado tanto como lo he echo hoy. Blair y yo salimos por la puerta, ella se despidió de Samuel con un beso en la mejilla, al igual que con los dos cocineros. Samuel solo me había dirigido la palabra para mandarme hacer algo. Pero quien sabe, a lo mejor es mejor así. En la salida, como era de esperar, tampoco se despidió. Simplemente, besó a la mejilla a Blair y se dio media vuelta.

-Dale tiempo.- asentí con la cabeza. -¿Quieres venirte a casa?

-No, no, estoy muy cansada y lo único que quiero es descansar.- bostecé.

-Entiendo... Pues entonces, ¡hasta mañana!- me abrazó y me dio un beso en la frente.- Te quiero.

Le di un beso en la mejilla y me di media vuelta. No sé que haría sin Blair, la verdad. Llegué al piso de Rubén rápidamente. Ya que eran las dos y media de la madrugada y a estas horas había mucho borracho suelto y la verdad no tenía ganas de que se me apareciera alguno y me hiciera Dios sabe qué. Rubén me había dado una llave para entrar a su piso, por lo tanto entré con el mínimo silencio. No sabía si se había dormido ni nada. Miré en el salón y en la cocina pero no estaba así que opté por ir a su cuarto. Su cuerpo estaba tumbado en aquella cama de matrimonio con sábanas negras.

Me quité los zapatos, las mayas y la camiseta del restaurante. Abrí su armario y agarré la primera camiseta que encontré de Rubén y me la puse. Me llegaba hasta los muslos y olía tan jodidamente bien que no me la quería quitar nunca. Con cuidado me tumbé en la cama y abracé a Rubén por la espalda. Éste se estremeció pero no se despertó. Le di un beso en su espalda y caí en los brazos de Morfeo. 


Siento que sea tan mierdi... En multimedia os dejo como es Blair.

Posesivo » elrubius | COMPLETA | EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora