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Estaba todo planeado. Perfecto, un plan perfecto en el que nada malo podía pasar. Nos dirigíamos corriendo hacia el estacionamiento. Clarie iba sujeta a mi. Podía notar como nuestros corazones parecían que se saldrían de nuestro pecho en cualquier momento. Lo que íbamos hacer no era ningún juego. No sabía el porqué Clarie se la quería arriesgar tanto, al igual que Roan, que así se llama el policía que tan amable ha accedido a ayudarme, pero le estaría agradecida por siempre con ellos. 

-No te preocupes, ya verás como Roan lo consigue.- Clarie me agarró fuerte de la mano. Le sonreí con mi respiración a mil por hora. Estaba realmente nerviosa. Solo esperaba ver a Roan salir por esa puerta con las llaves que nos indicasen de que nuestro plan podría salir como esperábamos.

Ambos estábamos apoyadas en el capó del coche rojo de Clarie. No apartaba la mirada de aquella puerta de cristal. No podía esperar ni un segundo más sin verle salir de allí. 

-Está tardando mucho.- habían pasado unos diez minutos y aún no aparecía. -Tenemos que entrar.

Me coloqué bien la ropa y sin esperar a Clarie comencé a andar hasta la entrada justo cuando estaba casi en la puerta, ésta se abrió mostrando a Roan con una sonrisa en su rostro. Por unos segundos mi respiración se cortó. No podía creer que estuviera delante mía con las llaves en una des sus manos. No sabía si llorar, reír o ir corriendo a abrazarle. Cada vez veía más cerca mi felicidad, nuestra felicidad. 

Roan llegó hasta mi y me agarró del brazo para volver a dirigirnos hasta Clarie. 

-¿Qué te dije sobre que me tenías que esperar?- dijo dándome las llaves. Sonreí de modo de agradecimiento.

-Bien, ahora continuamos con el plan. - dijo Clarie. 

Ambos asentimos. El plan era muy sencillo pero con un solo error podría salir todo mal y eso era algo que no podíamos permitírnoslo ya que los tres acabaríamos muy mal parados. Clarie se encargaría de abrir las puertas de seguridad desde el ordenador de recepción, fácil y simple solo que si la pillaban todo se iría a la mierda y nadie tendría acceso a ningún lado. Roan tenía que entretener a todos los policías que esta noche hacían guardia. Y yo, bueno, yo tenía que sacar a Rubén de esa asquerosa habitación. 

-Claire, ya sabes, no te pueden pillar. No puedo encargarme de las chicas de allí y a la vez de los guardas, confiamos en ti. 

-No te preocupes, no es la primera vez que me encargo de ellas. -dijo con una sonrisa orgullosa de medio lado. Sonreí. -Tu no te preocupes que todo va a salir como tenemos planeado.

-Bien, basta de hablar. Tenemos mucho que hacer y no tenemos demasiado tiempo. Sam, tienes que ser rápida. En cuanto yo esté con los guardas del piso de abajo, estarán a punto de llegar unos al piso de arriba. Por aquel momento, Rubén ya tiene que estar fuera de la habitación y dirigiéndose por las escaleras de la salida. -respiré hondo. Estaba preparada, preparada para todo si eso significaba que lo tendría de nuevo a mi lado. Roan se frotó las manos.- Sin presiones. 

Cada uno tenía una sola tarea que debía cumplir. Primero entraría Clarie, ya que para esta hora es su turno de esta noche y así no habrían tantas sospechas. Obviamente, Roan sería el siguiente. Cuando vi que este acababa de entrar por la puerta, me dirigí hasta la puerta que había no muy lejos del edificio. Por ahí llegaría hasta unas escaleras que conectaban con el edificio principal, donde se encontraba Rubén. Subía las escaleras con mi pulso muy acelerado. Todo tenía que salir bien. No podía fallar, no esto. No podía fallar más a Rubén. 

Respiré hondo cuando vi la puerta y el cartel encima de ésta con la palabra salida pintada de verde. La abrí con cuidado de no hacer ningún ruido. No sabía si Clarie lo había conseguido, tampoco Roan. Simplemente entré esperándome cualquier cosa. Por suerte la mía, no había nadie tras la puerta. Miré por todos lados, aunque tampoco había mucha opción. Era un pasillo recto con una puerta al final de éste (que esa era la que se tendría que encargar de abrir Clarie desde el ordenador) y un mini pasillo a la izquierda. Me adelanté con rapidez hasta la puerta. No podía tocarla hasta que estuviera completamente segura de que se había abierto. Según Roan, tendría que haber un pequeño botón en el que si indicaba que estaba en verde es que estaba abierta. No encontraba dicho botón y me estaba poniendo de los nervios. Cada vez mi respiración era más agitada. Intentaba buscar el dichoso botón pero cada vez me estaba costando más ver con facilidad. Mi vista se estaba nublando. Mierda, me estaba desmayando. No, ahora no. Me llevé mi mano a la cabeza y la presioné con fuerza. Estaba tan cerca, tan solo debía mantenerme en pie, no podía cerrar los ojos. 

De repente vi como se encendía una pequeña luz verde al lado de la puerta. La abrí despacio. No podía moverme a penas, en cualquier momento me caería al suelo. Solo tenía que encontrar la habitación de Rubén, solo eso. Y ya sería libre, él volvería a ser feliz. Volvería conmigo. No podía recordar la habitación que tantas veces me había recordado Clarie. Eran solo tres números. Mi cabeza iba a explotar. Solo tenía que aguantar un poco más. 

Luego la vi. Como si de una luz se hubiera iluminado en su puerta. 122. Aquellos tres números que significaría un antes y un después en nuestras vidas. Agarré, con dificultad, las llaves que antes me había dado Roan y probé la llave que me había dicho que era. Todo estaba saliendo bien y no podía creerlo. No podía ser real.

Abrí la puerta. Lo vi. Nos miramos. 

Sonreí como nunca antes en mi vida. 

Y cuando estaba a punto de abrazarlo vi como todo se volvía oscuro.

Apoyé mis rodillas en el suelo provocando un sonoro ruido. Vi como Rubén se acercaba con rapidez hacia mi, lo único que pude ver fue sus ojos llorosos, llenos de lágrimas a punto de caer. 

(...)

-Doctor, ¿se va a poner bien?- abrí los ojos lentamente. Sentía como los párpados me pesaban. También notaba que respiraba con dificultad. 

-Todo depende de ella. Nosotros no podemos hacer más nada. -intentaba quitarme la máscara para poder respirar, pero no podía. Mi mano no reaccionaba a mis órdenes. 

-¿¡Cómo que no pueden hacer nada!? ¡Joder!- escuchaba las voces de dos hombres. Una podía reconocerla, era Roan.

-Lo siento, caballero.

Escuché un pequeño portazo. ¿Qué era lo que estaba pasando? ¿Dónde está Rubén?

-Clarie, cuando despierte no le puedes contar absolutamente nada de lo que ha pasado. ¿Me has escuchado?

¿De qué hablaban? ¿Qué era lo que no me querían contar? ¿¡Por qué no podía hacer ningún movimiento!?

-No creo que eso sea lo correcto. No se merece que le mintamos. Mírala, está mal. Todo esto la está superando.

-Y por eso no se le puede decir nada. Necesita alejarse de todo esto. O si no...

-¿O si no qué?- los tres quedamos sorprendidos al ver que había hablado. Al fin podía moverme, al fin podía hablar.

-¡Dios mio Samantha, estás bien!- Clarie se acercó lo más rápido a mi y a continuación me abrazó con fuerza.- ¡Que susto nos has dado!

-¿Dónde está Rubén?- pregunté con miedo de saber la respuesta. Miré a ambos, primero a Clarie que tenía la mirada hacia abajo, luego a Roan, que me miraba fijamente. -Responderme, por favor.- rogué.

-Se ha escapado. 

Roan miró rápidamente a Clarie. Ésta seguía con la mirada hacia abajo. No sé porque estaban así si era la mejor noticia que me podrían haber dado. Sonreí y luego miré a Roan, que miró hacia abajo también.

-¿Qué pasa?

-Samantha, él no quiere saber nada de ti. 

 

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Posesivo » elrubius | COMPLETA | EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora