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Tan sólo llevábamos en Noruega tres semanas y éstas semanas habían sido las mejores de toda mi vida. En todo este tiempo Rubén y yo habíamos podido profundizar más en nosotros, quiero decir, que hemos estado mucho más juntos que normalmente. Todo estaba siendo perfecto. Parecíamos, incluso, una pareja normal la cual había dado el paso de irse a vivir juntos. La convivencia con él es simplemente perfecta. Y además no tener a nadie a nuestro alrededor, era algo bastante positivo. Prácticamente estábamos nosotros dos solos. 

En cuanto al comportamiento de Rubén, no había tenido ninguna recaída. Y no podía estar más feliz por ello. Además, convivir las veinticuatro horas del día con él me había echo darme cuenta de muchas cosas que quizás antes no las había notado. Rubén es una persona muy cariñosa, como que necesita dar afecto todo el rato, cosa que me encantaba. También es muy observador, se fija en los detalles que a lo mejor yo, si no me dicen nada, no me fijaría. Muy divertido, está todo el día haciendo bromas. Y la verdad, aunque sus bromas pueden llegar a ser bastante pesadas, se las dejaba pasar. Porque no había nada más bonito en este mundo que escuchar su dulce risa. 

-¿Necesitas algo?- dejé de escribir en la pequeña libretita que me habían regalado Clarie y Roan para que escribiera todo lo que pasaba por mi cabeza y  puse mi atención en Rubén. Se estaba colocando las botas. No pensaba que fuera a salir. Negué con la cabeza a su pregunta.- Bien, voy a ir al pueblo un momento. ¿Puedes evitar que se apague la chimenea?

-Lo intentaré, pero, ¿qué necesitas? Que yo sepa aquí hay de todo.- me parecía raro que quisiera salir así de repente. Además, que ya eran las ocho de la tarde. Era de noche y hacía bastante frío. Siempre que salíamos o íbamos a comprar algo, lo hacíamos los dos juntos. 

-No es nada, no te preocupes.- ¿por qué no me miraba a la cara cuando me hablaba? Dejé a un lado el diario y la manta que tenía echada por mi cuerpo, de repente sentí el frío recorrer por mi cuerpo, me adelanté hasta él y quedé en frente suya. Con mis manos le agarré de la cara para que me mirara. 

-¿Va todo bien?

-Que sí, joder.- apartó su cara, dándome un pequeño empujón. No dijo nada, ni si quiera se disculpó, tan solo abrió la puerta de casa y salió directo hacia el coche. Me quedé en el marco de la puerta, mirándole. 

Él, al entrar en el coche, se quedó mirándome unos segundos, luego negó con la cabeza murmurando algo, imposible que supiera lo que había dicho y arrancó el coche. Yo solo respiré hondo deseando con todas mis fuerzas que todo fuera genial.

Cerré la puerta con fuerza. ¿Qué querría hacer en el pueblo? ¿Qué podría necesitar? No entendía una puta mierda nada, todo estaba yendo perfectamente. Nosotros dos, todo estaba yendo a la perfección. Nuestra relación estaba siendo increíble. ¿Por qué de repente tenía que salir con esto?

En estas semanas nunca había visto comportarse a Rubén como minutos antes lo había echo. Siempre había estado de buen humor, siendo amable conmigo, queriéndome. Pero, hoy, hoy había vuelto el Rubén que pensaba que se había quedado encerrado en una caja en España. Había vuelto aquel rostro en la cara de Rubén, aquel rostro que me provocaba miedo. Aquel rostro de posesivo sin control alguno. Sus ojos me habían transmitido miedo, las venas de sus brazos y sus manos estaban marcadas. Había vuelto el Rubén agresivo. 

Tenía miedo. 

Después de tanto tiempo sin sentirlo, había vuelto a aparecer. 

No sabía que hacer. ¿Debía confiar en su palabra y dormir hasta mañana  para un nuevo día? Sabía que si hacía eso sería engañarme a mi misma, hacer como si nada pasara cuando en realidad si sabía que estaba pasando algo. Conocía bastante a  Rubén, sobre todo a este Rubén, al Rubén posesivo, agresivo, loco. Tenía miedo de lo que podría hacer, por que sabía que Rubén en ese estado era capaz de hacer cualquier cosa. 

Volví a sentarme en el mismo sitio de antes, me eché la manta por lo alto. Agarré el móvil, estaba a punto de marcar su número. Pero de inmediato, borré esa idea de mi cabeza. Quizás no debería ser tan desconfiada, quizás me había dicho la verdad. A lo mejor se había despertado de mal humor, si es cierto que hoy Rubén no había estado tan cariñoso como solía ser pero es que hace unos minutos, no quedaba nada del Rubén de hace unas semanas me había mostrado que era. Lo que eso me lleva a pensar, ¿quién es Rubén exactamente? ¿Por qué parecía una persona y de repente otra totalmente diferente?

(...)

-¿Rubén...?- abrí los ojos lentamente. No me había dado cuenta de que me había quedado dormida en el sofá. Escuché la puerta abrirse y una figura entrando por ésta. Supuse que era Rubén, era la única persona que conocía este lugar y además, nadie mas tenía las llaves de la casa. Aún seguía con los ojos entrecerrados por lo que la visión se me hacía bastante complicada. 

-Siento haber llegado tan tarde.- escuché su voz. Parecía serio. No dijo nada más, tan solo entró por la puerta del baño, cerrando ésta dando un portazo que hizo que me sobresaltara. Restregué mis manos por mis ojos, me acurruqué mejor a la manta. 

¿Por qué sentía miedo?

Escuché ruidos provenientes del baño. Me levanté del sofá dispuesta a dirigirme a la puerta del baño. Escuchaba a Rubén maldecir por la boca. Mi respiración comenzó a ir más rápida. Mi mano se dirigía al pomo de la puerta, giré este despacio. Cuando abrí la puerta no me podía creer lo que estaba viendo. 

-¿Qué coño es eso?- dije alarmada. Rubén me miró sorprendido, estaba tan metido en su mundo que ni si quiera se había dado cuenta de que había entrado. Estaba a punto de darme un empujón para que me marchara. -¿Eso es sangre?

Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, miraba a Rubén con horror

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Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, miraba a Rubén con horror. Éste parecía cabreado. Frunció el ceño y cerró sus puños con fuerza, luego le propinó al espejo un puñetazo haciendo éste añicos. Yo pegué un brinco, lo miraba con desprecio. Como si éste no fuera el Rubén que yo conocía. Retrocedí sin apartar la mirada de Rubén. 

Había vuelto a ser el Rubén de siempre.

Y ahora lo único que quería era salir corriendo. Y eso hice.

Aún sabiendo que él también me seguía. 

Posesivo » elrubius | COMPLETA | EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora