7.

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Ella asintió, y caminó directamente hasta su habitación. Al entrar, soltó todas las bolsas del susto al ver que Dexter estaba ahí, mirando por la ventana con las manos en los bolsillos. — ¿Pasa algo? —Preguntó levantando sus bolsas del piso—. ¿Es normal en ti entrar así en las habitaciones de otros?

Él sonrió y negó. — Solo quería dejarte esto —dijo con algunos folletos en las manos—. Y me quedé mirando por tu ventana, la vista desde aquí es hermosa.

Ella tomó los papeles que él le ofrecía, los ojeó rápidamente. —Son cursos... No sé qué te gusta, y me tomé la libertad de buscar cursos que te podrían interesar, algunos son impartidos en universidades... Puedes elegir el que quieras...

—No tiene que ocuparte de esto —lo interrumpió—. No tienes que preocuparte por...

—Lo sé —intervino él con una sonrisa—. Pero quería hacerlo. Supongo que no será divertido estar encerrado todo el tiempo aquí.

Ella respiró hondo. —Gracias, Dexter. Esto que haces por mí es...

Él se acercó a ella. —No tienes que dármelas, estoy encantado de ayudarte. ¿Te mostré mi estudio?

Ella negó.

— ¿Quieres verlo? —Le ofreció, abriendo la puerta de la habitación, esperando hasta que ella saliera.

Camila se sorprendió cuando entró a la última habitación del fondo del pasillo, realmente era inmensa comparada con las demás. Había infinitas filas de libros, un escritorio grande, y una mesa pequeña en la esquina con una pequeña lámpara, el escritorio estaba lleno de papeles, había una mesa con bebidas y un plasma. Aparte había dos sillones que parecían ser bastante cómodos. —Paso la mayor parte del tiempo aquí.

—Es lindo aquí —comentó ella tocando los libros.

— ¿Te gusta leer? —Preguntó él.

Ella asintió. —Pero no tenía tiempo para hacerlo, ni tampoco libros para leer.

Él le señaló toda su biblioteca. —Entonces siéntete libre de tomar cualquier libro, y de comprar los que quieras.

Camila se quedó unos segundos en silencio. Era un lindo gesto que él la dejara ir a su estudio y tomar sus libros. Sintió la mano de él en su hombro. —No lo pienses tanto, Camila. Son solo libros.

Ella se sorprendió cuando lo vio, pero antes de decir algo, él habló. —Veo que le das muchas vueltas a las cosas, y quiero mantener esto simple. Te gusta un libro, lo tomas, no hay segundas intenciones, ni nada oculto. Es un plan sencillo. ¿Te gusta así?

Ella asintió. Sonrió, era increíble, él la conocía de hacía dos días y sabía más de ella de lo que las demás personas a su alrededor sabían. Nadie a su alrededor le prestaba atención a los pequeños detalles, a decir verdad, no le prestaban atención a ella. —Es un buen plan —respondió, dándole la mano.

Dexter le sonrió. — ¿Te divertiste yendo de compras? —Le preguntó.

Ella se encogió de hombros. No le mentiría cuando él estaba siendo bastante claro en todo lo que hacía. —No es lo mío —respondió sinceramente.

—Es bueno saberlo —dijo él caminando con ella por el pasillo. Camila pretendía entrar a su habitación, pero él la detuvo. — ¿Por qué no vienes con nosotros? Estaremos en la piscina, si no quieres bañarte, no tienes por qué hacerlo.

Estuvo tentada a ir pero la verdad era que no creía poder encajar entre ellos, sumándole a Emilie. —Revisaré los folletos que tú...

—Tienes tiempo para eso, lo sabes —dijo él, tomándola de la mano y llevándola a la terraza.

Se sentó en una tumbona, y tomó una de las piñas coladas que estaban en la pequeña mesa. Roger estaba nadando junto a Emilie, la cual no paraba de reír cada vez que subía la superficie.

Ella se quedó observándolos, pero pronto su mirada se desvió hacia Dexter, el cual se había quitado la ropa, y estaba entrando al agua con unos diminutos bóxeres, se preguntaba si todos ellos eran secretamente modelos para alguna revista, porque los tres tenían un cuerpo perfecto.

— ¿Por qué no vienes? —Preguntó Roger.

Ella negó. Realmente quedaría ridiculizada comparada con Emilie. Además no tenía ganas de usar un bikini delante de ellos.

Pasó los demás días tratando de adaptarse a su nueva vida. Dexter viajaba a la ciudad casi diariamente, muchas noches dormía fuera de casa, quedándose en el apartamento que tenía en la ciudad, Roger trabajaba a su lado, hacía casi lo mismo que Dexter. Por otra parte, Emilie vivía una vida de ensueño, viajaba cada vez que quería, se iba de compras, iba a fiestas, y salía con sus amigas.

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Continuará 

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