36.

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Realmente no estaba de ánimos para para una fiesta, pero cuando el 31 de diciembre llegó, se vio forzada a ir con ellos a la fiesta. Al menos era algo casual, se estaba cansando de vestirse formal, era lindo parecer una princesa, pero también agotador. Llevaba un par de jeans negros, una blusa algo corta color blanco y tacones negros, llevaba algunas cadenas de plata largas, que llegaban casi hasta su ombligo, combinando perfectamente con su largo escote.

Se encontró con los chicos en la sala, y retrocedió al ver a Dexter acercársele. —Estás casi desnuda —dijo dándole la vuelta.

—Ella se ve bien —la defendió Roger.

—Exacto —dijo Camila, tomando de la mano a Roger—. Me veo bien.

Escuchó a Dexter gruñir, pero eso solo la hizo sonreír, se enteró de que Jessica no asistiría, y esa había sido la mejor noticia que podía recibir esa noche.

Roger se perdió entre la multitud, era algo que no la asombraba para nada. Él tenía el talento de perderse en donde sea que hubiera chicas lindas. Rodó los ojos y fue hasta la mesa de bocadillos, se estaba volviendo una costumbre ir a fiestas y atacar los bocadillos. Siendo sincera, todo siempre era tan bueno, esa era una ventaja de asistir a fiestas de ricos.

Se quedó en una esquina viendo a todos los demás divertirse, no estaba aburrida, pero tampoco animada. Después de unos minutos, su sonrisa totalmente decayó al ver a Pablo besando el cuello de una rubia adolescente.

Dexter tenía razón, no valía la pena estar con un chico así, lo mejor que le pasó fue que los interrumpieran, no se imaginaba haber perdido la virginidad con un tipo como él.

Sus miradas se cruzaron, y él pareció ligeramente avergonzado, pero al diablo, ¿A quién le importaba? Realmente si él se besaba o no con otro chica, no era su problema.

Pero de igual forma se sentía algo triste, confió en él, pensó quera un chico agradable, y nunca pensó que ella solo sería una chica más en su lista. Por unas horas se sintió realmente especial.

Caminó hasta el otro extremo de la sala, necesitaba tomar aire, salió al área de la alberca, no había nadie ahí, eso estaba bien, porque no quería tener compañía.

Escuchó pasos detrás de ella, y se imaginó que Dexter debía estar siguiéndola, él siempre aparecía en el momento justo. —Estoy bien —dijo sin voltearse, porque él siempre le hacía la misma pregunta. No era una chica tan frágil como él pensaba.

Frunció el ceño al no escuchar una respuesta y se giró, solo que no encontró a Dexter, sino a Pablo. Él tenía las manos en los bolsillos y la miraba fijamente. —Me gusta tu blusa— dijo lentamente.

Ella respiró hondo, y caminó nuevamente hacia la sala, pero él la detuvo, tomándola por el brazo. —Espera... Lo siento, Camila.

Ella se zafó de su agarre. —No importa —dijo sinceramente.

Él asintió. —Tienes que saber algo sobre Dexter... —dijo acercándose a ella.

Camila caminó hasta él. — ¿Algo sobre Dexter? —Preguntó, cerrando la distancia entre ellos. Él miró sus labios, y Camila se inclinó un poco más, solo que en vez de besarlo, lo empujó a la piscina.

Él maldijo mientras le tiraba agua. — ¡No me importa lo que tengas que decirme sobre Dexter! ¡Tú eres un imbécil!

Vio a Dexter parado en la entrada, sonriéndole. Estaba claro que él disfrutaba mucho del espectáculo. Rodó los ojos y entró nuevamente a la fiesta, Dexter caminó detrás de ella. —Te dije que era un imbécil.

— ¿Así como tú? —Preguntó enfrentándolo—. Estás con una chica un día, pero realmente no te importa, y luego la dejas por otra. No eres mejor que él —dijo alejándose a paso rápido.

En el momento en que salía escuchó a todo el mundo hacer el conteo regresivo para año nuevo, pero no tenía ánimos para festejar, tan solo quería ir a un lugar alejado. Ella miró al cielo cuando los fuegos artificiales aparecieron, era un espectáculo hermoso. Era un nuevo año.

Sintió que alguien la abrasaba por la espalda. — ¿Sabes? —Preguntó Dexter besando su hombro—. No puedo tener un feliz año nuevo si mi chica está enojada conmigo.

Eso la hizo sonreír. Ella se giró, quedando aún entre sus brazos, él acarició su mejilla y la observó fijamente. —Feliz año nuevo, preciosa.

Pero ella no pudo hacer otra cosa aparte de ver sus labios, lo miró a los ojos y vio algo diferente en ellos, no podía identificar la emoción pero no la había visto en él antes. Estaban demasiado cerca. —Feliz año nuevo —susurró, sintió como él la pegaba más a él, y cerró los ojos cuando él se inclinó hasta sus labios.

Solo que el beso nunca llegó, alguien se acercó a ellos, haciéndolos separar rápidamente. ¿Qué diablos estaba haciendo? Estaba a punto de besarlo.

*****

Continuará... 

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