70.-CAPÍTULOS FINALES.

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Se paró rápidamente de la cama. Odiaba mucho a santana, pero más odiaba no tener a Dexter con ella, y si acostarse con ese maldito infeliz era la única forma de poder recuperar a Dex, lo haría. Por supuesto que lo haría.

Salió sigilosamente de la habitación. La luz de la tv alumbraba la sala, Roger estaba acostado en el sofá, y se había quedado dormido. Sintió lastima por él, también estaba todo magullado, y aun así no se había quejado ni una sola vez.

Se imaginaba a Dexter en esa situación, él hubiera estado frenético, gritando malas palabras, haciendo llamadas y pateando cosas, estaría haciendo todo lo posible para recuperar a su amigo, pero Roger era más tranquilo, no dejaba que toda su frustración y preocupación se exteriorizara.

Entró en la cocina lentamente, todo estaba desorganizado, pero debía de haber algo que la hiciera comunicarse con Santana. Revisó minuciosamente los papeles, no había nada que la ayudara, eran solo papeles de la empresa, uno que otro contrato, cosas que no traerían de vuelta a Dex.

Abrió las gavetas en busca de algo, cualquier pista, pero su solución estaba encima del microondas, Roger había dejado el teléfono que había usado, lo tomó, deseando que no tuviera clave, y sonrió con alivio al ver que las cosas no se le estaban exageradamente complicando.

Buscó en su agenda y solo había marcado dos números, ni siquiera tenían nombre, y no había contactos guardados, uno de los teléfonos debía de pertenecer a Santana, así que sin pensarlo, realizó la llamada.

Estaba presa del pánico, es decir ¿Qué diablos le diría? Oye, me acostaré contigo si me ayudas a traer a Dexter de vuelta. Sonaba demasiado asqueroso. Iba a ser algo asqueroso, debía de acostumbrarse a la idea. Puedo ponerme de rodillas y ser una buena chica si me ayudas. Quiso vomitar, moriría antes de decirle eso a él. Si me ayudas accederé a ser tu puta.

Cerró los ojos cuando alguien tomó la llamada. —Maldita sea, muchacho, no tengo intención de ayudarte en esta mierda, no es mi maldito problema —ladró santana.

Ella se quedó totalmente frisada, sintiendo que sus rodillas se aflojaban, quería agradecer porque había conseguido su número, pero al mismo tiempo maldecía porque sabía lo haría a continuación. Tocó su vientre y se armó de valor. —Santana —dijo lentamente, y odió que su voz sonara estrangulada. Se aclaró la garganta—. Soy Camila —dijo después de unos segundos.

Hubo un silencio en la línea, ella aun no abría los ojos, no podía, solo deseaba que Roger no la escuchara, porque ni siquiera podía imaginarse como se pondría si averiguaba de su plan suicida.

—Camila —dijo él, bajando su tono de voz—. ¿Qué te sucede, cariñito?

Ella quiso vomitar. —Sé que Roger ha estado hablando contigo sobre...

—Estos son temas de hombres, no debes involucrarte en estas cosas, así que Adiós.

— ¡Espera! —Exclamó demasiado fuerte, abriendo los ojos—. Creo que hay algo que te puede interesar a cambio de ayudar a Roger.

—Estoy escuchando —dijo él lentamente.

—Esto... Podría... Es decir, yo podría... Solo si... —respiró hondo, sintiendo que tus manos temblaban demasiado. No podía hacerlo.

— ¿Por qué no te mando a buscar y me lo explicas personal? Creo que me interesa tu propuesta.

Ella asintió, y luego recordó que él no la estaba viendo, miró a su alrededor. —Sí, claro —dijo algo nervioso—. Pero no sé en donde estoy para que me puedas buscar.

—Yo sí lo sé —dijo colgando.

Camila sintió que su corazón caía al suelo, trató de pensar en algo lindo, pero todo lo que vio fue a ella desnudándose frente a él y sintió repulsión, al menos su embarazo no se notaba, porque sería demasiado repulsivo tener sexo con él teniendo el vientre abultado con el bebé de otro hombre. Era demasiado retorcido.

Salió de la casa lentamente, Roger estaba tan cansado que ni lo notó, sabía que se iba a preocupar, pero no podía decirle a donde iba, primero tendría que resolver las cosas con santana y después se podría comunicar con él.

El frío de la noche la impactó, miró a su alrededor, solo había árboles, miró hacia atrás, y notó lo pequeña que era la casa, parecía un cajón de madera en medio de la nada.

En menos de cinco minutos vio un auto negro aparcar frente a la puerta de la casa, se abrasó a sí misma y sintió algo de pánico cuando vio a un hombre moreno, fuerte y alto abrirle la puerta trasera, su corazón se aceleró al notar el parecido que tenía con Ronald. Sus ojos se aguaron pero se negó a expulsar lágrimas. Tenía que ser fuerte por todos.

Cuando llegó a su ostentosa mansión, entró a paso lento. Él estaba en la puerta del estudio, esperándola. No evitó notar como todas las chicas que vestían como putas no dejaban de mirarla. Sí, debía de parecer un maldito desastre, toda magullada y golpeada.

Él abrió la puerta y ella entró lentamente. Le ofreció asiento pero ella negó. —Sabes que necesitamos tu ayuda para salvar a Dexter.

Santana se acercó a la mesa licorera y se sirvió un trago. —Por supuesto que lo sé, pero me intriga saber qué haces tú aquí.

Camila aprovechó el valor que tenía y escupió las palabras. —Haré lo que sea para que lo salves, lo que sea.

Santana puso una amplia sonrisa en su rostro. —Muy directa... Ya veo que Dexter te ha enseñado bien —su ojos la taladraron—. Hagamos un trato, bebé.

—Lo que sea —dijo Camila sin pensarlo.

—Vas a entrar en mi habitación, te quitarás esa ropa horrible que tienes, y me esperaras desnuda bajo las sabanas.

Camila asintió con la última pizca de fuerza de voluntad que su cuerpo guardaba. — ¿Y después? ¿Me va a llevar a casa?

Santana la miró de arriba abajo unos segundos. —Esta será tu casa.

—No entiendo —dijo ella mirándolo fijamente.

—Te quiero como mi puta personal a tiempo completo.

***

:'(

Continuará..

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