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Había pasado un mes desde que habían ido a la fiesta, no sabía cómo definir las cosas en casa, ya que las cosas no eran ni buenas, ni malas, solo complicadas.

— ¿Estás bien, preciosa? —Preguntó Dexter. Ella alzó la vista del libro que leía, él se había sentido en la cama—. Saldré un momento, ¿Bien?

Ella gateó en la cama y le dio un beso en los labios. —Bien —dijo con una sonrisa.

Él acarició su mejilla y se quedó mirándola unos segundos. Y ella sentía que él tenía mil cosas por decir, pero se contenía, como siempre. — ¿Quieres decirme algo? —Presionó, talvez tendría suerte.

Él negó y se paró de la cama. No esperó un resultado diferente. —Cuídate —dijo volviendo su atención al libro. Sentía un increíble nudo en la garganta, porque aunque todo entre ellos estaba bien, en el fondo había una pequeña barrera que no le permitía llegar hasta su corazón.

Se paró de la cama, y se recostó de la pared. Cerró los ojos con fuerza, algo había estado mal con ella en las últimas semanas, no quería darle nombre a lo sospechosamente sabía, porque le aterraba la idea de tener razón.

¿Cómo había podido ser tan estúpida? Cuando Dexter le preguntó si se estaba protegiendo había dicho que sí, porque sí se protegía, pero después de unos días, entendió a qué tipo de protección se refería, a una muy diferente a su seguridad física.

¿Cómo había podido ser tan tonta? Siempre veía a Nina, su antigua compañera de apartamento, beber pastillas, y decir cosas como Nunca confíes tu protección a un hombre, tú eres la que debes cuidarte, ellos no salen embarazados, chica.

Pero no podía tener tanta mala suerte, él a veces usaba condón, así que no había estado tan desprotegida ¿No? odiaba no saber mucho de esos temas, había buscado en internet sobre eso, pero muchas cosas la habían confundido, y no tenía forma de preguntárselo a alguien, no tenía mujeres cerca.

Así que no había otra forma de hacerlo, tenía que conseguir una prueba de embarazo y salir de dudas. Miró por la ventana, Dexter ya se había ido, así que no sería tan difícil poder hacerlo.

Bajó las escaleras y sintió que su corazón se apretaba fuerte al ver a Roger, sus ojos reflejaban una tristeza tan grande que la hacían querer llorar, le había propuesto cosas divertidas, y aunque él había accedido, ya nada era igual, su chico divertido, chistoso y alocado había desaparecido.

Él la miró. — ¿Estás bien? —preguntó.

— ¿Tú lo estás? —Peguntó acercándose a él y tomándolo de la mano.

Él se quedó observándola, y notó que su mirada era tan diferente a la de Dexter, en sus ojos había un anhelo tan grande que le produjo dolor en el pecho, era como si él estuviera interesado en algo imposible, como si estuviera gritando ayuda, como si quisiera ser salvado.

—Lo estoy— respondió con una sonrisa que no llegó a sus ojos—. ¿A dónde vas?

Ella abrió la boca y luego la cerró rápidamente. Miró a Ronald acercársele. —Quiero helado —dijo rápidamente.

Ambos hombres se miraron entre ellos. —Es decir... —continuó diciendo—. Quiero helado ahora mismo, y quiero que me lleves al centro comercial a comprarlo... Y quiero comprar otras cosas —dijo mirando a Ronald.

Roger miró su reloj. —Son apenas las nueve.

—Exacto —dijo Camila—. No es tarde, podemos ir.

De camino al centro comercial, no dijo nada, no podía hablar, sus manos temblaban, así que tuvo que juntarlas encima de su regazo, y entrelazar fuerte sus dedos, no quería que Ronald notara algo extraño en ella. Ya de por sí comprar una prueba de embarazo la tenía con los nervios en las nubes, no quería ni siquiera imaginar si alguien la veía comprándola.

Respiró hondo varias veces, tenía que calmarse, es decir, sabía que no estaba embarazada, solo lo iba a confirmar, y después tendría que buscar la forma de beber anticonceptivos, era un plan fácil, era un buen plan.

— ¿Camila? —Preguntó Ronald, haciéndola sobresaltar.

— ¿Qué pasa? —Preguntó, mirándolo.

—Te estaba preguntando que si querías que lo hiciera por ti o te acompañara.

—Bueno, aún falta tiempo para llegar y... —se calló abruptamente al ver que estaban en el estacionamiento del centro comercial. Ni siquiera había notado cuando el auto se había detenido. Ronald la miró extraño, ella le sonrió para aligerar las cosas. —Volveré en seguida, lo prometo —dijo bajando del auto.

Eligió el primer bote de helado que encontró, se paró frente a la farmacia, no sabía qué haría si la prueba salía positiva. Tan solo tenía veinte años, no podía estar embarazada, tenía que iniciar la universidad y hacer muchas cosas, no estaba lista para ser madre.

Cuando le pidió la prueba de embarazo a la chica con uniforme, se quiso morir, al sentir su mirada curiosa, su cara explotó en mil colores, y salió prácticamente corriendo del lugar, sí, todos lo habían notado.

Cuando regresó a casa miró las dos pruebas, porque sabía que una podía fallar, y quería estar doblemente segura, así que no perdió tiempo y fue al baño.

Nunca en su vida se había sentido tan confundida. Tenía ambas pruebas en sus manos y las miraba una y otra vez, esperando que los resultados cambiaran, esperando que todo fuese un mal sueño, no había llorado, aunque quería hacerlo, en el fondo no podía, no podía hacer nada, solo estaba ahí, mirando al vacío, sintiéndose como una completa imbécil.

Escuchó pasos y rápidamente guardó ambas pruebas en una de sus gavetas. Dexter entró en su habitación, tenía una sonrisa radiante, pero después de unos segundos dejó de sonreír. —Camila, ¿Todo bien? —preguntó preocupado—. ¿Qué pasa?

Estoy embarazada, y no qué diablos haré. —Nada, es solo que estoy cansada, —dijo fingiendo una sonrisa que no llegó a sus ojos.  

***

QUÉ QUÉ :O 

Continuará...

PD: Estén al pendiente, en el proximo cap les traeré una propuesta mega importante...

VOLVERÉ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora