10.

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Camila ajustó su mochila, esperando a que Ronald la llevara al curso de pintura. Observó a Emilie, llevaba un vestido veraniego, y sandalias, su pelo estaba recogido. —Hola —dijo brindando una falsa sonrisa.

Ella le devolvió el saludo, y desvió la mirada. Necesitaba alejarse de personas como Emilie, las cuales eran hipócritas, malas, y egoístas. Ya tenía demasiados problemas en su vida para agregar a la perfecta chica fastidiosa a la lista.

— ¿Dexter ya se marchó? — Preguntó Emilie, ajustándose sus gafas de sol.

Camila solo asintió. Por un momento pensó que ella se iría en su auto de lujo, pero rodó los ojos (mentalmente) cuando la vio subirse al auto que Ronald conducía.

Ella tomó asiento en la parte delantera. No quería estar al lado de Emilie en todo el viaje, eso sería una auténtica pesadilla. Sacó su libreta de dibujo, y continuó donde se había quedado. Era un cuadro de frutas, algo fácil para que el supiera dibujar, claro. Pero como ella era torpe con eso se le estaba altamente dificultando. —Me gusta tu dibujo —dijo Ronald de repente.

Ella sonrió. —No mientas, es un asco.

Eso lo hizo sonreír. Camila se sintió algo extraña ante esa reacción, ya que él no solía mostrar sentimientos, nunca parecía ni triste, ni enojado, ni feliz, solo era Ronald. Ronald sin expresión.

En sus ojos había algo. No sabía cómo describirlo, pero parecía como si él fuera más de lo que aparentaba ser, como si tuviera muchos secretos guardados, a veces lo veía hablar con Dexter, y amos parecían estar planeando algo secreto y peligros, así como los mafiosos en las películas.

—No sabías que podías reír, Ronald —dijo Emilie en un susurro.

Ronald se encogió de hombros, y mantuvo su vista puesta al frente. —Tengo mis momentos —dijo después de unos minutos.

Emilie pasó el resto del camino hablando por teléfono, lo que fue bastante molesto, porque ni siquiera pudo encender la radio, todo lo que decía era en torno a su gran fiesta, a lo perfecto que había estado todo, a lo bien que había lucido junto a Dexter, a lo perfecto que era su novio. Bla Bla Bla.

Ella parecía sacada de un cuento de hadas. Pensaba que las chicas como ellas solo estaban en las películas, actuando un papel exagerado. No sabía que alguien naturalmente podía ser como Emilie.

—Me puedes dejar en el club, Ronald —dio la orden, en tono neutral.

Cuando ella bajó del auto, se sintió como la tensión desaparecía. Como todo volvía a su curso. Ronald había encendido la radio, así que ya no había incomodidad en el aire, solo un silencio agradable.

Entró temprano a clases, su pelo seguía manteniendo el lacio de la noche anterior. Así que se había sentido tan bien solo tener que preocuparse por su atuendo, el cual era sencillo, pantalones negros, blusa de tiros color blanca y tenis bajos.

La instructora quería ver la libreta de dibujos, ella realmente se sintió desanimada al ver la perfección que había en las demás libretas de sus compañeros. La mayoría de ellos eran geniales pintando, mientras ella era todo un desastre.

Al final del día todos se burlaron de los dibujos que parecían algo totalmente diferente a lo que se suponía que debían parecerse. Ella misma se rio de sus dibujos.

Al final de la clase, esperó ver a Ronald, pero el que la esperaba era Dexter. Ella subió al asiento delantero y fingió que buscaba algo en su mochila para así no caer en un silencio incómodo. Su pelo ocultaba toda su cara, así que eso era un punto a su favor.

— ¿Cómo fue tu día? —Preguntó él, después de unos minutos.

—Bien —respondió simplemente.

Mientras ambos cenaban en un restaurante, en medio del bullicio de la ciudad, observó lo relajado que parecía Dexter, y en alguna parte de su cuerpo se sintió mal por lo que iba a hacer. Entendía que él solo quería un buen futuro para ella, pero sinceramente no encajaba en su entorno, así que iba a desaparecer silenciosamente.

No volvería al lugar en donde había estado, probaría otros lugares, al final de cuentas no tenía a nadie esperando por ella, ni nadie por quien preocuparse, podía ir a cualquier lugar y empezar nuevamente de cero.

— ¿Me mostrarías tus dibujos? —Preguntó él, tomando de su copa de vino.

—Te reirías, son un desastre —dijo alzando el rostro y mirándolo.

Él sonrió. —Por fin me dejas ver tus ojos. ¿Me los mostrarías cuando lleguemos a casa?

— ¿Seguro que quieres verlos? —Preguntó ella, curiosa.

Dexter asintió, parecía decidido. Cuando llegaron a casa, ella caminó con él hasta su habitación, pero antes de entrar, la puerta de la habitación de Dexter se abrió revelando a una Emilie en lencería sexy. —He estado esperando por ti —dijo ella mordiéndose el labio.

Por unos segundos, Camila pudo ver la incertidumbre en los ojos de Dexter. —No te preocupes por mí —dijo rápidamente—. Te los puedo mostrar cualquier otro día, no importa —dijo metiéndose en su habitación y cerrando la puerta.

Se dio un baño y se colocó la pijama. Se sentó en la cama y respiró hondo. Pretendía irse a dormir cuando vio a Dexter entrar en la habitación. Llevaba pantalones de chándal y camiseta color negra. Su pelo estaba mojado.

— ¿Qué haces aquí? — preguntó ella, curiosa.

—Vine a ver tus dibujos, prometiste mostrármelos.

Ella pareció confusa. Tan solo habían pasado quince minutos desde que se habían visto. — ¿Qué pasa con Emilie? —Preguntó sin poder evitarlo.

—Ella puede esperar —respondió él, encogiéndose de hombros.

Camila buscó en su mochila su libreta, y no evito reír al escucharlo tratar de adivinar de qué trataban sus dibujos. —Esto es... ¿Es una rana?

Ella rodó los ojos, y golpeó juguetonamente su brazo. —Es un conejo —respondió.

—Me gustan —dijo él.

Camila rodó los ojos. —No mientas.

Él se acercó lentamente a ella, puso ambas manos en su rostro y le sonrió, luego besó su frente dulcemente. —No estoy mintiendo, Camila. Me gustan tus dibujos. Buenas noches, princesa —se despidió saliendo de la habitación.

Camila se quedó parada en el mismo lugar que estaba y no evitó poner sus dedos en su frente justo en el mismo lugar donde él la había besado.

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*-*

Continuará...

VOLVERÉ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora