67.-Capítulos semi - finales

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—No fui contratado para eso —dijo él, sin mirarla—. Quiero que cuando te dé la orden, saltes esa baranda y te escabullas entre los arbustos.

Ella miró hacia atrás, la baranda de mistral que limitaba la propiedad no era muy alta, pero tampoco tan baja, si saltaba bien, podía caer al bosque sin hacerse gran daño.

—Eres chofer, por amor a Dios —intentó nuevamente—. Tampoco fuiste contratado para ser guardia de seguridad o algo así.

Él estaba concentrado, pero aun así logró sonreír a medias. —No soy chofer, Camila, fui contratado por Dexter unos días antes de que llegaras a casa para ser tu guardaespaldas.

El shock fue tan grande que le impidió moverse. Vio a un hombre entrar en la terraza. —Ahora —dijo él. Camila lo obedeció, no sin antes mirar hacia atrás y ver como el sonido de un disparo cortaba el silencio y atravesaba directamente la cabeza de Ronald, haciendo que la luna alumbrara su cuerpo inerte cayendo al suelo.

El dolor que sintió fue tan grande que desgarró su interior. Cerró los ojos mientras caía de lleno en el bosque.

Aterrizó en una posición incómoda y sospechaba que se había fracturado un brazo, pero no le importó, estaba húmeda y no sabía qué parte pertenecía a su sangre, y qué parte pertenecería a sus lágrimas.

Tenía que levantarse y seguir luchando, pero su cuerpo no quiso responder, no después de ver la muerte pasar frente a sus ojos, no después de ver como Ronald caía muerto en el césped.

Apretó los ojos con fuerza. Todo es una pesadilla, todo es una pesadilla.

Pero en el fondo sabía que era real, la cruda realidad que estaba travesando y que la estaba destruyendo, aún estaba en peligro, pero no quería estar a salvo si todos a su alrededor morían, ni siquiera sabía lo que había pasado con Dexter, ni con Roger.

Sollozó sin importar que la escucharan, porque estaba tan adolorida que si alguien la apuntaba con una pistola, solo cerraría los ojos y rogaría que fuera una muerte rápida.

Tosió, y se tuvo que alzar un poco para no ahogarse con su propia sangre. No podía ver nada, pero sentía que sus piernas estaban a carne viva, y que uno de sus brazos dolía tanto que no podía ni siquiera tocarlo.

Se arrastró con su brazo bueno hacia atrás, sintió como la maleza y las ramas aruñaban su carne, haciéndola sentir más dolor del que ya estaba sintiendo, algunas ramitas se le incrustaron en sus heridas. Apretó los ojos con fuerza pero no se detuvo, Ronald había perdido su vida, tratando de salvarla, tenía que sobrevivir, se lo debía.

Sus lágrimas empapaban su rostro, no podía creer que él estaba muerto, de nuevo volvían a matar a las personas que la rodeaban. No pudo evitar pensar en aquella horrible noche cuando un hombre despiadado le disparó a su padre sin titubear.

Había pasado noches enteras solo deseando su muerte, odiándolo, y queriendo saber quién era el ser humano oculto detrás de esa maldita mascara de gato, queriendo saber qué tipo de escoria era tan cruel para quitarle la vida un hombre bueno.

Solo esperaba algún día estar frente a él, sentía tanta rabia si alguna vez lo tuviera en frente no dudaría en acabarlo, no le temblaría el pulso para acabar con su miserable vida, así como él lo había hecho con la de su padre, no veía la hora de vengarse de él y de hacerle probar parte del sufrimiento que ella había experimentado en su adolescencia, quería que sintiera el dolor que ella sentía cada noche al dormir, ese dolor que le quemaba el cuerpo y la hacía llorar de rabia.

Se mezcló con los arboles e hizo una mueca para no gritar de dolor. Se volvió a recostar y miró al cielo, desde donde estaba todo se veía tan claro, el cielo despejado, la luna brillaba, todo era tan hermoso, sintió que sus ojos nuevamente se llenaban de lágrimas. ¿Por qué a ella?

Se había hecho esa pregunta miles de veces, ¿Por qué no a otra persona? ¿Porque entre todas las chicas, ella tenía que ser la elegida para pasar de una estancia buena, a una mala, y después a una peor? para pasar de una vida sencilla y feliz, a la soledad y la cruda realidad, la fea realidad del mundo que los demás no querían admitir, ¿Por qué tenía que ser ella? ¿Por qué tenía que estar en peligro constantemente?

Sentía que se hundía cada vez más, y estaba tan cansada de levantarse después de cada caída, a veces solo quería quedarse en el fango, y hundirse, no tenía por quien luchar, salvo por ella misma, y hace mucho tiempo que una parte de ella había muerto.

Cerró los ojos y estaba a punto de rendirse, cuando recordó el pequeño detalle que había olvidado. Estaba embarazada. Ya no solo podía pensar en ella, había una cosa pequeñita creciendo en su interior que debía proteger a toda costa.

No sabe cuánto tiempo duró acostada en una horrible posición, sintiendo que su brazo latía horrores y todo su cuerpo sangraba y ardía, sintiendo el sabor metálico de la sangre salir de su boca.

Escuchó que alguien se acercaba y no tuvo tiempo de hacer nada, se llenó de pánico, con la poca fuerza de voluntad que le quedaba se puso lentamente de pie, se mareó y estuvo a punto de vomitar, pero se contuvo.

Antes de poder correr, una persona apareció en frente de ella y le apuntó directamente con una pistola, no podía verla, era una sombra oscura. Se quedó en ese justo lugar, esperando lo peor, esperando la muerte.

El hombre extraño dio un paso al frente y ella rompió a llorar al ver que se trataba de Roger, él estaba magullado y golpeado. La estrechó fuerte contra sus brazos. —Maldita sea —dijo lentamente dándole besos por toda la cara—. ¿Estás bien? —preguntó preocupado.

Ella no podía parar de llorar. —Ronald está muerto —dijo con voz desgarradora.

Él la apretó con más fuerza, y ella no pudo saber cuánto tiempo duró llorando, pero él nunca la dejó ir. Se alejó lentamente de sus brazos. — ¿Dónde está Dexter? —Preguntó mirándolo a los ojos, y cuando Roger apartó la vista, sintió que el aire dejó de entrar en sus pulmones, es más, perdió la fuerza y cayó al suelo. No puedes estar muerto, Dex

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RONAAAAAAALD :'c

Contiuará...

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