56.

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— ¿Camila? —Escuchó que preguntaba alguien, no tuvo que voltear para saber de quién se trataba.

— ¡Roger! —Exclamó sonriendo. Él llegó hasta ella y se sentó a su lado—. Es lindo estar aquí —dijo acomodándose sus lentes de sol.

— ¿No habías venido aquí nunca? —preguntó curiosa.

Él negó, mirando al frente. —No supe de su existencia hasta hace unos días, al parecer, hay muchas cosas que no sé sobre Dexter —dijo con pesar.

—Es un lindo lugar —dijo aligerando la conversación—. Y la casa es hermosa, la he pasado bien aquí, todo es más fácil viviendo aquí.

— ¿Estás sola?

—Con Franco —dijo mirándolo y al ver que él fruncía el ceño, aclaró—. Es al parecer un amigo de Dexter, es un buen tipo, me ha tratado bien, es algo gruñón, pero es una buena persona.

Eso pareció calmarlo. —Te estuve buscando, Dexter no quiso decirme dónde estabas, pensé que te había pasado algo.

Ella tomó su mano entre las suyas. —Estoy bien, de hecho, quisiera quedarme aquí.

— ¿No quieres volver a casa? —Preguntó tristemente.

Camila respiró hondo. —No sé cómo explicarlo, solo quiero estar aquí, no quiero más mentiras, ni engaños, no quiero verlos pelear ni sentirme que estoy en peligro. Aquí me siento libre.

El silencio cayó entre ellos, extrañaría a Roger, lo sabía, pero no se sentía cómoda en casa, quería permanecer con Franco, él era agradable, y no parecía ser un tipo peligroso. —Es mejor que te quedes aquí —aceptó con pesar—. Las cosas en casa no han estado bien desde que te fuiste.

— ¡Te dije que te mantuvieras fuera de esto! —Escuchó que gritó Dexter.

Ambos miraron hacia atrás, él estaba caminando directamente hacia ellos, parecía enojado, aunque eso ya no la sorprendía. Camila se paró y recogió sus cosas, era obvio que no podría continuar en el estado de tranquilidad en el que había estado antes de que llegara Dexter.

—Te seguí hasta aquí.

—No sabía que también me seguías —dijo Roger, pasándole por el lado.

—Yo me encargaré de Camila, te puedes ir.

Roger asintió. — como tú digas— dijo con dientes apretados—. Es bueno saber que solo me necesitas cuando jodes las cosas y necesita que alguien de la cara por ti.

Le dolía ver a Roger así, hace unos meses ellos eran inseparables, era como si fueran hermanos, y ahora... Ahora parecían enemigos, peleaban todo el tiempo, y se miraban con odio.

—Necesitamos hablar —dijo Dexter, mirándola fijamente.

—No lo dudo —dijo ella, caminando para la casa.

Dexter entró, pero ella se mantuvo justo delante de la puerta, quitándose sus zapatos. — ¿Qué estás haciendo? —Preguntó él, curioso.

—Perdí una apuesta.

Eso lo hizo sonreír. —Supongo que te hizo jugar al póker por todo, y si perdías terminabas haciendo la cena, o comprando cosas.

— ¿Cómo lo sabes? —Preguntó con el ceño fruncido.

—Franco administró un casino por años, ya hizo ese truco conmigo una vez, nunca pierde, y las veces que lo hace, es apropósito.

Eso la hizo maldecir. —Franco, te mataré por esto —dijo tirando los zapatos en una esquina de la casa y buscándolo en la cocina—. ¿Franco? —Preguntó caminando por los alrededores—. Si te estas escondiendo...

VOLVERÉ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora