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 Camila se levantó lentamente de la cama, se empezaba a sentir bien, dentro de tantos problemas, su estómago empezaba a estabilizarse, no había vomitado en todo el día, y los mareos se habían ido. Acarició lentamente su vientre, y sonrió, pero esa expresión se borró de su cara al ver a Dexter entrar.

Él estaba bastante agitado, su camiseta azul estaba manchada de sangre, al igual que sus manos, parecía desesperado, pero en sus ojos había algo más, estaba en estado de excitación, era como si estuviera drogado.

— ¿Qué pasa? —Preguntó asustada.

Él sacó la pistola y la observó lentamente, luego la puso en el pequeño sofá. —Lo maté —dijo lentamente, acercándosele.

Ella retrocedió, pero él la tomó por los codos, acarició toda su cara con su nariz y sonrió con satisfacción. —Ya me puedes querer otra vez, ya él no estará entre nosotros.

— ¿De qué estás hablando? —Preguntó con el corazón acelerado. Por un momento pensó que le había hecho daño a Roger, sus ojos se llenaron de lágrimas—. No —susurró lentamente.

Dexter la observó y en sus ojos llameó la rabia. — ¿Por qué estás llorando? ¿Por qué diablos lloras por él?

— ¿Por qué le hiciste daño? —Preguntó llorando.

—Lo hice por ti.

— ¿Por mí? Preguntó confundida.

—Él te hizo daño, y ya no lo hará jamás.

Ella se quedó unos segundos en silencio. — ¿A quién mataste, Dexter? —Preguntó suavemente.

—Santana —escupió su nombre.

Santo dios. ¡Había matado a santana! Se sintió enferma, trató de alejarse, pero él la apretó más fuerte. — ¿Por qué no estás feliz?

—Suéltame —dijo lentamente, mirándolo con pánico.

Dexter la dejó ir y su mirada se tornó sombría. — Si pudiste abrirle las piernas a él, también puedes hacerlo conmigo.

—Dex... —susurró ella con miedo—. Dex... ¿Qué te está pasando? —Preguntó retrocediendo.

Él se quitó la camiseta y se desabrochó el pantalón. Camila corrió, y saltó por la cama, pero él atrapó su pierna, haciéndola chocar con las almohadas. La arrastró hasta él.

— ¡Dexter, detente! —Gritó. Diablos ¿Qué estaba pasando con él? Nunca le había tenido miedo, pero ahora le tenía terror. Él era un maldito monstruo.

Ella pataleó con fuerza, pero él la aprisionó bajo él. Levantó su vestido bruscamente, y desgarró su ropa interior. —Si a él lo quisiste y es un cerdo asqueroso, entonces a mi puedes quererme también —dijo uniendo sus manos en la espalda.

Camila estaba totalmente a su merced, nunca pensó que él pudiera golpearla, y nunca pensó que él pudiera violarla, porque así se le llamaba cuando alguien la forzaba a tener sexo. Quiso luchar más, pero era inútil, de nada serviría.

Gritó cuando él la penetró de golpe. Nunca se había sentido tan humillada en toda su vida, le había ofrecido su lealtad, su amor, su corazón, su cuerpo, y él le pagaba destruyendo cada fibra de su ser, pisoteándola y haciéndola sufrir a ella y a su propio bebé.

Él besó su hombro, y lo único que sintió fue asco, ni siquiera puso resistencia cuando él soltó sus manos y acarició sus senos, era como si estuviera borracho de ella, besaba cada parte de su cuerpo, le sonreía e ignoraba sus lágrimas, las lágrimas de dolor que le estaban desgarrando el alma y partiéndole el corazón en muchos pedazos.

Tenía un lugar especial para las personas que odiaba, en ese lugar estaba su avaro tío por nunca haberla ayudado, estaba el hombre que había matado a su padre, y acababa de agregar a Dexter.

No lo quería en su vida, no lo necesitaba, apretó los ojos, ni siquiera había notado cuando él la giró, él estaba concentrado buscando su propio placer dentro de ella, estaba demasiado ciego por el odio y el rencor para poder notar todo el daño que le estaba haciendo.

Finalmente se corrió en su interior y se dejó caer encima de su cuerpo, besó sus labios y la abrasó con fuerza. —Dios, Camila —dijo agitado—. Eres solo mía, ¿No lo entiendes? Nos iremos de aquí y seremos felices.

Él la miró, y esa fue la primera vez en toda la noche en la que realmente la miraba, frunció el ceño, y vio la culpa en sus ojos, pero no le importaba lo que pensara porque Dexter era el tipo de hombre que no quería tener en su vida.

No merecía que ella hubiera hecho el sacrificio de acostarse con santana, no merecía sus lágrimas, no merecía su amor, y mucho menos merecía a su hijo.

Él enjugó sus lágrimas con los pulgares. —Bebé, lo siento... Solo... Yo pensé que... Diablos —dijo parándose de ella rápidamente y llevando ambas manos a su pelo.

Camila se sentó en la cama, él le daba explicaciones pero ya no escuchaba nada. —No importa, Dexter. Ya no —dijo parándose de la cama, y abrasándose a sí misma. Estaba sola, esa era la verdad que odiaba reconocer, estaba sola, esta vez más sola que nunca.

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Dios mio :'(

Continuará...

VOLVERÉ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora