3.

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—Camila —repitió el extraño.

Ella se quedó justamente en donde estaba. Apretó su bolso, y consideró la idea de correr, pero contrario a eso, se giró y observó al chico que estaba a unos cuantos pasos de ella. Él no parecía ser de esos lados, lo podía notar por el tipo de ropa que llevaba, y por el lindo auto del cual se había desmontado, pero eso no lo hacía menos peligroso.

Sus ojos eran de color gris, su pelo era castaño oscuro, casi podía asegurar que era cobrizo, era más alto que ella, y aunque parecía intimidante, también se veía confiable, pero sin importar cómo luciera, ella no iba a confiar en él. — ¿Cómo sabes mi nombre? —Preguntó bruscamente.

Él tenía ambas manos alzadas, parecía como si se estuviera enfrentando a un animal gigante y peligroso. —Camila —repitió él, brindándole una sonrisa.

Ella no hizo lo mismo. — ¿Qué quieres? —Preguntó retrocediendo.

—Quiero que dejes de moverte y me escuches —dijo él, bajando las manos, y dando unos pasos hacia adelante.

—No has respondido ninguna de mis preguntas —dijo ella mirando a los lados, por precaución.

—Mi nombre es Dexter, y no estoy aquí para hacerte daño, sino todo lo contrario.

Ella bufó y negó varias veces. ¿De qué diablos se trataba eso? ¿Qué era él, un ángel guardián?

—Estás loco, amigo —dijo dando media vuelta y caminando rápido. Pero entonces sintió sus pasos, se acercaban cada vez más, su corazón se aceleró, giro y casi se caía del susto al ver que él estaba muy cerca de ella. Demasiado cerca.

—No quiero hacerte daño, solo quiero llevarte a un lugar seguro, lejos de todo esto.

Ella achicó los ojos, conocía esa táctica, solo quería tener sexo con ella. Podía ser un maldito violador que luego mataba a sus víctimas. — ¿Por qué?

— ¿Por qué haces tantas preguntas? ¿Te gusta aquí? ¿Te sientes bien viviendo en esta maldita pocilga? ¿Quieres seguir en ese trabajo miserable? ¿Quieres seguir con estas personas miserables? Porque si quieres todo eso, entonces es mejor que me vaya —dijo retrocediendo, y caminando de nuevo hasta su auto.

Ella se quedó parada en el mismo lugar. Él no le daba ninguna maldita respuesta, era un total extraño, aparecía de la nada y quería que se fuera con él. Frunció el ceño. Pero en algo tenía razón, no quería seguir viviendo en ese edificio, cualquier lugar sería mejor a la pocilga en donde estaba. — Espera —dijo en tono bajo.

Él se detuvo en el instante y la observó, mas no avanzó hasta ella. —Ven conmigo —indicó, caminando hasta el auto.

Ella tragó forzado, respiró hondo y caminó detrás de él. Solo esperaba que no fuera uno de esos locos que hacían ritos con adolescentes estúpidas como ella, que aceptaban subirse al auto de un desconocido.

Subió al auto, y se puso el cinturón de seguridad. Estaba nerviosa, sus manos temblaban, así que las junto encima de su pecho, para que el extraño no notara que estaba al borde de un colapso. — ¿A dónde vamos? —Preguntó mirándolo.

—A casa —respondió él, sin alejar la vista de en frente.

— ¿Vives lejos de aquí? —preguntó.

—Si —respondió él.

Ella miró por la ventana. No sabía a donde llegaría todo esto, fantaseó con la idea de que realmente él se convirtiera en su ángel guardián, en alguien que la protegiera y velara por ella. Lástima que eso solo ocurría en las películas.

Luego de al menos media hora en el auto, vio cuando atravesaron un gran portón, revelando un inmenso jardín, al final se divisaba una casa gigantesca, ella lo observó. Esto debía de ser un sueño. — ¿Por qué haces esto? —Preguntó sinceramente.

Él aparcó y respiró hondo. —Te he observado por unas cuantas semanas, en donde trabajas y en donde vives, creo que no es tan malo que quiera ayudarte a salir de ese horrible lugar.

Ella asintió sin creerle nada. Había algo más, siempre había algo más, lo sabía por experiencia. Además, las personas no hacían favores humanitarios sin esperar recibir nada a cambio.

No estaban en la ciudad, o al menos no en el centro de ella. Todo estaba oscuro, excepto por las luces provenientes de adentro de la casa. —Vamos —indicó él con la cabeza, caminando delante de ella.

Camila apretó con fuerza el tiro del bolso que llevaba consigo. No sabía de qué se trataba esto, pero lo iba a descubrir.

:O

Continuará...

VOLVERÉ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora