58.

818 73 16
                                    


Cuando llegó a casa notó la sorpresa en el rostro de Ronald y Roger, era claro que no la esperaban en casa. —Camila —dijo Roger caminando hasta ella.

—No te acerques —dijo tomando su maleta—. Eres un mentiroso, al igual que Dexter, ambos me han visto la cara de estúpida todo este tiempo, me han mentido sobre lo que hacen y han puesto mi vida en peligro. Se hicieron pasar por protectores y lo que único que han hecho es ponerme en riesgo.

—Te voy a explicar —empezó a decir él.

—No lo hagas, no quiero que me digan más mentiras —dijo pasándole por el lado y subiendo a su habitación.

Se asomó por la ventana y notó que había más guardias de seguridad que la otra vez, algo había pasado, talvez esa había sido la razón por la cual Dexter la había llevado a casa, de una forma u otra sería inútil preguntarles para saber la verdad.

El día pasó realmente rápido, salió a la terraza, era una noche bastante silenciosa, caminó por alrededor de la piscina, le gustaba esa casa, era muy bonita, tenía que admitirlo, la forma en la que estaba apartada de todo, siendo una fortaleza grande y acogedora.

Se recostó de la baranda que cercaba el área de la piscina y miró al frente, todo estaba tan oscuro, solo estaban encendidas pequeñas luces que había en el suelo de madera, y dentro de la piscina.

Se sentó en el piso, se quitó los zapatos y metió los pies en el agua, cerró los ojos y respiró hondo. Las cosas mejorarían, al menos eso le había dicho su padre siempre.

Escuchó pasos y gruñó. Ronald se acercó con una mano en alto. — ¿No has escuchado la frase No mates al mensajero? —Preguntó sentándose a su lado y poniendo en sus piernas una caja de Pizza—. Roger las compró, debes tener hambre.

— ¿Hay que tener hambre para comer pizza? —Preguntó abriendo la caja.

Eso hizo reír a Ronald, el cual tomó el pedazo más grande. Ambos comieron en silencio, al principio no tenía hambre pero después de comerse el primer pedazo simplemente no pudo parar y terminó comiendo cuatro pedazos, incluso tuvo que recostarse en el piso porque sentía que su estómago iba a reventar.

Ronald también hizo lo mismo. —La vista desde aquí es hermosa —dijo él.

—Si —aceptó ella, concentrando su vista en el cielo estrellado.

—No me gusta verte triste —dijo él, sentándose nuevamente y ayudándola a hacer lo mismo.

Ella alzó las cejas sarcásticamente. —Todos dicen lo mismo, pero nadie hace nada para que no lo esté.

—Traje pizza —dijo él, defendiéndose.

Eso realmente la hizo reír. Ronald era tan extraño, se veía bastante rudo y atemorizante, pero podía comportarse como un adolescente, siempre le sacaba sonrisas. — ¿Tienes familia? ¿Hijos? ¿Esposa? ¿Un perro?—Preguntó curiosa.

Él negó. — ¿Por qué? ¿Quieres que te adopte o algo así?

Camila rodó los ojos. —Solo fue una pregunta, relájate.

—No me importaría tenerte como hermana menor, aunque te advierto que sería protector contigo. Aunque nunca podría superar a Dexter.

Y la mención de su nombre hizo que el silencio volviera a caer entre ellos. No odiaba a Dexter, era solo que no estaba de acuerdo con él en la mayoría de las cosas, odiaba el hecho de que le mintiera bajo el pretexto de Lo hago por tu bien, no quería eso, quería la verdad.

VOLVERÉ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora