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— ¡¿Qué diablos le hiciste?! —Escuchó que preguntaba Roger a gritos—. Eres un... Eres un...

Camila cerró los ojos, tenía más de una hora encerrada en el baño, estaba en la bañera, abrasando sus piernas, con la cabeza apoyada en la pared, el agua caía a chorros, en su espalda. Tenía que irse, con o sin plan.

Pero simplemente no podía moverse, no estaba llorando, o alterada, solo estaba ahí, solo ahí. Sintiendo que algo dentro de ella debería estar rompiéndose, que algo dentro de ella debería estar gritando, y retorciéndose de rabia y tristeza, pero sin embargo, todo en su interior estaba tan tranquilo, todo estaba en silencio.

No quería escuchar ni ver a nadie. Solo quería estar sola un tiempo. Trataba de descifrar qué daño tan grande había hecho para merecer vivir una vida así.

A veces solo quería desaparecer e iniciar una nueva vida. Frunció el ceño, eso era justo lo que necesitaba en esos momentos, era joven, de hecho, era muy joven. Apenas tenía veinte, solo tendría que buscar un lugar apartado, en el que Dexter no se le ocurriera buscar, y cambiarse el color de pelo, talvez usar pelucas, intentaría con el pelo rojo o negro, y corto.

También cambiaría su forma de vestir, usaría ropa ajustada, para que no pareciera que sus camisetas se comían su cuerpo, y podría usar lentes de contacto, eso lo despistaría mucho, además él no tenía idea de que estaba embarazada, si usaba todo eso, más la panza, no la reconocería.

Salió del baño y buscó ropa holgada, estaba cansada, se miró en el espejo antes de salir de la habitación. Sus ojeras eran notorias, al menos sus heridas ya habían cicatrizado, aún dolía de vez en cuando su pierna, y la herida en su frente ya había sanado, solo tenía una marca roja, como una línea mal dibujada, esperaba que con el tiempo desapareciera.

Los arañazos en sus brazos habían desaparecido, y el hematoma que tenía en un lado de la cara empezaba a desaparecer. De igual forma cuando escapara, tendría que usar maquillaje, no quería que todos vieran que estaba golpeada, eso levantaría sospechas, y lo que más quería en esos momentos era ser invisible.

Bajó lentamente las escaleras, no tenía teléfono, ni laptop, necesitaría buscar algún apartamento que rentar en alguna zona alejada, pero no tenía idea de a dónde ir.

Cuando entró en la cocina, vio que ambos hombres estaban sentados en la mesa, quiso retroceder, pero al final no lo hizo. —Hice el desayuno —dijo Roger, ofreciéndole una silla a su lado, de hecho, él haló la silla para que ella estuviera muy cerca de él.

Aceptó el lugar, y cuando sintió que él la abrazaba, cerró los ojos y se acurrucó en su hombro. — ¿Estás bien? —preguntó lentamente.

—Lo estoy —respondió, comiendo huevos revueltos.

Estaba frente a Dexter pero no lo miró, en verdad no quería torturarse, tarde o temprano se iría de esa casa, y no tendría que verlo jamás.

Sus planes se vieron arruinados, ya que no pudo moverse a ningún lado sin tener a los chicos encima de ella. Estaba lista para abandonar la casa en cualquier momento, pero ese momento, no parecía llegar nunca, ellos siempre estaban en alerta.

Ya habían pasado quince días, y esa noche era la noche. Se escaparía al anochecer, los chicos, al ver que ella no tenía intención de ir a algún lado, habían lentamente bajado la guardia, además los había escuchado discutir, Dexter estaba teniendo problemas con la empresa, así que era muy poco probable que ocupara su mente en ella.

No había empacado nada, pero sí se había puesto ropa abrigada, quería al menos estar protegida por si hacía mucho frio. Se miró en el espejo, había amarrado su pelo y estaba vestida totalmente de negro, se escabulliría en la terraza, llegaría al límite de la propiedad y saltaría, ya había calculado la caída, no se haría gran daño.

Esa era la única forma de escaparse, ya que si salía por el frente tendría todas las luces en ella, y por esa parte no había mucha iluminación, así que era un plan perfecto. Ni siquiera pudo cenar, su estómago estaba revuelto, solo quería irse y no mirar atrás.

Lo había pensado muchas veces, y estaba convencida de que era lo correcto, pero no podía evitar sentir algo de nostalgia, los estaría abandonando, y aunque le costara admitirlo extrañaría a Dexter, porque al final de cuentas lo amaba, y estaba embarazada de él, extrañaría muchísimo a Roger. Tragó forzado. Respiró hondo y repitió la frase que había estado repitiendo desde hace días.

Esto lo haces por ti y tu hijo, lo haces para brindarle un mejor futuro, porque en esa casa no sería feliz, tú tampoco serías feliz, y lo sabes.

Bajó las escaleras, para mirar qué hacían los chicos, y así saber qué hacer, se detuvo al escuchar un ruido que se hacía más y más fuerte, frunció el ceño al reconocer que se trataba de la sirena de policía.

Después de unos segundos, alguien tocó la puerta. Quiso retroceder, pero estaba a unos pasos de abrirla, así que lo hizo.

Miró hacia atrás y notó que los chicos estaban mirando a los dos policías, sin entender nada, bueno, ella tampoco entendía nada. — ¿Qué está pasando? —Preguntó mirando a los hombres, pero ellos no respondieron, contrario a eso, entraron en la casa lentamente.

—Dexter Gil —dijo uno de ellos parándose frente a él—. Queda usted detenido por el presunto asesinato de José santana, tiene derecho a guardar silencio, cualquier cosa que diga puede ser usada en su contra en un tribunal. Tiene derecho a un abogado, si no puede pagárselo se le asignará uno de oficio —el oficial de policía puso unas esposas en sus manos y luego sonrío—. Aunque no creo que no tenga dinero para pagar a un abogado.

—Debe ser un error... —Dijo Camila, de repente. Pestañeó algunas veces. ¿Qué está pasando?

—No es un error, señorita. Hay pruebas —dijo el otro oficial— así que será mejor que busquen un buen abogado —le dijo guiñándole el ojo.

Dexter ni siquiera dijo una palabra, no se resistió, no hizo nada, salió de la casa mirando al piso, ella sintió que algo dentro de ella se retorcía, él la observó en ese justo momento, y no pudo evitar sentir que sus ojos se llenaban de lágrimas. Él le sonrió, pero conocía esa sonrisa, la hacía para tranquilizarla.

Cuando se fueron, miró a Roger, el cual marcaba rápidamente un número de teléfono, él la miró con el ceño fruncido. —Estamos en graves problemas —declaró, y ella supo en ese momento que no podía irse.

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OMGGGGGGGGG 

El próximo cap es el finalllllll

Continuará...

VOLVERÉ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora